El siguiente trabajo estaba pendiente y recién hoy pude darle los toques finales. Espero que sea de bendición. Les recuerdo que estos trabajos no son escritos en representación de ninguna de las organizaciones en las que tengo el privilegio de servir: Centro de Investigaciones Religiosas, Instituto InterGlobal, etc. Yo soy el único responsable por el material presentado.
Conversiones de Evangélicos al Romanismo, por Pablo Santomauro
Segunda Parte
El caso de Francis Beckwith
La más sorprendente “conversión” de un evangélico al romanismo ha sido la reciente deserción del profesor Francis Beckwith. El impacto de la noticia alcanzó proporciones inusitadas debido al calibre académico de Beckwith, quién hasta hace poco era el presidente de la Sociedad Teológica Evangélica. “Frank” es reconocido entre los evangélicos como erudito, conferencista y apologista en las áreas de ética social, filosofía legal, filosofía de religión, diseño inteligente y apologética de sectas, destacando especialmente en la defensa de la posición pro-vida en lo relacionado con el aborto. Nacido en una casa de tradición católica, de muy joven pasó a ser evangélico y recientemente regresó a la iglesia de su juventud en Abril del 2007. La transición cayó como un balde de agua fría sobre la comunidad evangélica, cerniendo confusión y vergüenza sobre filas protestantes. Muchos aun continúan estupefactos.
Un poco de historia
Para entender el proceso que llevó a Beckwith a apostatar del cristianismo bíblico, es necesario retornar unos cuantos siglos al pasado. Es de orden señalar que los verdaderos cristianos no apostatan. Apostatas son aquellos que se alejan de la fe que una vez afirmaron profesar. Esos individuos son los que demuestran que su fe nunca fue real (1 Jn. 2:19).
Durante la Edad Media la iglesia romana enfrentó una jihad filosófica. Los sacerdotes y los profesores de las universidades carecían de argumentos para refutar el racionalismo de los apologistas musulmanes (Ghazali, Averroes, etc). Los argumentos de los filósofos islámicos fueron derivados de las ideas de la filosofía griega de Aristóteles – originados a su vez en el concepto de la autonomía, autosuficiencia y superioridad de la “razón humana”.
La solución para rescatar a Roma de esta encrucijada vino de un hombre llamado Tomás de Aquino. Este propuso y logró que Roma abandonara su “fe ciega” (“fe dogmática del papado”) y adoptara el método racional de Aristóteles, lo mismo que los apologistas islámicos hicieron.
Los filósofos/apologistas musulmanes, siguiendo el razonamiento de Aristóteles concluyeron que el mundo tenía que ser eterno. Cuando los teólogos musulmanes les acusaron de herejes porque el Corán claramente enseñaba que el mundo fue creado, los apologistas idearon una treta muy ingeniosa para evadir los cargos. ¿Cuál fue la estratagema? Dividieron la filosofía en una dicotomía en la cual algo puede ser verdad según la “razón”, y al mismo tiempo falso de acuerdo a la “fe”, y viceversa.
En otras palabras, crearon el falso dilema “razón versus fe”. Estas eran las únicas dos opciones; la gente tendría escoger una u otra. Por “razón” se entendía el concepto pagano de la suficiencia de la razón humana; por “fe”, la fe islámica ciega. Con este pase de magia cuando alguien les preguntaba si el mundo era eterno o creado, podían contestar: “Mi razón dice que es eterno, pero mi fe me dice que es creado”.
La adaptación de Tomás de Aquino
La Iglesia Católica, bajo los auspicios de Tomas de Aquino, adoptó el dogma pagano de la autonomía de la razón humana: el hombre es la medida de todas las cosas y por lo tanto el Origen de la verdad, justicia, moral, significado y belleza. Tomás Aquino tomó la dicotomía aristotélica de forma/esencia y la convirtió en una de naturaleza/gracia, refinándola luego en la dicotomía secular/sagrado, o razón/fe que nos abruma aun hoy en día. La Teología Natural de Aquino es el intento de encontrar respuestas finales sin Dios y Su Palabra. Es, en otras palabras, una forma de humanismo secular barnizado de religiosidad.
La dicotomía razón/fe que Aquino adoptó de Aristóteles y los apologistas islámicos fue el eje de toda su filosofía. Algunas cosas eran verdad de acuerdo con la “razón” y otras eran verdad de acuerdo con la “fe” ciega. De esta forma, cuando un teólogo católico no podía justificar un dogma de la Iglesia mediante el razonamiento aristotélico y la lógica, él lo aceptaba por medio de la fe ciega en la autoridad de la Iglesia de Roma.
El hereje neo-ortodoxo Karl Barth usó más adelante la misma aproximación. Desarrolló la dicotomía entre lo fenomenal (secular) versus los noumenal (sagrado). Barth podía de esa forma negar el nacimiento virginal en el nivel inferior o fenomenal, i.e. ciencia, biología, historia, etc., al mismo tiempo que lo afirmaba en el nivel superior o noumenal, i.e. mitos, historia religiosa o sagrada, etc.
Los teólogos liberales de hoy siguen usando los mismos trucos que fueron inventados por los musulmanes en los tiempos de Aquino.
Es de notarse que un año antes de su muerte en 1274, Aquino tuvo una experiencia que sacudió los fundamentos de su teología. Sus contemporarios la describieron como una experiencia religiosa en la cual Aquino encontró a Dios en forma poderosa. Aquino declaró que “toda su obra era como la paja”, renunció a sus trabajos filosóficos y rehusó escribir una sola palabra más sobre teología, filosofía y ley. Parece increíble que académicos evangélicos hoy en día corran presurosos a abrazarse con una filosofía que el mismo Aquino repudió.
La Reforma Protestante
La Reforma del siglo XVI fue una revuelta total contra el modelo filosófico de la Iglesia Católica (naturaleza/gracia, razón/fe). De acuerdo con Martín Lutero, Tomás de Aquino terminó en el infierno junto con los paganos anteriores a él. Calvino y otros reformadores también consideraron la escuela de pensamiento Tomista como herética. Los herederos de la Reforma, como los Puritanos, también se rebelaron contra el dogma Tomista de la suficiencia de la razón humana.
En lugar de dividir o separar la vida con las dicotomías humanistas, los reformistas pusieron todos los aspectos de la vida bajo la autoridad divina de la Escritura y el Señorío de Cristo. Lo que creemos y la forma en que vivimos es determinada por Dios a través de la Revelación Especial solamente. Toda la vida es sagrada y regida por la Escritura. No existe ninguna dimensión en la cual el Señorío de Cristo y la Biblia no tengan injerencia.
La Biblia se transformó en la base de la teología, ciencia, artes, leyes, gobierno y ética. El Señorío de Cristo se aplicó a toda la vida y cada centímetro cuadrado de tierra fue “confiscado” para Cristo solamente y nadie más. En lugar de la doctrina católica pagana de la Ley Natural, los reformadores aplicaron la Ley Revelada como el único origen de las leyes morales.
Beckwith: Apologista Racionalista
En el mundo evangélico moderno ha ocurrido un cambio radical. La tradición de Sola Scriptura ha sido desplazada por la filosofía Tomista. De Sola Scriptura se ha saltado a Sola Racione. En los últimos años un número de filósofos, teólogos y apologistas se han quitado el disfraz y han renunciado a los principios de la Reforma. Entre ellos tenemos a Norman Geisler (el pionero), William Lane Craig, J.P. Moreland, Francis Beckwith y otros. Estos nuevos apologistas se basan en la razón, la experiencia, los sentimientos y la fe – el hombre es Señor, no Cristo. La Biblia ha sido puesta a un lado junto a un calefón, como dice el tango de Discépolo.
Beckwith es un apologista racionalista/humanista. Un racionalista cree que el hom
bre es la medida o el estándar de todas las cosas y el origen de la verdad, la justicia, la moral, el significado y la belleza. El hombre no necesita la Revelación Especial de Dios en la Biblia para encontrar respuestas. Simplemente con meditar en la Naturaleza, procesando todo con su intelecto “pristino”, el hombre puede discernir el significado y el propósito de todas las cosas terrenales y divinas. Beckwith argumenta que la revelación general, cuando procesada por la razón humana, es un medio legítimo por el cual los seres humanos pueden adquirir conocimiento de las verdades teológicas [1].
Una vez que se deja de lado la Biblia y se entrona en su lugar a la razón humana, las experiencias, los sentimientos, etc., se puede llegar a concluir cosas al nivel de los filósofos estilo Beckwith como el concepto del “tiempo eterno”. La Biblia no enseña el oxímoron de “tiempo eterno”, pero esto no es ningún problema para ellos porque la “razón” indica que es algo viable y factible.
Un poco más de historia: el factor jesuita
Nuestros padres evangélicos entendieron perfectamente los motivos por los cuales los jesuitas fueron enviados por el Papado a los países protestantes para fundar universidades y escuelas privadas. La agenda escondida de éstos era reemplazar Sola Scriptura con varias formas de racionalismo. EL objetivo era desplazar la Biblia a un lado para abrir el camino hacia Roma de nuevo. Fue fácil abrir los mejores seminarios y universidades, el oro de Roma era inagotable, y estos lugares eran infinitamente superiores académicamente a cualquier seminario protestante. Los estudiantes evangélicos acudieron en masa a estas instituciones atraídos por la reputación de sus facultativos. De esa forma Roma logró imponer su Sola Ratione por sobre las raíces reformistas de los estudiantes. Una vez que los estudiantes se graduaron comenzaron a enseñar en seminarios evangélicos lo que ellos aprendieron. Los resultados están a la vista. El legado jesuita probó ser letal para el mundo evangélico, hasta los seminarios evangélicos se apresuran hoy en día a contratar profesores católicos de reputación. ¿No es interesante que tantos estudiantes evangélicos hayan encontrado el camino a Roma?
Beckwith es un claro ejemplo de lo anterior
En una entrevista reciente Beckwith se refirió a sus años en la Universidad Católica de Fordham:
“Mi experiencia en Fordham fue tremenda. Tomé clases memorables de grandes filósofos. Tomé “Tomás de Aquino” y “Metafísica” con Norris Clarke, “Humanismo Medieval” con Gerald McCool, y “Platón”, “Nietzsche’ y “Hegel” … es correcto decir que al estudiar bajo las mejores mentes filosóficas del catolicismo americano, adquirí una apreciación más profunda del apuntalamiento filosófico de la teología católica y su relación con las historias de la filosofía y el pensamiento cristiano. Este entendimiento ayudó a formar y agudizar mis perspectivas sobre la naturaleza de Dios, la persona humana y la ley moral natural, mas ninguna de estas perspectivas filosóficas era contradictoria con los obras de ciertos evangélicos Tomistas y simpatizantes de Tomás de Aquino tales como Geisler, Paul Copan y J.P. Moreland”.[2]
¿Y la Biblia? Muy bien gracias, dale saludos. Yo creo que nadie puede explicar la apostasía de Beckwith mejor que él, por ello es que reproduzco a continuación un segmento más de la misma entrevista:
“Yo pienso que hay algo en la filosofía y la tradición de la ley natural que hace más fácil la transición de un evangélico entrenado en filosofía y receptivo a la ley natural, hacia el catolicismo. Esta última va de la mano con la teología natural, la cual reclama que uno puede descubrir algunas verdades acerca de Dios y la realidad máxima aparte de la revelación especial”. [3]
Las anteriores citas son de una claridad meridiana. Una vez que se relega a la Escritura a un plano secundario, la alfombra roja hacia el Catolicismo queda tendida a los pies del racionalista. Esto explica, entre otras cosas, la resistencia de Beckwith hacia el Calvinismo, su atracción a todo lo católico y su errónea percepción sobre la doctrina de la justificación.
Queriendo quedar bien con Dios y con el diablo
En una reciente declaración sobre su retorno a Roma, Beckwith expresa lo siguiente basado en su lectura de los Padres de la Iglesia:
“Terminé convencido de que la Iglesia Primitiva era más católica que protestante y que la posición católica en la justificación, correctamente entendida, es bíblica e históricamente defendible. A pesar de que también creo que la posición reformada también es bíblica e históricamente defendible, pienso que la posición católica tiene más poder explicatorio en lo relacionado con los textos bíblicos en justificación y el entendimiento histórico de la iglesia sobre la salvación previo a la Reforma …” [4]
Brevemente, digamos que Beckwith se destaca aquí como un auténtico racionalista. Primero, lee a los Padres de la Iglesia e impone categorías claramente anacrónicas, ya que la iglesia católica comienza a tomar forma recién desde el siglo quinto en adelante. Segundo, si leyó a los autores patrísticos como él dice, ¿a cuáles leyó? ¿Cuál era la teología que propugnaban? En realidad, la tendencia tanto católica como protestante ha sido siempre darles prioridad a aquellos autores que más se acoplan a sus tradiciones posteriores. El tema deja mucho margen para especular. Por último, es pasmoso el hecho de que Beckwith encuentre que tanto la posición católica como la protestante, sean ambas defendibles desde la Escritura. Un estudiante de primer año de lógica sabe que esto es imposible, o ambas son falsas o una es la correcta, pero ambas no pueden ser verdad. El espacio no nos permite un análisis detallado en este último punto. Sólo podemos anotar que estas incongruencias son resultado del abandono de la Escritura. Sólo así se puede preferir a Tomás de Aquino por sobre el apóstol Pablo.
Más sobre la influenca católica en círculos evangélicos
Para confirmar lo que venimos diciendo sólo basta recorrer brevemente la formación académica de ciertos integrantes del círculo que Beckwith frecuenta.
Norman Geisler, conocido filósofo en el campo evangélico, recibió su doctorado en filosofía en la Universidad Loyola en Chicago. Loyola fue el fundador de la orden jesuita. No nos debe sorprender que su filosofía sea Tomista.
Paul Copan: Obtuvo su doctorado en filosofía católica con los jesuitas en la Universidad Marquette. Es un admirador ferviente de Geisler.
Otros, si bien no concurrieron a instituciones católicas, son racionalistas y promotores tomistas a tal grado que Roma flirtea con ellos y viceversa. William Lane Craig, por ejemplo, se describe a sí mismo como un teólogo racionalista. Popularizó el raquítico argumento “Kalaam” por la existencia de Dios, usado hace siglos por los apologistas islámicos para probar la existencia de Alá.
David Beck es también un expositor del argumento cosmológico por la existencia de Dios. Emanuel Kant le pegó un tiro en la cabeza a este argumento y el caballo quedó donde cayó. Sin embargo, en el decenio del sesenta (siglo 20) fue resucitado por los jesuitas de la Universidad de Fordham. Le pusieron riendas nuevas, nueva terminología, un moño en la cola y lo vendieron por nuevo. Geisler aun trabaja con este argumento.
Douglas Geivett es otro que aprendió Teología Natural a los pies de Geisler. Geivett es un perfecto ejemplo de alguien que asistió a un seminario evangélico (Dallas Seminary) y allí fue indoctrinado con teología jesuita por conducto de Norman Geisler.
William Dembski, matemático y filósofo, profesor d
el Southwestern Baptist theological Seminary en Ft. Worth, Texas, es otro evangélico que se destaca en revivir a latigazos el difunto equino de los diseños específicos encontrados en la naturaleza para probar la existencia de Dios. Sola Scriptura es para él un largamente olvidado fósil.
Greg Koukl es un discípulo de Craig y Moreland. Su programa de radio es usado para indoctrinar a sus oyentes con la Teología Natural de los jesuitas. Es otro que considera que no necesitamos la Biblia para descubrir principios morales. La razón humana es suficiente para probar que el aborto, el homosexualismo, etc. son éticamente malos. Greg invita a menudo a teólogos católicos a participar en su programa, y no precisamente para debatir con ellos.
Los ejemplos abundan y el espacio es limitado. Agreguemos ya sobre el estribo que el seminario Biola cuenta en su plantel facultativo con Tomistas como J.P. Moreland, William Lane Craig, Doug Geivett y otros. La pandilla tomista en general también se ocupa de diseminar el semi-pelagianismo y la doctrina molinista (rebautizada “conocimiento medio” o “ciencia media”) sobre la naturaleza humana y el pre-conocimiento de Dios. Esta doctrina proviene de tiendas católicas y pretendió hace siglos socavar los fundamentos de la Reforma.
En síntesis
Ahora usted ya sabe la historia detrás de la noticia. El cristiano informado no debe sorprenderse cuando presencia el peregrinaje de académicos y estudiantes de transfondo evangélico hacia Roma. Por el contrario, lo debe anticipar dadas las condiciones del mundo evangélico.
Fuera de círculos académicos, líderes evangélicos populares de gran nombre han venido coqueteando con el catolicismo por mucho tiempo, reenforzando el camino hacia el Vaticano.
La “conversión” de Francis Beckwith, estamos seguros no ocurrió de la noche a la mañana. Sus lazos emocionales y teológicos con Roma, así como su repudio a los fundamentos de la Reforma, fueron cultivados por mucho tiempo. Así y todo, escogió aceptar la presidencia de la Sociedad Teológica Evangélica (otro organismo que ya está infectado con el virus liberal) sabiendo que sus laberintos racionalistas desembocarían en Roma tarde o temprano. Su proceder fue deshonesto y le debe a la comunidad protestante una disculpa. Dudamos que lo haga, ya que los evangélicos tampoco la reclaman. Christianity Today, la revista que hoy ha abandonado sus principios fundamentalistas, le acaba de hacer una entrevista a Beckwith más amistosa imposible. Tal servilismo es una deshonra para los padres de la Reforma.
No podemos finalizar sin traer a la memoria del lector el recuerdo de las mártires de la Reforma y el período posterior: Tyndale, Ridley, Latimer, etc. Fueron torturados y murieron por sus convicciones y su resistencia inquebrantable ante la opción de abrazar la misa católica y la autoridad papal. Hoy ciertos evangélicos están dispuestos a negociar en temas que fueron asuntos de vida y muerte en el pasado.
¿Por qué debemos estar preparados para más deserciones en el futuro? Por lo mismo que estuvimos preparados para entender la apostasía de los liberales anteriormente, “porque ya está en acción el misterio de la iniquidad” (2 Tes. 2:7). <>
Pablo Santomauro (Oct. 2007)
Notas:
1. To Every Man an Answer, p. 16.
2. Entrevista con Ignatius Press, Junio 5, 2007,
http://www.ignatiusinsight.com/features2007/fbeckwith_intervw1_jun07.asp
3. Ibid.
4. http://rightreason.ektopos.com/archives/2007/05/my_return_to_th.html
* En la composición de este artículo, damos reconocimiento a la información contenida en A Review of to Eveyone an Answer, trabajo del Dr. Robert Morey por medio de la California Biblical University and Seminary. Agradecemos el poder de síntesis y la claridad de expresión de esta obra.
Pablo Santomauro fue subdirector de CIR. “Apología Cristiana”, CIR, P.O.Box 846, Montebello, Cal. 90640-EE.UU. URL de CIR: (en español). El Centro de Investigaciones Religiosas (CIR) es una organización interdenominacional especializada en la apologética de sectas. Fue pastor ordenado, autor profuso de artículos relacionados con la disciplina de la apologética cristiana y conferencista especializado en sectas y religiones comparada. También se encuentra en www.calvarychapelamistad.org.