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Capítulo Diez
ANTIOQUÍA
Hechos 11:19-30 y Hechos 13:1-4
Dr. Pedro Larson
Antioquía de Cesarea, un escenario para la obra de extensión. Llegó a ser una base estratégica para esparcir el mensaje de Dios. Tiene para nosotros importantes lecciones en cuanto a plantar iglesias y nos indica que la salvación es para todos los pueblos.
DIOS EN MEDIO
Dios estaba presente. La evidencia de su presencia comienza aún antes de la referencia al lugar de Antioquía. Lo que pasó antes y que tenía vigencia para Antioquía fue la muerte de Esteban, la persecución de la iglesia en Jerusalén y el esparcimiento de hermanos llevando la Palabra. No fue en vano ese sufrimiento. Dios lo usaba para una extensión hacia nuevas personas y lugares.
La idea de Dios presente la tenemos en el uso que Lucas da a los nombres del Señor. El orden de aparición en el texto son: Señor Jesús, Señor (2 veces), Dios, Espíritu Santo (3 veces), y el Espíritu. En la narración de Lucas se respira la actividad divina. Soberanía, la obra del trino Dios, el ministerio marcado del Espíritu Santo, llenura, dirección, conversión y el impulso misionero son evidencias de esa actividad.
Siete frases hablan en forma elocuente de esta obra dinámica del Señor.
‑ “Y la mano del Señor estaba con ellos,” (11:21).
‑ “se convirtió al Señor” (11:21).
‑ “vio la gracia de Dios,” (11:23).
‑ “lleno del Espíritu Santo . . .” (11:24).
‑ “daba a entender por el Espíritu,” (11:28).
‑ “dijo el Espíritu Santo: Apartadme . . .” (13:2).
‑ “enviados por el Espíritu Santo,” (13:4).
Una Manifestación de Su Poder en Salvación
Los cambios que se efectuaron por Dios en las vidas de personas fueron evidentes. Bernabé pudo ver la gracia de Dios operando en vidas transformadas. Conversiones, gran número de personas creyendo, el ejercicio del don de profecía y las actitudes de servicio demostraron esa gracia del Señor. La frase, “la mano del Señor estaba con ellos”, nos intriga porque es una frase de poder usada con señales y prodigios. En este momento Lucas no comenta acerca de milagros físicos de sanidades. F.F. Bruce escribió que algunas veces esta frase es una metáfora por el Espíritu Santo actuando en la vida de los discípulos (1951:236). La asociación de la mano del Señor con sanidades, milagros y prodigios viene de la oración en Hechos 4:29,30:
“Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.”
Esta expresión de confianza en cuanto a la mano del Señor también se vincula con el denuedo de hablar la palabra de Dios y con el nombre del santo Hijo Jesús. De alguna manera palpable, estos hermanos experimentaron la persona de Dios obrando a través de sus vidas. ¿No será, también, para nosotros una parte del patrimonio que tenemos en Cristo? Su presencia, su poder, la manifestación de su gracia, y cambios en las vidas de personas que creen en su nombre son realidades en el avance del evangelio.
Llenura y Dones Espirituales Puestos en Práctica
Otra parte de la obra de Dios se evidencia en las frases “lleno del Espíritu Santo” y “daba por entender por el Espíritu”. Dios, a través de la vida de Bernabé, se expresó con la primera. Nos hace recordar de Esteban, de Pedro y de Juan y de los discípulos reunidos el día de Pentecostés. Nos hace recordar el resultado de la oración de la iglesia de Jerusalén cuando fue severamente amenazada.
“Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hechos 4:31).
Lleno de Dios. ¡Qué expresión! ¡Qué experiencia! ¡Qué luz, dirección, guía y visión! ¿No sería uno de nuestros más elevados anhelos aquello de ser “lleno del Espíritu Santo”? Sí, deseamos tener la belleza de Cristo, su ternura, su firmeza, su compasión, su amor y ser llenos de él. El fruto del Espíritu que Dios produce al estar lleno de él es hermoso.
Parte de ese obrar del Espíritu son las manifestaciones de los dones espirituales. Seguramente varias personas en Antioquía estaban ejercitando el don de evangelista. Otras palabras como “exhortó”, “enseñaron”, y “profetas” hablan de dones espirituales. En el último caso Lucas comenta que “uno de ellos, Agabo, daba a entender por el Espíritu, que tendría una gran hambre . . .” (11:28). Su mano estaba sobre la vida de los suyos. ¡La llenura de su Persona y los dones espirituales son expresados!
Llamamiento Misionero
En el clima de ministerio al Señor, y con esa intensidad de vida de entrega que el ayuno significa, Dios en el Espíritu Santo les indicó a los líderes un llamado específico misionero. Dios inicia el llamamiento. Dios les especifica cuáles deberían de atender a ese llamado, y Dios indica una obra en donde la fatiga, el sufrimiento y la lucha podrían atenderles. Es Dios quien les envía con esa frase tan solemne, “por el Espíritu Santo”.
Si Lucas hubiera sacado la persona de Dios de estos sucesos, o le dejara a un lado, no habríamos tenido el conocimiento de estas experiencias de la iglesia de Antioquía. Sencillamente nos maravillamos . . . “la mano de Dios estaba con ellos”.
CONTEXTO Y CIRCUNSTANCIAS
Antioquía era la tercera ciudad de gran importancia en el imperio romano, solamente detrás de Roma y Alejandría. Su fama se extendía y muchos le nombraban “Antioquía la Hermosa” por su clima y las obras de baños, calles, sanidad y la iluminación. Su fama, sin embargo, se extendió también por los placeres sensuales. Fue conocida por las carreras de carretas, dramas, y por un parque de Daphne dedicado al dios Apolo donde se practicaba la prostitución ritual. En medio de una vida moral pecaminosa y una vida mercantil muy fuerte el evangelio llegó a arraigarse y tomar fuerza misionera.
Viaje Relacionado con la Persecución
La muerte de Esteban y la persecución de otros hermanos tenían un resultado positivo en Antioquía. A raíz de ese problema personal con los sufrimientos físicos y morales, los que habían sido esparcidos hablaron la palabra del Señor. Esta migración involuntaria de personas fue usada por el Señor. Dios toma el sufrimiento y a través de circunstancias adversas lo utiliza para el beneficio de otras personas. En este caso no fue planeado ni premeditado el viaje para la evangelización. Pero al tener que hacer este viaje forzado, fueron fieles al Señor compartiendo el mensaje.
Rotura de la Barrera Cultural
El evangelio se derrama, rompiendo normas de comunicación. No fue fácil para los judíos, aun siendo helenistas, romper con una tradición de hablar la palabra “sólo a los judíos”. Pero esta nueva vida con su gozo y paz tenía que romper las barreras culturales para extenderse a otras gentes. A cambio de los eventos de Samaria y de Cesarea, esa rotura se produjo por personas comunes (las cuales ni siquiera conocemos sus nombres), no por el liderazgo de la iglesia de Jerusalén. Sí, seguramente tenían dones espirituales, y no podemos decir que carecían de liderazgo, pero sencillamente la palabra nos dice que eran “unos varones de Chipre y de Cirene”. Llegando a Antioquía ellos “hablaron también a los griegos”. Esto fue un cambio de estrategia y seguramente un adelanto. Con la palabra “también” entendemos que no dejaron su esfuerzo de evangelizar a los judíos. Según el Dr. Harrison la palabra griegos podría ser interpretada como sinónimo de gentiles. En esta parte del mundo se dividió la población entre judíos y gentiles. Si es así, subraya el plan de Dios para todos los pueblos. (Ro. 1:16) (182). La aprobación divina de esa penetración cultural la notamos en la frase, “y la mano del Señor estaba con ellos”.
Interés y Respuesta de una Iglesia Hermana
La noticia de los acontecimientos en Antioquía llegó a la iglesia en Jerusalén. Seguramente con mucho interés recibieron esa noticia porque “enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía”. Bernabé, si no era del liderazgo más nombrado de la iglesia de Jerusalén, de todas maneras era uno de los principales. Con él los hermanos de Jerusalén demostraron su interés. Más tarde, tal vez pasado un año, unos profetas de Jerusalén también fueron de Jerusalén a Antioquía. No se nos dice que la iglesia los había encaminado. Tal vez fue así, o tal vez fue únicamente por guía del Espíritu Santo. De todas formas su estadía resultó en beneficio material y socorro para los hermanos que habitaron en Judea durante aquella época de hambre que llegó.
Ayuda en el Liderazgo de Personas de “Afuera”
Las circunstancias o la dirección del Señor en ellas guiaba a los hermanos de Antioquía a permitir funcionar o usar en buena manera a personas no propiamente de Antioquía en un liderazgo adecuado. El mismo Bernabé, nativo de Chipre, podría ejercer su ministerio de exhortación. Él buscó a Saulo de Tarso, unos 150 kilómetros al norte, a que viniera para ayudar en la enseñanza. Saulo llegó y contribuyó al avance en ese lugar “todo un año con la iglesia”, enseñando a “mucha gente”. Mencionamos el ministerio de los profetas de Jerusalén, Lucas nombrando un “Agabo” que dio un mensaje profético muy especial.
Las indicaciones de aceptación y de utilidad de personas de afuera en el liderazgo también nos llega en la lista que Lucas presenta en 13:1, “profetas y maestros”. De estos 5 hermanos no podemos determinar que alguno fuera nativo de Antioquía. Bernabé, Saulo y Lucio de Cirene eran personas originalmente de otras partes. Se sugiere que Lucio posiblemente estuviera entre aquellos “varones de Chipre y Cirene” que comenzaron la evangelización de los griegos. De los otros dos, Simón tal vez era de África, y Manaén había sido criado dentro de la corte de Herodes el Grande juntamente con Herodes el Tetrarca. Por lo menos, mucho de su niñez y adolescencia él vivió en Judea.
Aunque el liderazgo era de “afuera” se arraigó el mensaje fuertemente en Antioquía, aparentemente con una autoctonía adecuada para el propio lugar.
Un Desastre Natural Se Transforma en Ocasión de Servicio
Una circunstancia no normal fue que un desastre natural como “una gran hambre” permite una ocasión de servicio para la iglesia. Por la profecía de Agabo, la iglesia es avisada de la necesidad de los hermanos en Judea. “Los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro . . .; lo cual en efecto hicieron,” (11:29,30). En esa demostración notamos un servicio individual y colectivo para personas no conocidas que estaban en necesidad. ¡Qué hermoso es el amor cristiano que se extiende aun fuera de su ambiente local!
LAS PERSONAS ÚTILES EN PLANTAR LA IGLESIA
Las personas “no nombradas”
‑ los que habían sido esparcidos. (11:19).
‑ los judíos. (11:19).
‑ unos varones de Chipre y de Cirene. (11:20).
‑ los griegos. (11:20).
‑ gran número que creyó y se convirtió al Señor. (11:21).
‑ los que escucharon en Jerusalén lo que estaba pasando en Antioquía. (11:22).
‑ una gran multitud. (11:24).
‑ mucha gente. (11:26).
‑ los discípulos que se les llamó cristianos. (11:26).
‑ unos profetas. (11:27).
‑ los hermanos que habitaban en Judea. (11:29).
‑ los ancianos (de los hermanos en Judea). (11:30).
No debemos subestimar a estas personas. Son los que Lucas no llama por sus nombres específicos, pero los agrupa con alguna característica. Fueron fieles a su cometido. Es por ellos que la obra en Antioquía avanzaba. Persecución, sí, les afectaba. Su raza o su grupo cultural también les afectaba. Pero en ninguna de estas situaciones fue negada su efectividad como comunicadores del evangelio. Es entendido que tanto mujeres como hombres estaban involucrados.
Lucas también menciona una pluralidad de culturas afectadas. Primeramente, esa evangelización tenía su respuesta entre los judíos, y luego por los varones de Chipre y de Cirene los griegos recibieron la palabra. Este es otro lugar en el libro de los Hechos donde Lucas habla de un “gran número”, “una gran multitud” y “mucha gente”. El contexto no nos permite pensar que hubo superficialidad con este gran número. Al contrario, Lucas especifica una transformación radical con las palabras, “creyó y se convirtió al Señor”. Hubo una reorientación de vida. Volvieron a Dios, significando un rompimiento con su vida religiosa anterior.
La evidencia de la gracia de Dios estaba en las vidas de estos hermanos. Era evidente la necesidad del discipulado con la exhortación a que ya como hubieran comenzado, era necesario perseverar fieles al Señor. Este discipulado era necesario y su aumento hizo que Bernabé buscara ayuda en la enseñanza. Hubo fruto y tenían avances en el discipulado.
Lucas nos comenta: “A los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía.” Aparentemente, la gente no cristiana comenzó a usar el término “cristianos”. (Otras palabras fueron usadas por los mismos redimidos como “discípulos”, “hermanos”, “santos” y “fieles”). La definición de la palabra “cristianos”, _______________, literalmente significa “hacer negocios”. En este caso sería hacer negocios en el nombre de Cristo. Siempre estaban hablando de él. Siempre estaban exaltándole. Podría significar “asumir el nombre de Cristo”, o “llevar el mismo estilo de vida como Cristo la llevó” (Bruce 1951:242).
Otras dos facetas son interesantes con el uso de la palabra “cristiano”. En esta palabra vemos el carácter universal de la fe cristiana. El hermano Rackham comenta: “La palabra es griega, la idea hebrea, y la forma es del latín” (170). Igual como la inscripción sobre la cruz, escrita en los tres idiomas, esta palabra señala que el ser cristiano es para todos los pueblos.
La otra faceta de la palabra es que es muy similar a la palabra chrestos, que significa ser digno en su comportamiento. Es muy posible, sin embargo, que la gente pagana de Antioquía lo ocupaba en forma de burla, como lo hizo el rey Agripa en Hechos 26:28. Esta palabra, usada en tono de burla, con el tiempo llegó a ser algo muy hermoso para aquel que sigue a Cristo. Es decir, uno que dignamente lleva el nombre de Cristo y refleja el estilo de vida de él.
La pluralidad de culturas enriquecía el testimonio de Antioquía. Judíos y griegos se congregaron juntos. No se produjeron fricciones culturales que impidiésen la unidad cristiana. El problema posterior cuando judaizantes llegaron de Jerusalén y enseñaron sobre la circuncisión causó una contienda “no pequeña”. Consideramos que ese problema cultural teológico no surgió porque se congregaban dos culturas juntas, sino fue en razón de una enseñanza equivocada por las personas sinceras, pero equivocadas que venían de Judea.
La pluralidad de culturas quizás ayudó hacia una pluralidad de liderazgo. Siete personas fueron nombradas en ese liderazgo con dones diferentes para la iglesia en Antioquía: enseñanza, profecía, liberalidad y exhortación. De la Escritura inferimos, además, que existan dones de evangelista y pastor/maestro.
Las Personas Nombradas
‑ Esteban
‑ Bernabé
‑ Saulo de Tarso
‑ Agabo
‑ Simón, el que se llamaba Niger
‑ Lucio de Cirene
‑ Manaén, el que se había criado junto con Herodes el Tetrarca
Todos los hermanos que llevan nombres en el liderazgo son de afuera. Con la excepción de Esteban, llegaron a Antioquía para contribuir a la obra. Esteban es nombrado, seguramente por el fuerte impacto de su vida y muerte, y porque a raíz de la persecución asociada con él, los hermanos fueron dispersados y llegaron a Antioquía. ¡La vida de Esteban aun tenía resultados en Antioquía! No estaba físicamente presente pero contribuía al ministerio por su ejemplo de entrega.
Bernabé
La persona central del relato es Bernabé. Lo enviaron desde Jerusalén. Es la primera ocasión en los Hechos que envían a uno que no era apóstol. No sabemos si Bernabé tenía mucho ánimo para llegar, pero sí sabemos que tenía ánimo para la obra porque se quedó en ese lugar por más de un año.
La calidad de vida de una persona usada por el Señor en fundar la obra es notable. Bernabé se regocijó en la gracia de Dios viendo en otras personas esa obra. Muchas veces los obreros pueden regocijarse cuando Dios les utiliza en una forma grande. Pero es otra cosa regocijarse en la vida de otros. Bernabé tenía esa humildad y esa visión por la obra del Señor. No era egocéntrico. La prueba de esa humildad fue su decisión de buscar ayuda en la persona de Saulo de Tarso en cuanto a la enseñanza. ¡Qué cualidad más hermosa, la de preferir que otros sobresalgan! Nos hace pensar en el ministerio de Juan el Bautista que preparaba el camino del Señor. El dijo: “Es necesario que él crezca pero que yo mengüe”. Aquí tenemos a Bernabé haciendo la misma cosa con Saulo de Tarso, buscándole y proveyéndole entrada y oportunidad para funcionar como maestro. Por la forma de expresarse, aparentemente Bernabé no sabía exactamente donde estaba Saulo y mostró empeño para viajar más de 100 kilometros, no sabiendo si su viaje tendría éxito o no.
El testimonio del Espíritu en cuanto a Bernabé es tremendo. Con tres palabras o frases lo describe:
‑ “varón bueno” ‑ El único descrito así por Lucas en los Hechos. Era como José de Arimatea. Una calidad de vida con buenos sentimientos, integridad y buen testimonio, que cumple el Gran Mandamiento hacia Dios y hacia el prójimo. Era totalmente opuesto a estar enfermizo.
‑ “lleno del Espíritu Santo” ‑ la morada, la habitación del Espíritu en su plenitud. Vida dinámica, santidad, poder de lo alto se asocia con esa frase. Él vivía cumpliendo la voluntad de Dios en una forma plena.
‑ “y fe” ‑ Con esta frase Bernabé se asocia con los nombrados en Hebreos 11. El escritor de Hebreos comenta que entre otros resultados, por fe está la conquista de reinos, por fe el hacer justicia, el alcanzar promesas, el sacar fuerzas de debilidad, de tomar fuerzas en las batallas y de tener victorias en medio de gran sufrimiento. ¡Qué hermosa es esa clase de fe! ¿Y Bernabé? Fue mencionado con las mismas características que Esteban. Fe inquebrantable frente a las muchas exigencias de la labor. Fe para confiar en algo hermoso que Dios estaba haciendo con los no nombrados. Fe para con un hombre con una historia muy conflictiva, viendo en Saulo de Tarso una persona de promesa.
Más tarde este Saulo, inspirado en su carta a los Corintios, enlista fe como uno de los preciosos dones espirituales. Fe es la habilidad de percibir con confianza extraordinaria lo que es la voluntad de Dios. Es aquella posibilidad impulsada por el poder de Dios de confiar plenamente en situaciones difíciles, creyendo y a la vez actuando sobre esa creencia para hacer lo imposible. La fe tiene una visión por lo que Dios quisiera hacer y descansa en la certeza que Dios lo hará a su tiempo (Simms:2). Bernabé fue un varón de fe.
¿No será cosa clave en la fundación de iglesias, este aspecto de carácter de personas involucradas en los inicios? ¿No sería muy interesante tener a un Bernabé como parte del equipo que Dios usaría en determinado lugar?
En Bernabé contemplamos la importancia no sólo de carácter plenamente cristiano, sino también la importancia de su herencia cultural e histórica. Fiel a su nombre, el nombre Bernabé como sobrenombre dado por los apóstoles significa Hijo de Consolación. Era hebreo, pero uno de la diáspora y natural de Chipre. Habiendo nacido allí, era judío helenista. En la primera referencia a Bernabé, lo vemos con el don de la liberalidad, vendiendo una heredad, y trayendo el precio a los pies de los apóstoles. Desprendimiento y entrega. En la segunda ocasión que Lucas comenta de Bernabé, cuando los discípulos en Jerusalén mostraron desconfianza con Saulo como recién convertido, fue Bernabé que lo tomó, que lo llevó a los apóstoles, depositando en Saulo su confianza. Bernabé hizo esa presentación a estos líderes, contándoles “cómo Saulo había visto en el camino al Señor. . .” y “cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de Jesús”. Esta presentación hizo posible que Saulo pudiera estar con los apóstoles. Si Bernabé sólo tenía como fuente de información a Saulo, y con esa información confió en esa palabra, o si tuviera el testimonio de otros discípulos no lo sabemos. Pero sí sabemos que Bernabé ejercitaba el don de fe completamente en contra de la opinión de la mayoría, apoyaba a Saulo en un momento crítico de los inicios de su trato con el liderazgo en Jerusalén. Esa historia permita, pues, el actuar de Bernabé como enviado de Jerusalén hacia la nueva congregación en Antioquía.
Al ver la gracia de Dios, (teniendo ese discernimiento espiritual) Bernabé se regocijó “y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor”. Se muestra la importancia del don de la exhortación. Tomamos a este don como:
“la habilidad dada por Dios para acercarse a otros en tiempo de necesidad para confortarlos, animarlos, fortalecerlos, reafirmarlos y ayudarlos. También, este don es para acercarse a otros para amonestar y motivarlos a cumplir la voluntad de Dios” (Simms:2).
Con este don, Bernabé hizo una contribución muy sólida al nuevo grupo de hermanos y permitió una continuidad en la evangelización de tal forma que Lucas comenta que “una gran multitud fue agregada al Señor”.
Su exhortación estaba llena de ánimo. Fue una palabra atacando un problema, el problema de continuidad. Ya habían empezado a caminar con Cristo. Necesitaban acordarse de la fidelidad, la permanencia y su relación al Señor. Fue un claro llamamiento a afianzarse en esa relación espiritual con Cristo. No hablaba de muchos reglamentos. No enfatizaba normas para ritos, sino apelaba a una vida dinámica en relación a Cristo. Su mensaje en este sentido fue cristocéntrico. Subrayaba el señorío de Jesús y la demanda para una fidelidad. Bernabé les llamaba a una claridad de visión, un propósito bien claro, bien entendible, en el cual los nuevos discípulos podrían voluntariamente sentirse ubicados para seguir al Señor.
El contexto de esta exhortación fue un clima de gozo al contemplar la gracia de Dios en operación. Bernabé apelaba a estos hermanos al permanecer fiel en este contexto. Fue un ambiente, además, de libertad. La pequeña palabra “a todos” nos hace recordar que esta exhortación se dio tanto para judíos como para los griegos. Expresa una continuidad en la unidad cristiana. No exhortó Bernabé a los griegos a circuncidarse o a guardar las leyes hebreas. No nos habla de que fueron bautizados en agua o recibieron la imposición de manos (aunque es de suponerse que ambas cosas se hicieron en Antioquía, igual como en Samaria o Cesarea). Lo que Bernabé enfatizó, precisamente fue una unidad de fe, tanto para griegos como judíos en torno a la persona de Cristo. ¡Tremenda exhortación hacia la gracia, hacia la libertad y hacia la unidad de Cristo! (Rackham:168-169).
Agabo
Agabo era uno de los profetas que descendió de Jerusalén. No sabemos mucho de él, pero aparentemente reaparece en Hechos 21:10, advirtiendo a Pablo sobre su futura situación como preso. Agabo tenía un ministerio de corto tiempo en Antioquía porque en Hechos 13:1 y 2 no es mencionado entre los profetas y maestros de la congregación. Su ministerio corto en la iglesia tenía un resultado de beneficencia muy hermoso. El don de profecía, en este caso, tenía que ver con una pronosticación de una gran hambre. Lucas afirma que Agabo lo “daba a entender por el Espíritu”. En cuanto a este ministerio profético el Dr. Marshall comenta:
“Las funciones (de los profetas) eran varias e incluyeron tanto la exhortación como el predecir cosas futuras; probablemente daban exposiciones del Antiguo Testamento, usando su discernimiento espiritual para mostrar cómo sus profecías se cumplieron con los eventos de las nuevas iglesias. Su actividad se ligaba con el nuevo sentir de inspiración asociada con el don del Espíritu Santo en la iglesia” (203).
El ministerio profético autenticaba o más bien fortalecía la joven congregación. Al haber recibido la profecía de Agabo, ellos tenían el mismo espíritu de querer dar que tenían los hermanos tiempo antes en Jerusalén. La colecta se hizo, cada discípulo “conforme a lo que tenía” con la determinación de “enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea”. Lo instrumentaba, enviándolo por medio de Bernabé y Saulo a los ancianos de las iglesias de Judea. Vemos que el don de profecía, usado en este contexto, instruía y motivaba a la congregación a tomar una decisión. Una vez tomada la decisión, resultaba en un servicio material a personas fuera de la iglesia de Antioquía.
Saulo de Tarso
Lucas se refería a este siervo con su nombre hebreo y con su ciudad de identificación. Fue después, en su primer viaje misionero que Lucas comienza a usar el nombre Pablo. (13:9). Antioquía no es el primer lugar de ministerio para Saulo. Después de su conversión predicaba en Damasco, ministraba por un tiempo corto en Jerusalén, luego pasó por Cesarea en ruta a Tarso, y posteriormente estaba en las regiones de Siria y Cilicia. Pasaba bastante tiempo, unos 14 años, antes de volver a Jerusalén con Bernabé para llevar esa ofrenda de la iglesia de Antioquía.
Era otro siervo de afuera, buscado por Bernabé, a llenar una necesidad que surgió por la multitud grande de personas que se habían convertido. Bernabé vio esto y fue guiado a buscar a Saulo de Tarso, llevándolo para su ayuda en la iglesia.
Las frases que identifican el ministerio de Saulo de Tarso junto con Bernabé son: “se congregaron allí todo un año con la iglesia”, “y enseñaron a mucha gente”. La primera frase fue usada para congregarse en adoración, alabanza y la predicación. Pensamos que Saulo contribuía a este aspecto de crecimiento en la congregación. Implica, también, la idea de una organización dinámica que permita un buen funcionamiento de la iglesia. Además, “se congrega” puede indicar la obra de agrupar a judíos y griegos en una sola congregación. Por lo que sucedió después en los viajes misioneros de Pablo, pensamos que su estadía con la congregación no fuese pasiva o sin adelantos en sus funciones como siervo del Señor.
El ministerio de enseñanza fue compartido con otros hermanos como Bernabé, Simón, Lucio y Manaén. Saulo de Tarso también contribuía a la enseñanza de mucha gente. La palabra “enseña” habla de una comunicación de información y un cambio en la vida de las personas enseñadas. Hubo éxito en el aprendizaje. El tiempo de “todo un año” favorecía ese aprendizaje. El resultado lo vemos en que la gente de afuera les llamó “cristianos” a los discípulos. Esto nos habla de una información de Cristo que resultaba en cambios de estilo de vida. Los discípulos eran reflejo de su Señor.
La forma de expresar esta enseñanza sugiere una enseñanza sistemática, organizada y no totalmente improvisada. Hay quienes piensan que los materiales de las cartas paulinas comenzando con 1ra. y 2da. a los Tesalonicenses se derivan de sus enseñanzas en Antioquía (C.H. Dodd en Harrison:194). ¡Qué formidable la enseñanza presentada a los nuevos hermanos en Antioquía!
Otros dos eventos acompañan la vida de Saulo de Tarso en Antioquía. El llevó la ofrenda de ayuda a los hermanos que habitaban en Judea. Antes de esto “no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo; solamente oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba. Y glorificaban a Dios en mí” (Gá. 1:22‑24).
El, que fue motivo de sufrimiento, ahora en este viaje es motivo de alivio y de ayuda.
Posiblemente en este viaje a Jerusalén tenemos los eventos que Pablo expresa en Gá. 2:1‑10: “expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles”. (v. 2). Ya estaba en su corazón y seguramente en su enseñanza la importancia de una correcta teología sobre nuestra libertad en Cristo. Saulo sabía de la controversia generándose que iba a florecer después del primer viaje misionero y que iba a culminar en la disputa sobre la circuncisión y la salvación por fe en el Concilio de Jerusalén. Si el Dr. F.F. Bruce es correcto, la batalla sobre la enseñanza paulina de “nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús” comenzaba en ese tiempo.[1]
Los énfasis de enseñanza en esta situación de Antioquía eran (tomando los primeros capítulos de Gálatas como probable referencia):
- Solamente salvación en Cristo ‑ no existe otro evangelio verídico. (1:6, 7).
- El evangelio de Cristo es evangelio de la revelación divina. (1:12).
- El evangelio es mensaje de libertad y no de una esclavitud de ley o de ritos. (2:5).
- Salvación o la justificación delante de Dios es por la fe en Cristo y no por obras. (2:6).
- Identificación con Cristo es por la gracia de Dios. (2:20, 21).
- La recepción del Espíritu Santo es por el oír con fe. (3:2).
- La vida cristiana se vive en la suministración del Espíritu Santo por fe. (3:5).
- Todas las naciones son bendecidas por el linaje de fe, comenzando con Abraham y culminando en Cristo. (3:8, 9, 13, 14).
- “La ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo,” (3:24, 25).
- En Cristo somos uno. “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer;” (3:28).
Seguramente hubo mucho más que Saulo de Tarso, con Bernabé, estaba compartiendo en sus enseñanzas. Pero, ¡qué formidable esa enseñanza! ¡Con razón se levantó polémica cuando otros comenzaron a enseñar que para ser salvo uno tenía que circuncidarse! Ya una base doctrinal muy fuerte fue puesta en ese tiempo de un año que Saulo acompañaba a Bernabé en Antioquía en la enseñanza.
Otro acontecimiento afectó la vida de Saulo de Tarso. Fue en Antioquía que la continuación del cumplimiento de aquella palabra profética de Ananías toma fuerza. El Señor le había dicho a Ananías en referencia a Saulo: “Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;” (Hch. 9:15).
Saulo, ya estando en Antioquía, había tenido una experiencia de un año de enseñar/evangelizar tanto a griegos como a judíos. Antes de esto estaba en las regiones de Siria y de Cilicia. Entre los otros profetas y maestros Saulo estaba cumpliendo su ministerio. Lucas comenta que fue un ministerio al Señor en adoración, oración y ayuno. Saulo formaba parte de un grupo de personas nombradas en un ministerio especial; el de ser profeta y maestro. En esta situación, el Espíritu Santo dijo: “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que yo los he llamado” (Hch. 13:2). Aquí, los dirigentes de la congregación y luego toda la congregación de Antioquía recibieron una clara indicación por parte de Dios de la necesidad de despedir a Bernabé y a Saulo para otro viaje; un viaje misionero que resultaría principalmente en la extensión del evangelio.
En este acontecimiento recalcamos elementos como:
- Saulo sirviendo como parte integral de un equipo de ministerio en una iglesia local.
- Saulo fue señalado entre profetas y maestros. Pensamos que él evidenciaba en su ministerio los dos dones mencionados.
- La iniciativa del llamamiento es de parte del Espíritu de Dios. Este llamado específico a salir concuerda con el llamamiento previo a Saulo.
- Lucas menciona a Saulo en el último lugar en la lista de profetas y maestros. Bernabé es mencionado primero en cuanto a quienes deben de salir. No necesariamente tenemos que deducir una inferioridad del liderazgo de Saulo. Podremos entender que el tiempo de su destacado liderazgo sencillamente no había llegado todavía. Pronto llegaría en el primer viaje misionero.
- Notamos la importancia de “ministrar al Señor” en una vida de oración, ayuno, súplica y entrega en Saulo como en los demás dirigentes. Su devoción a Cristo, su celo para el Señor, su entrega sin reservas la encontramos en su carácter y conducta.
- Una vez que los hermanos recibieron, por parte del Espíritu, el llamado “para la obra” había oración y ayuno adicional. En medio de la congregación, Bernabé y Saulo recibieron la imposición de manos y su despedida. Es la segunda ocasión que Saulo recibió la imposición de manos. Ananías anteriormente fue enviado por el Señor para que Saulo recibiera la vista y fuera lleno del Espíritu Santo.
- Obediencia a este llamamiento siguió en Bernabé y Saulo. “Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo descendieron…”
Las vidas de Esteban, Bernabé, Agabo y Saulo de Tarso eran importantes para la congregación de Antioquía. Es probable que la buena marcha de la iglesia no dependía exclusivamente de ellos, porque Lucas también menciona a Simón, el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene y Manaén.
Tanto los no nombrados, como las personas específicamente nombradas tenían su parte en lo que Dios estaba efectuando en Antioquía. ¡Qué hermoso ‑ todo lo que hace nuestro Dios!
LOS RESULTADOS
¿Cuáles fueron los resultados registrados por Lucas en Antioquía? ¿Cómo o en qué forma podremos esperar algunos o todos estos resultados en nuestro ministerio? Primeramente miremos a la comunicación.
Una Comunicación Eficaz
Decimos que hubo una comunicación eficaz con la idea de un mensaje discifrado en forma relevante y aceptado en los receptores con cambios de actitud/conducta.
Las palabras variadas de comunicación nos hablan de una comunicación verbal: “hablaron”, “anunciado”, “exhortó”, “dijo”, “se les llamó” y “he llamado”. Hubo palabras que podrían ser verbales en su contexto pero que van más allá de lo verbal: “enseñaron”, “daba a entender”, “orando” y “ministrando éstos al Señor”. Luego, también, tenemos palabras de comunicación no verbal: “vio” y “enviándolo”. Unas palabras de comunicación apelaban al intelecto de las personas proveyéndoles información: “hablaron”, “dijo”, “llegó la noticia” y “he llamado”, pero otras palabras de comunicación apelaban a la voluntad del oyente a que tomara una acción positiva respecto al mensaje. Las palabras “anunciando el evangelio del Señor”, (vs. 20), tienen este significado de apelar a un cambio de voluntad. “Creyó y se convirtió” al Señor hablan de una decisión de voluntad.
Hubo palabras de comunicación de emoción, juntamente con el intelecto y la voluntad. Al ver la gracia de Dios operante en los nuevos creyentes, esa manifestación produjo en Bernabé un regocijo. En otras de las palabras mencionadas podría haber tenido emoción tanto como cambios intelectuales o de voluntad. Las actividades verticales entre el hombre y su Dios como la oración, el ministerio al Señor y el Espíritu dando a entender un mensaje por el profeta, generalmente no carecen de emoción, sino involucran al hombre enteramente ‑‑su intelecto, su voluntad y su emoción.
Lucas afirma la realidad de una comunicación del evangelio hombre a hombre que supera barreras culturales. Era de judíos ‑‑algunos helenistas por cierto‑‑ a los griegos. Lo que antes había pasado con los judíos ahora sucedió con los griegos. La conversión a Cristo tenía el mismo resultado con los de una cultura diferente. Hubo la equivalencia dinámica de vidas transformadas.
Los materiales textuales afirman que esta comunicación no sólo era entre hombres, sino una comunicación de Dios al hombre. Sí, Dios utilizaba a los hombres en el anuncio del evangelio que producía una conversión. Específicamente, Lucas comenta de esa comunicación divina/humana con las expresiones “daba a entender por el Espíritu”, y “dijo el Espíritu Santo”. Aquel que no acepta la realidad de una comunicación divina/humana, sencillamente tendría que decir que Lucas miente y que no existe tal cosa. Sin embargo, el cristiano no sólo acepta la realidad de tal forma de comunicación, sino fundamenta su fe en esa clase de comunicación. Dios se revela. Dios se comunica con el hombre. En estos dos casos de comunicación, divina/humana, la forma era a través del don de profecía. Agabo podía hablar de una gran hambre que azotaría al pueblo. Lucas no nos dice cómo Dios, por su Espíritu, indicaba la necesidad de apartar a Bernabé y a Saulo para la obra, pero es de suponer que esta manifestación vino por medio de uno de los cinco profetas que estaban presentes (Rackham:190 y Harrison:203).
La comunicación manifestada en la iglesia de Antioquía no era unilateral, sino más bien un intercambio entre las personas. Hubo una retroalimentación por los cambios efectuados en los receptores. El ambiente de la iglesia respira diálogo. Dios hablaba. La iglesia oraba, “ministrando” al Señor. Hubo ese diálogo entre Dios y la iglesia.
Había también una comunicación interesante entre iglesias. Lo que sucedió en Antioquía llegó “a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén”. Ellos enviaron a Bernabé a ser un observador y participante. Esta clase de comunicación entre iglesias tenía su respuesta más luego cuando los hermanos de Judea recibieron la ofrenda de Antioquía. La comunicación, en este caso, fue iniciada por el Espíritu Santo a Agabo. Agabo lo comunicó a los discípulos en Antioquía. Ellos recibieron esta palabra, transformando un mensaje verbal a un socorro material. Ellos ocuparon a dos de los siervos para que lo llevaran a los hermanos de Judea. Estos siervos, Bernabé y Saulo, lo llevaron a los ancianos, los cuales lo hicieron llegar a los hermanos de la iglesia. Esta comunicación seguramente tenía un mensaje verbal, pero su esencia principal fue una comunicación de amor a través de una ayuda material.
Es también interesante que la comunicación evangélica no dependía exclusivamente de los dirigentes nombrados por Lucas. Los no nombrados que “habían sido esparcidos a causa de la persecución de Esteban” tuvieron éxito en su comunicación. No esperaban a que Bernabé, Saulo de Tarso u otra persona eminente llegara para comenzar la comunicación. Es más, estos hermanos no se sintieron limitados a que hablaran únicamente a su propia gente ‑‑culturalmente hablando. Traspasaron una frontera cultural bien grande cuando “hablaron también a los griegos”. En su amor por el Señor y en el amor por las gentes, estos no nombrados pudieron superar las barreras propias, barreras teológicas o filosóficas que tendían a limitar su área de actividad. Hubo un rompimiento en esa distancia cultural. Entraron, hablaron la palabra con suficiente claridad y suficiente persuasión ya que había respuesta en “un gran número”.
Notamos la importancia de los dones espirituales en la comunicación de la iglesia de Antioquía. En los dones de exhortación (Bernabé), enseñanza (Bernabé y Saulo), y profecía (Agabo), tenemos indicaciones que había una intensidad de comunicación que no sólo permitió el anuncio de un mensaje, sino un impacto que producía los cambios convenientes. El don de evangelista no fue mencionado, aunque es de suponer que varias personas no nombradas ejercían ese don.
En cuanto a los mensajes específicos comentados por Lucas, cada mensaje asociado con un don espiritual no sólo contenía cierta información, sino se basaba en una necesidad real. La exhortación de Bernabé tuvo que ver con la tendencia de comenzar fuertemente en la vida cristiana, pero de fallar en su continuidad. El mensaje profético de Agabo informaba y pronosticaba sobre una gran hambre. Se basaba en la necesidad de esa hambre. También el mensaje profético que lanzó el equipo misionero de Bernabé y Saulo tenía su base en la necesidad de personas carentes del evangelio.
La iglesia y experiencias de Antioquía nos presentan matices interesantes en cuanto a la comunicación en una iglesia joven.
Conversión/Discipulado
Una parte de los resultados de la obra divina en Antioquía nos indica de la conversión a Cristo por parte de griegos tanto como de judíos. No es la primera vez en Hechos que personas no judías se convierten al Señor. La importancia de la conversión de muchos griegos en Antioquía es contemplada en la historia posterior. Esta iglesia era una base misionera para viajes misioneros. La delegación de Antioquía llevó una inquietud muy grande y planteó la manera de conversión únicamente por fe para los gentiles en el Concilio de Jerusalén. Posterior al libro de Hechos, Antioquía llegó a ser un centro de reflexión teológica y su obispado uno de los cuatro grandes patriarcas de la iglesia. Entre sus prominentes figuras cristianas están Ignacio de Antioquía y Crisóstomo.
El Dr. Latourette dice de Antioquía:
“En las grandes ciudades de la cuenca mediterránea, importantes centros como eran de la cultura helenista, llegaron a ser especialmente numerosos los cristianos. Antioquía y Alejandría eran notables por sus numerosas y fuertes comunidades cristianas” (114).
A la luz de la historia, las palabras de Lucas cobran importancia. La evangelización no era superficial. No fue únicamente un anuncio verbal y eventual que se quedó con una mera proclamación. Hubo persuasión, presencia e incorporación en esa evangelización.
Conceptos claves son la realidad de conversión y una efectividad en el discipulado. Hubo conciencia hacia un seguimiento fiel al Señor.
Lucas enfatiza una obra de Dios en las vidas de muchas personas que escuchaban no sólo de oído, sino de corazón. El dice que “la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor”. La palabra __________________ (se convirtió) significa que uno se da vuelta, cambiando su postura y conducta en relación a Dios. Es un cambio de andar en una dirección alejándose cada vez más de Dios. En vez de seguir esa dirección opuesta y en rebeldía contra Dios, la persona vuelve al Señor. Vuelve en fe como expresa a este contexto con la palabra “creyó”.
La conversión significaba para estas personas un seguimiento a una Persona. Se especifica con la frase, “al Señor”. Era una entrega de la vida personal al señorío de Jesús. Contaba con un seguimiento como discípulo, como aprendíz y como uno dispuesto a obedecer al Maestro. En base del perdón de pecados, y de la liberación de una pasada manera de vivir, había liberación para vivir una vida nueva en Cristo.
Los signos de esfuerzos hacia un discipulado fuerte son varios. La exhortación de Bernabé “a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor” es uno de estos signos. No podemos imaginar que los hermanos estuvieran contentos con una profesión de fe nada más. La palabra “discípulo” significaba mucho más. Seguramente el arrepentimiento, el bautismo en agua, el crecimiento en conocimiento de la palabra de Dios y la conciencia de la presencia y morada del Espíritu Santo en la vida de cada discípulo eran cuestiones atendidas por la congregación.
Bernabé, viendo un grupo tan grande de nuevos hermanos, se empeñó no sólo en su propia contribución al bienestar de los nuevos, sino hizo el viaje, la búsqueda y la petición a Saulo de Tarso para que él ayudara en la enseñanza.
Las palabras “se congregaron”, “enseñaron” y “ministrando” nos hablan de un discipulado a conciencia. Los hermanos tomaron un estilo de vida en el que practicaban la oración y el ayuno. Esto revela intensidad de vida. Estaban dispuestos a seguir la indicación del Espíritu tanto en ministrar al Señor como en ministrar al prójimo. Nos hace pensar que el Gran Mandamiento de amar a Dios primero y amar al prójimo como a sí mismo estaban vigentes.
Conciencia Social
La conciencia social se deriva del entendimiento de la voluntad de Dios en un contexto muy particular para superar barreras y llenar necesidades reales. Esto hicieron los hermanos de Antioquía. La comunicación del evangelio superó la barrera cultural pasando de los judíos a los griegos. Eran unos varones de Chipre y de Cirene que salieron del molde de no hablar “a nadie la palabra, sino sólo a los judíos”. ¡Qué difícil fue para la iglesia primitiva salir de su ambiente cultural para hacer una evangelización adecuada! ¿Y no es difícil todavía que la iglesia tenga conciencia social en esta dimensión de la obra del Señor? ¡Tan apegados somos a lo nuestro, a nuestra familia, y a nuestra gente! Muchas veces no tenemos ni tiempo, ni visión para otros grupos disimilares al nuestro.
Había una concientización social por la gente fuera de su propia iglesia que estaba por sufrir hambre. Dios avisó a la congregación. Lo creyeron y actuaron sobre el conocimiento de esa necesidad física. Su respuesta era individual y colectiva como grupo. “Cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea.” Lo enviaron con Bernabé y Saulo. Era una acción social de ayuda material como ofrenda de su amor fraternal. Intentaron llenar una necesidad material. Esto demuestra un interés material y palpable que confirmaba una calidad de vida espiritual. Estos hermanos habían aprendido la verdad de Mateo 25 cuando Jesús dijo: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis (sustentar a los hambrientos) a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40).
El Envío de Liderazgo para la Obra Misionera
¡Qué tremenda la forma y manera de obrar del Señor! Aquí también en la iglesia de Antioquía Dios toma la iniciativa para la extensión de su propósito en el mundo. Nos llama la atención que el llamamiento era para dos de los líderes ocupados de la congregación. El envío subsecuente de Bernabé y Saulo de Tarso por el Espíritu Santo obedecía a esa iniciativa.
Lucas narra que en medio de un ministerio al Señor, entendido como adoración, alabanza, oración y tal vez con los cánticos al Señor, Dios indicó ese llamado específico. La importancia de ambiente, clima espiritual y ejemplo congregacional se enfatiza. ¿No será para nuestras congregaciones un desafío a que puedan vivir también esa clase de ambiente espiritual? El ayuno fue parte de su ministerio al Señor. Antes de ese llamamiento estaban ayunando. Después también, y en este último caso los comentaristas piensan que la iglesia y no sólo el liderazgo estaba ayunando y orando.
Para los judíos el ayuno se asocia con el Día del Perdón una vez por año. Así la ley lo encomienda. Con el tiempo judíos piadosos comenzaron a ayunar 2 días a la semana, lunes y jueves. Muchos de los primeros cristianos continuaron el ayuno de dos días a la semana, pero cambiando los días a miercoles y viernes. Se estimaba al ascetismo en gran manera. El peligro de pensar que se pudiera presionar a Dios a través del ayuno estaba latente. Entendemos que el mismo orgullo que los fariseos tenían (menospreciando a los que no ayunaban), podría haber aparecido. Sin embargo, el liderazgo de Antioquía daba ejemplo a la congregación en este ministerio y ayuno ante el Señor. La congregación también participaba.
Los hermanos señalados por el Espíritu del Señor eran dos de los principales. Bernabé tenía un papel mayor que Saulo de Tarso. Él llegó de Jerusalén, ayudaba en la exhortación y enseñanza y buscó para la iglesia ayuda en la enseñanza. Estos hermanos estaban entre los profetas y maestros. Es probable que los dos tenían estos dones espirituales. Es interesante notar que Dios señala a dos hermanos muy ocupados, muy entregados a la obra, y en cierto sentido hombres clave para la obra de Dios en Antioquía. Ya tenían experiencia. No eran neófitos, sino con la experiencia de las luchas y sufrimientos. Sobre ellos, Dios estaba poniendo su mano para que saliesen.
Lucas atestigua a la personalidad del Espíritu Santo con las palabras: “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”. La expresión “dijo”, el pronombre “me” y la forma del verbo “he llamado” habla de una persona que está llamando, impulsando y haciendo. El Espíritu es el guía de la iglesia, y en momentos cruciales se manifiesta su dirección como en este caso.
Además, la palabra “apartadme” tenía significado en cuanto a una consagración de vida y una dedicación a una tarea específica. Tiene su herencia histórica en el Antiguo Testamento en la consagración del primogénito, los levitas, y en los hijos de Aarón para un ministerio especial y definido. Aquí, también, el Espíritu estaba indicando que tendría un ministerio definido “para la obra a que los he llamado”.
Después de un tiempo de oración y ayuno, la congregación se hace solidaria con estos dos en su llamamiento particular a través de la imposición de manos. La iglesia reconoce en ellos ese llamamiento divino. No imparte por la imposición de manos algo que no tuviera antes de parte del Señor. Los reconoce como enviados del Señor. Los bendice en su despedida. Es como una encomendación a la voluntad del Señor para cumplir el apostolado.
Los resultados eran formidables. Una comunicación eficaz del poder de Dios en el evangelio, tanto por los no nombrados como en las personas específicas mencionadas. La conversión y su subsecuente discipulado causaba influencia en la ciudad de Antioquía cuando los demás llamaron a los discípulos “cristianos”. La conciencia social provocada por un genuino amor, y el envío misionero de dos de sus líderes habla de una vida cristiana de vigor. ¡Qué hermosa la obra de nuestro Dios!
NOTAS
1 F.F. Bruce, The Acts of the Apostles: The Greek Text with Introduction and Commentary, (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1973), pág. 236.
2. Everett F. Harrison, Acts: The Expanding Church, (Chicago: Moody Press, 1975), pág. 182.
3 F.F. Bruce, op. cit., pág. 242.
4 Richard B. Rackham, The Acts of the Apostles, (London: Methuen and Co. LTD, 1901), pág. 170.
5 Donaldo Simms, “Definición de los Dones Espirituales”, una monografía preparada de definiciones adaptadas de C. Pedro Wagner, (Seminario Teológico Bautista Mexicano, n.f.), pág. 2.
6 Ibid.
7 Richard B. Rackham, op. cit., págs. 168‑169.
8 Howard Marshall, The Acts of the Apostles, (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1980), pág. 203.
9 Everett F. Harrison, op. cit., pág. 184. Harrison cita a C.H. Dodd en su comentario.
10 Los comentaristas no están de acuerdo sobre la fecha de escribir el libro de Gálatas, si fue antes o después del Concilio de Jerusalén
11 Richard Rackham, op. cit., pág. 190, o Everett Harrison, op. cit., pág. 203.
12 Kenneth Scott Latourette, Historia del Cristianismo I, (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1979), pág. 114.
[1]Los comentaristas no están de acuerdo sobre la fecha de escribir el libro de Gálatas, si es antes o después del Concilio de Jerusalén.
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