Guía de Estudio: Desafíos en el Liderazgo Espiritual Download PDF
Vivamos la Plenitud del Espíritu
Ver, articular y cumplir la visión de Dios
Módulo 5 Desafíos en el Liderazgo Espiritual
Profesor: Dr. Pedro Larson
Vivamos la Plenitud del Espíritu 5:15-20
(Tomado del libro PRINCIPIOS DE LIDERAZGO ESPIRITUAL , 115-127)
Pedro A. Larson
Esta frase nos hace recordar el excelente libro del Dr. Pat Carter quien titula su libro con estas mismas palabras, agregando el principio de continuidad en la vida cristiana de “cada día”. Esto, sí, debe de ser el profundo anhelo de cada creyente y sin excepción de cada dirigente. El principio de la plenitud del Espíritu surge de nuestra imitación a Dios, tanto en el andar en el amor agape como el andar como hijos de luz. Si la frase de interés central es “antes bien sed llenos del Espíritu”, el contexto de esa llenura es de mucha importancia. ¿Qué asuntos toca esa exhortación?
– La diligencia de nuestra conducta “no como necios sino como sabios”.
Tenemos que atender la manera de nuestro caminar, no haciéndolo con necedad, sino con sabiduría. Cuántas veces, después de los hechos, uno lamenta no haber hecho mejor las cosas. Sin embargo, aquí no sólo se refiere a la manera de hacer las cosas, sino también al carácter de la persona que las haga. El apóstol recalca la importancia del ser cristiano con el hacer cristiano. Del ser se desprenden las acciones sabias. En esto está un sentido de ser adecuado o capacitado para actuar a la altura de la voluntad de Dios.
– La diligencia de nuestra conducta toma en cuenta nuestra manera de usar el tiempo. “Aprovechando bien el tiempo porque los días son malos.”
La idea de aprovechar bien el tiempo es de buscar las oportunidades en ventaja y no ceder a las desventajas. En algunas situaciones la idea es de rescatar por medio de un precio, como en el caso de la vida de Jesús entregada por nosotros. El nos redimió. El buscó la ventaja, aprovechando bien el tiempo. Algunos han mirado esta idea de pagar el precio y de redimir el tiempo como algo hecho por Jesús con los hombres malos, o con Satanás mismo; como si fuera Jesús cumpliendo un trato. En ello se hace el rescate. Es de la opinión, tanto del Dr. Salmond como del Dr. Bruce, que el énfasis de esta frase no debe llevarse el ejemplo de Jesús en su redención del hombre porque está en vista nuestro caminar cristiano y no en el ejemplo del sacrificio de Jesús. Lo que se debe de aprovechar es el tiempo (KAIROS) –tiempo en este caso apropiado, exacto, y del momento oportuno de Dios. Esta clase de tiempo está dentro de las veinticuatro horas del día, pero es un tiempo muy especial, el cual uno debe de rescatarlo para no perderlo. Pasará el momento, pasará el tiempo exacto del KAIROS y si uno no lo aprovecha, actúa mas bien con necedad y no con sabiduría. (Salmond 1961:303 y Bruce 1961:109).
La exhortación del buen aprovechamiento del tiempo está motivada en medio de un contexto de este mundo señalado como “días malos”. No son únicamente las circunstancias adversas o los problemas inherentes en la vida para la humanidad, sino que está en operación la fuerza del maligno, una potestad de maldad. Por esta razón, el líder cristiano debe actuar con prontitud en cuanto a las oportunidades de su tiempo. Con la finalidad del reino de Dios y la gloria de Cristo, debemos de aprovechar bien el tiempo que el Señor nos cede.
– La diligencia de nuestro andar con el Señor tiene el propósito de no estar en ignorancia, sino con el entendimiento de la voluntad de Dios. “Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.”
Como líderes, cultivemos diligentemente el entendimiento de la voluntad del Señor. Por el contexto esto se conoce al ser ligado a la llenura del Espíritu Santo. ¿Por qué tanto titubeo en cuanto a la voluntad de Dios en el liderazgo cristiano si la llenura del Espíritu Santo es patrimonio de todos los cristianos? ¿Estamos cultivando una buena hermenéutica en nuestra vida cristiana? ¿Es parte de nuestra diligencia una búsqueda continua de la voluntad de nuestro Amo y Señor? Si vivimos en esa búsqueda, estamos diciendo un fuerte NO a la ignorancia y la insensatez. La palabra “insensatez” es muy fuerte porque significa estar sin razón y estar sin la inteligencia moral que la circunstancia demanda. Dios está queriendo que nuestro entendimiento se exprese en un conocimiento inteligente, comprensivo y extensivo en contraste con algo ligero o pasajero.
¡Qué precioso debe de ser tanto para cada dirigente como para cada seguidor, el entendimiento de la voluntad de Dios!
– La diligencia de nuestra conducta contempla una abstención de una vida de disolución. “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución;”.
La embriaguez de vino produce no una solución sino disolución. El ejemplo de tomar en exceso era conocido en el tiempo del apóstol y sigue siendo un ejemplo en nuestros tiempos. La conducta de diligencia en el creyente toma en cuenta lo que pudiéramos beber y hacer con nuestro cuerpo. Vemos los resultados del exceso de bebida en el desenfreno y el rompimiento de los vínculos de conducta convenientes y normales. Nuestro andar es de valor delante de Dios y delante de las demás personas. ¡No lo tratemos como si no tuviésemos cuidado! Consideremos con seriedad todo aquello que nos conduce a la disolución.
– La llenura del Espíritu Santo produce una expresión diferente en nuestro hablar y cantar. “Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones;”.
Al ser lleno del Espíritu Santo, nuestra comunicación es hacia Dios y hacia otras personas, “entre vosotros”. ¡Cuán importante es la comunicación! Muchas veces fallamos en ella y no comunicamos lo conveniente. Vemos que la llenura produce una comunicación eficaz.
La comunicación descrita aquí enfatiza la alabanza que glorifica a Dios y luego edifica a las personas. En cuanto a lo cantado, y ¡qué hermoso el cántico de los hermanos!, el Dr. Bruce comenta:
“Si tenemos que distinguir entre los tres tipos de composición musical (no específicamente concuerda con las tres clases de composición presentadas en los Salmos del Antiguo Testamento), los ‘salmos’ se refieren al salterio del Antiguo Testamento, el cual ha provisto una fuente perenne de alabanza cristiana desde los primeros tiempos; los ‘himnos’ posiblemente denotan las canciones cristianas que han sido reconocidas en varias porciones del Nuevo Testamento (incluyendo 5:14), y los ‘cánticos’ espirituales podrían ser los no premeditados cantados en el Espíritu, dando voces para alabanzas y aspiraciones santas.” (111).
Para muchos de nosotros (y tal vez sea un reflejo de que no seamos siempre llenos del Espíritu), nuestro silencio en el canto es llamativo. No cantamos lo suficiente. La fuerza de esta frase no sugiere la alabanza formal del culto, sino mas bien una expresión de nuestra vida, de comunicación de bendición en medio de las demás gentes y hacia nuestro Dios.
La frase, “cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”, habla de esa melodía que toma su lugar en la quietud del corazón. Esto especifica una clase de alabanza interna de meditación y adoración a Dios, no precisamente hablada delante de las demás personas. El reto devocional es muy fuerte. Así que, tanto una expresión externa como una comunicación interna de alabanza es producto de ser lleno del Espíritu Santo. ¿Cuál es nuestra evaluación de llenura en vista de nuestra alabanza?
– La plenitud del Espíritu produce en nuestras vidas un clima de gratitud. “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.”
Una persona llena de acción de gracias es una persona que esparce bendición y anima a los demás. El contexto de esa acción de gracias está en la comunidad de fe. La gratitud se desprende de las personas individualmente y como una colectividad provee un ambiente para su expresión. El liderazgo puede tomar el pulso del grupo al evaluar el ambiente de gratitud. La gratitud es saludable. Anima cuando hay muchas dificultades. La gratitud llega a ser como una ofrenda delante de Dios. Con ella el grupo extiende la bendición a todos sus miembros.
En esta frase que surge de la llenura del Espíritu, nos desafían enseguida tres conceptos. “Dando siempre gracias”. . . la palabra siempre. Muchos de nosotros tenemos períodos en que nos sentimos muy agradecidos con Dios. Pero, también tenemos tiempos cuando ésto se nos dificulta y nos embarga una sequedad o una aridez de vida. Batallamos con la constancia y con la perseverancia. El hecho de ser agradecido se puede relacionar con una consciencia sobre la llenura del Espíritu Santo. De todos modos, aquí está un desafío hacia una vida de gratitud siempre.
El segundo desafío es con las palabras “por todo”. En estos últimos meses personalmente he batallado con el cáncer. Los altibajos con esta enfermedad han sido difíciles. No ha sido nada placentero. ¿En qué sentido puedo yo dar gracias por “todo”, entre lo cual está este mal de salud? Comprendo que hay muchas lecciones hermosas que he podido tener en ello: un poco más de entendimiento sobre la soberanía de Dios, la confianza de su protección, su cuidado, su constancia y su gran amor. Digo, ¡qué preciosa su gracia en medio de la debilidad! ¡Qué hermosa su presencia y qué cercana ha estado su mano! ¡Qué atento su oído a mi clamor! ¡Qué bendición el descanso que me ha dado en su providencia! ¡Qué ayuda recibí de él al entender un poco más que “todas las cosas nos ayudan a bien”!
El amor expresado por mi familia, amigos, colegas, estudiantes y miembros de diferentes congregaciones ha sido hermoso. En esta experiencia, también, he sentido un poco de la tragedia de la persona que no tiene a Cristo al pasar por la angustia y dolor. ¡Qué horror! ¡Qué pena! ¿No debo de ser desafiado en todo ello y aún con el desafío sentirme muy bendecido por Dios? Sí, por todo este “paquete” que el Señor me ha dado puedo decirle muchas gracias.
La fuerza del ejemplo de Pablo nos anima hacia un estilo de vida de dar gracias siempre en todo. El pasaje paralelo de Colosenses 3:17 refuerza la idea de hacerlo “todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”.
Yo sé que para muchos este estilo de vida en la llenura del Espíritu no es fácil. ¡Cuesta! Reconozco la interpretación posible de este todo que enfatizara las bendiciones de Dios y no específicamente el hecho de estar dando gracias por cosas malas o la maldad en sí. El Dr. Salmond comenta:
“La epístola (a los Efesios) no tiene en mente particularmente los sufrimientos de los cristianos, pero con lo que el cristiano recibe de Dios y de su servicio consecuente. Es más de acorde, pues, con el contexto de entender el todo en referencia a todas las bendiciones del cristiano, con todo el bien que llega de Dios.” (364).
El tercer desafío es con el enfoque de nuestra gratitud. . . “al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. La gratitud tiene su enfoque no en las circunstancias alrededor de nosotros, sino en Dios nuestro Padre. Él es el origen de todo bien y de toda la vida. Nuestra tendencia es fijarnos en las circunstancias y en base de las que estimamos como buenas ser agradecidos. Al poner el enfoque primeramente en Dios como base de nuestra profunda gratitud, aun la percepción nuestra de las circunstancias cambian. Todo está en su mano y bajo su control. El es nuestro buen Padre. La bendición de una relación de intimidad con Dios también se subraya. El, que es el eterno y sublime Dios Alto y Grande es también nuestro Padre. ¡Qué bendición!
La frase, “en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” tiene diferentes enseñanzas en las Escrituras según el contexto. Habla de la autoridad de su nombre o el honor a su nombre. También podría recalcar la dependencia que tenemos en Cristo. Salmond dice de este versículo:
“Aquí, probablemente, la expresión es de hacer algo en dependencia de Cristo, o en referencia de lo que él es.” (364).
Así que, entendemos que damos gracias por todo, teniendo el enfoque en nuestro buen Padre y en dependencia del Señor Jesucristo. Al pensar en Jesús decimos:
Gracias, nuestro bendito Jesús, por
tu carácter, vida, luz, palabras, milagros de gracia y
tu cruz
tan sangrienta, tosca
levantada en maldición,
agonizante tu me mirabas, me amabas, diciendo:
“Padre, perdona . . .”
Gracias oh Cristo, por tu sepultura
Atravezado, muerto
Restos puestos en la tumba
Inerte, envuelto, sujetado con los lienzos
Sin movimiento, ningún aliento, ni parpadeo
Lleno ya el sepulcro de hedor.
Pero gracias mi Señor
porque ni las vendas, ni el ropaje de la muerte,
ni la piedra enorme puesta para taparte pudo atajarte en aquel momento de tu sepultura.
Cuando tú, te disponías a levantarte
por el designio de tu Padre
por el decreto y propósito eterno de redención
por el poder de tu Espíritu
¡Qué movimiento! ¡Qué latir! ¡Qué estirar! ¡Qué volver de los muertos! ¡Qué fuerza! ¡Qué cumplimiento! ¡Qué maravillosa demostración! ¡No hubo otro igual a tí!
Levantado, vivificado, resucitado, glorioso Dios.
Gracias, Jesús, porque tú estás
de pie
con vida
caminando
comiendo
conversando
continuando . . .
– Como resultado de la llenura del Espíritu, una vida de sumisión. “Someteos unos a otros en el temor de Dios” (5:21).
La sumisión a otros en el temor a Dios es otro tremendo resultado de la llenura del Espíritu en nosotros. Por el hecho de nuestra rebeldía, nuestro egocentrismo y nuestro etnocentrismo no es posible poner por práctica una sumisión unos a otros si no fuera por la acción divina en nosotros.
La exhortación a sumisión está en plural, “someteos unos a otros.” Hay una mutualidad, una reciprocidad en el Espíritu. El contexto de la unidad de Espíritu provee el ambiente de este hecho. Cuando la llenura del Espíritu toca a todos los del grupo, no está tan difícil el sometimiento unos a otros. Pero, ¡qué contraste notamos en muchas congregaciones! El pastor se enseñorea de la congregación y los diáconos y otros dirigentes quieren enseñorearse del pastor y de los otros miembros. Muchas veces los miembros muestran una indiferencia y luego una rebeldía con las sugerencias ofrecidas por el liderazgo. Unos se levantan en contra de los otros. De esta manera, ¿estamos viviendo la llenura del Espíritu cuando en su contexto tan específicamente nos exhorta a una sumisión mutua?
Reconocemos el peligro de una sumisión no bien fundada en Dios. La muerte de tantos niños y adultos en Waco, Texas con una secta de los Branch Davianos, quienes siguieron a David Korech nos señala una mala interpretación de la sumisión. De ninguna manera pensamos que la sumisión que Pablo alienta es “a ciegas” o atada a la maldad de un hombre. Al contrario, esta sumisión es primeramente a Cristo, al conocimiento de su Palabra, a la libertad y a la llenura de su Espíritu. Solamente así puede haber una sumisión correcta.
En el uso de la palabra “someterse” en su voz activa, sabemos que Dios ha sometido a Cristo todas las cosas, y esto incluye todo principado, autoridad, poder, señorìo y nombre. (Ef. 1:22, 23). La palabra también es usada en su voz pasiva con la idea que “todas las cosas le sean sujetas” a Cristo. (He. 2:8). En el pasaje de Efesios 5:21 el uso es de pasivo medio. Esto sugiere un sometimiento voluntario de amor los unos a los otros. Este mismo uso en la voz de pasiva media se utiliza para hablar de sumisión a personas dignas de recibir esa entrega –a Dios, al liderazgo de la iglesia local, a las autoridades seculares, a los jefes y amos, a los padres y a los esposos.
En toda esa clase de sumisión se subraya lo digno del sometimiento y su entrega voluntaria. El amor está en operación. La fuerza de la operación del Espíritu Santo también está. Opera en la persona que somete una autodeterminación de ponerse “a la orden” y al servicio. ¡Qué hermosa clase de sumisión! ¡Qué contraste con una imposición de fuerza para que se rinda la otra persona.
Esta palabra “sumisión” es una palabra fuerte de relación. Nos parece muy raro, hablando humanamente, que nuestra liberación en Cristo se demuestre a través de la sumisión. Somos libres para actuar en la voluntad de Dios al someternos unos a otros.
La relación de sumisión es una relación sumamente espiritual en un clima del “temor de Dios”. La actitud de esta buena sumisión está por tener una reverencia a Dios mismo. Unos de los manuscritos tienen “de Cristo” en vez de “de Dios”. De cualquiera forma está detrás y en derredor nuestro un profundo reto de reverenciar a Dios y a Cristo con nuestras vidas. Al vivir en esa reverencia, como de un gusto, vivimos la plenitud del Señor demostrando sumisión a otros. Dejemos que aflore el valor de la otra persona. Dejemos que brote la dignidad de los demás. Hay que tener ganas para servir a otros y para ayudar a los demás. Dejemos que el servilismo se quede atrás, pero que el servicio en el amor de Cristo se quede.
– La diligencia de conducta debe de estar dirigida a ser llenos del Espíritu Santo. “Antes bien sed llenos del Espíritu,”.
El hecho de ser lleno del Espíritu Santo es formidable en cada una de sus partes. La frase en el texto está en plural indicando que es patrimonio de todos los creyentes en Cristo. El aliento del apóstol (y parece que él pensaba que esta llenura debería ser lo más normativo), es que todos sean llenos del Espíritu. La llenura se debe a ser lleno con o lleno por el Espíritu. De alguna manera podemos pensar que también somos llenos en el Espíritu. Dios quiso decirnos que:
“El Espíritu Santo no sólo fue el instrumento por el cual el cristiano es lleno, sino es aquél en el cual se llena.” (Salmond 1961:364).
Como las palabras “sed llenos” están en la voz pasiva, podemos entender este concepto como “permitid que el Espíritu os llene”. (Stott 1967:32). La exhortación es de un imperativo presente expresando una acción continua. El Dr. Stott comenta:
“El imperativo presente, por otra parte, indica no una experiencia dramática o decisiva que resolvería la cuestión una vez por todas, sino una apropiación continua”. (32, 33).
Aquí está uno de los más grandes y solemnes desafíos espirituales. Es permanente, continuo de altura. Dios quiere que vivamos llenos de él mismo. La permanencia de Cristo en nuestra vida, con todos sus atributos poderosos y el fruto de justicia correspondiente es de su santa voluntad para todos. Esto habla de relación con Dios, de sumisión unos con otros y de una calidad de vida que glorifique al Señor. ¡Qué bendición tiene la congregación y la sociedad que les rodea al tener una membresía llena del Espíritu Santo!
(Tomado del libro PRINCIPIOS DE LIDERAZGO ESPIRITUAL , 115-127)
Guía de Estudio: Desafíos en el Liderazgo Espiritual