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La Soberanía de Dios y la Voluntad del Hombre
Capitulo 3. La Voluntad de Dios y la Voluntad Permisiva de Dios
Estudios por el profesor Delmar IntVeld
Siempre habrá misterio acerca de Dios y su voluntad y cómo él obra. Nunca vamos a poder comprender todo acerca de Dios. Podemos aprender de las Escrituras lo que Dios creyó necesario que supiéramos. Cuando las Escrituras nos revelan la voluntad de Dios sobre algún tema, entonces su voluntad llega a sernos comprensible.
Las Escrituras, por ejemplo, revelan que es la voluntad de Dios que le amemos con todo nuestro corazón y con todo nuestro ser y con toda nuestra mente (Mateo 22:37). Es la voluntad de Dios que obedezcamos sus mandamientos (Juan 14:15-24). Es la voluntad de Dios que seamos santos (I Pedro 1:16). Es la voluntad de Dios que, practicando el bien, hagamos callar la ignorancia de los insensatos (I Pedro 2:15). Es la voluntad de Dios que seamos para alabanza de su gloria (Efesios 1:11, 12).
Parece obvio que si escogemos no amar a Dios, no obedecerle, no ser santo, no vivir para la alabanza de su gloria, etc. no estamos cumpliendo su voluntad. Dios permite o nos deja rechazar su voluntad para nosotros y vivir de una manera contraria a su voluntad y propósito. La gente se refiere a esto como la voluntad permisiva de Dios. Esta expresión ha causado mucha confusión a lo largo de los siglos. Suena como que Dios da el permiso de vivir contrariamente a su voluntad. La voluntad permisiva de Dios no es más que estar fuera de su voluntad o en contra de su voluntad. La expresión su voluntad permisiva es otra manera de decir que nos ha dado libre albedrío. Cuando utilizamos nuestra voluntad y escogemos no cumplir la suya, estamos fuera de su voluntad.
Los calvinistas hablan de la voluntad permisiva de Dios como si ésta fuera a fin de cuentas la voluntad de Dios. Dicen que si Dios permite algo que está dentro de su poder impedir, debe de ser porque él quiso que ocurriera. Así que cuando hablan de la caída de Adán y la raza humana, piensan que debe de haber sido el propósito y voluntad de Dios que esto ocurriera.
Primero, me gustaría aclarar que este tipo de argumento es filosófico, no bíblico. La Biblia no enseña en ninguna parte que Dios quiso que Adán y Eva pecaran o que Dios determinó que esto sucediera. Segundo, si la voluntad permisiva de Dios se iguala a su voluntad, entonces Dios está dividido contra sí mismo. Jesús dijo que si Satanás estuviera dividido contra sí mismo su reino no podría permanecer.
Déjeme ilustrar esto con un ejemplo. Si la voluntad de Dios es que seamos santos, no puede ser al mismo tiempo que no seamos santos. Si la voluntad de Dios es que seamos obedientes, no puede ser al mismo tiempo que no seamos obedientes, etc. Sin embargo, éste sería el resultado si aceptáramos esta interpretación de la voluntad permisiva de Dios. Si Dios quería que Adán y Eva le obedecieran, que no comieran del árbol del bien y del mal y si alguien entonces llama a su desobediencia <<la voluntad de Dios>> porque les permitió hacerlo, estaríamos afirmando que Dios desea cosas opuestas. Si Dios quiere que yo ame al prójimo como a mí mismo, pero me deja que no lo ame y luego yo llamo a eso la voluntad de Dios, entonces hacer la voluntad de Dios es una farsa. Pudiera hacer cosas malas y decir que estoy haciendo la voluntad de Dios porque me permitió hacerlo, a fin de cuentas ésa debe ser la voluntad de Dios.
A no ser que concluya que estoy describiendo incorrectamente lo que los calvinistas enseñan, déjeme citar a Juan Calvino.
Ni se debe considerar absurdo afirmar que Dios no sólo previó la caída del primer hombre, y la ruina de su posteridad, sino que también ordenó todo por la determinación de su propia voluntad. Tanto como pertenece a su sabiduría tener presciencia de cada cosa futura, así también le pertenece a su poder reinar y gobernar todas las cosas por su mano.[1]
Según Calvino, Dios ordenó y determinó la caída del primer hombre. Entonces, para refutar a los que están en desacuerdo con su posición, dice:
Aquí ellos recurren a la distinción entre la voluntad y la permisión e insisten en que Dios permite la destrucción de los impíos, pero no la determina. Pero, ¿qué razón daremos de que la permita, salvo que sea su voluntad? No es probable, sin embargo, que el hombre haya procurado su propia destrucción por la mera permisión, y sin ninguna designación de Dios; como si Dios no hubiera determinado lo que escogería que fuera la condición del principal de sus criaturas. No vacilaré, por eso, confesar en términos claros con Agustín <<que la voluntad de Dios es la necesidad de las cosas, y que lo que él ha determinado, necesariamente llegará a ocurrir; ya que lo que él ha previsto sucederá>>.[2]
La razón que él asigna para que se haya dado la permisión es que Dios lo determinó por su voluntad. Calvino rechaza la idea de que Dios la permitiría sin haberla determinado y cita a San Agustín en cuanto a que Dios es la necesidad de las cosas. Comenzando por San Agustín, luego Lutero y después Calvino, todos han adoptado la idea de que todas las cosas son necesitadas porque Dios por su voluntad determina todo lo que ocurre. Esta interpretación permanece en la teología reformada.
Quizá se pregunte, ¿si lo que Dios permite no es su voluntad, por qué no lo impide? ¿No está en su poder impedirlo? Estaba en su poder crear: (1) robots, (2) personas que tienen una voluntad que puede escoger solamente entre varias posibilidades de lo que es bueno, o (3) personas cuya voluntad puede escoger entre lo bueno y lo malo.
Dios en su soberanía escogió hacer al hombre como un agente libre que puede escoger entre lo bueno y lo malo. Una vez que Dios escogió hacer al hombre como lo hizo, no puede contradecirse y privarnos de esa libertad de elección. ¿O hace esto al hombre soberano y sujeta a Dios al hombre? No. El hombre no tiene ningún poder sobre Dios. Además, Dios ha fijado los límites del hombre. Si escogemos la maldad, no es sin las consecuencias de la muerte y el castigo. Dios puede dejar que alguien lo desprecie durante toda una vida o puede causar la muerte prematura de una persona. El hombre no está en control. Dios está en control. Pero Dios no contradice su propia naturaleza para impedir lo que ordenó, en este caso, que fuéramos agentes libres.
[1] Institutes of the Christian Religion by John Calvin, Book III – VII & VIII – page 208
[2] Ibid p. 208
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