Enseñanzas Básicas de Nuestra Fe, Download PDF
La Soberanía de Dios y la Voluntad del Hombre
Capítulo 7, Los Padres de la Iglesia Primitiva y la Voluntad
Estudios por el profesor Delmar IntVeld
Los padres de la Iglesia primitiva creyeron que tenemos libre albedrío.
La primera apología de Justino Mártir, de mediados del siglo II, habla de la capacidad del hombre para decidir y también de que la presciencia de Dios de las cosas no implica que las cosas sucedan por causa de un destino inevitable.
Para que nadie infiera de lo que hemos dicho, que los eventos de los cuales hablamos, por haber sido previstos y predichos, ocurrieron conforme a un destino inevitable yo puedo explicar esto también. Hemos aprendido de los profetas, y declaramos que es la verdad, que las penas y los castigos y recompensas se dan según la calidad de las acciones de cada hombre. Si no fuera así, sino que todas las cosas ocurrieran de conformidad con el destino, nada sería cuestión nuestra. Porque sí se destina que un hombre sea bueno y otro malo, entonces, ni es uno aceptable ni el otro culpable. Y si la raza humana no tiene el poder de elegir libremente evitar lo que es vergonzoso y escoger lo que es bueno, entonces no hay responsabilidad al hacer ninguna clase de acción. Pero que [el hombre] se mantiene o cae por elección propia podemos de este modo mostrar. Observamos [con frecuencia] al mismo hombre en pos de cosas opuestas. Si estuviera destinado a ser o malvado o virtuoso, no tendría la capacidad de hacer cosas opuestas y cambiar con frecuencia su forma de pensar. Tampoco serían algunos virtuosos y otros malvados, porque, entonces, tendríamos que declarar que el destino es la causa de los malos y que [al mismo tiempo] actúa en oposición a sí mismo, o aceptar como verdadera la opinión mencionada arriba, que no hay una virtud o un vicio verdadero, sino sólo por opinión se consideran las cosas buenas o malas; lo cual, como la verdadera Razón nos muestra, es la impiedad y la perversidad más grandes. Pero afirmamos que se destinan irrevocablemente recompensas merecidas a los que han escogido lo bueno, e igualmente reciben su merecido los [que han escogido] lo opuesto. Pero Dios no hizo al hombre igual que a otros [seres], como los árboles y los animales, que no tienen la capacidad de elección.[1]
Justino luego cita a Moisés y a Isaías, quienes enseñaron que lo bueno y lo malo está delante de nosotros y que debemos escoger lo bueno.[2] Justino vivió un par de siglos antes que San Agustín y reflejó el pensamiento de los primeros padres de la Iglesia.
[1] The Library of Christian Classics Volume I, Early Christian Fathers, 269
[2] Ibid, Deut. 30:15__cf. Gen. 2:17 Isa. 1:16-20
Enseñanzas Básicas de Nuestra Fe – Estudios por el profesor Delmar IntVeld
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