Enseñanzas Básicas de Nuestra Fe .Descargar PDF
La Iglesia Cristiana
Capítulo 4, Algunos Problemas Especiales en Cuanto a la Iglesia
Estudios por el profesor Delmar IntVeld
- La Iglesia y el reino de Dios.
Cristo habló mucho del reino de Dios. Existe confusión acerca de la relación del reino de Dios y la Iglesia.
El primer ejemplo en el Antiguo Testamento que presenta a Dios como rey sobre la nación de Israel aparece en Éxodo <<Si ahora ustedes me son del todo obedientes y cumplen mi pacto, serán mi propiedad exclusiva entre todas las naciones. Aunque toda la tierra me pertenece, ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa>> (Éxodo 19:5, 6).
Los profetas que anunciaron la edad mesiánica esperaron el reino de Dios. Daniel tuvo una visión de una estatua enorme:
(1) La cabeza de oro puro—el reino de BABILONIA, con el rey Nabucodonosor.
(2) El pecho y los brazos de plata—el reino MEDO-PERSIANO, el rey Ciro el grande 559 b.C.
(3) El vientre y los muslos de bronce—el reino GRECO, con el rey Alejandro el Grande
(4) Las piernas de hierro y una parte de los pies eran de hierro, y la otra parte de barro—el reino ROMANO.[1]
Los cuatro reinos eran de origen humano, de duración temporal y de poder limitado. Cada uno caía y dio lugar al que venía. Entonces la profecía habla del reino de Dios que iba a venir.
<<En los días de estos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido ni entregado a otro pueblo, sino que permanecerá para siempre y hará pedazos a todos estos reinos. Tal es el sentido del sueño donde la roca se desprendía de una montaña; roca que, sin la intervención de nadie, hizo añicos al hierro, al bronce, al barro, a la plata y al oro. El gran Dios le ha mostrado a Su Majestad lo que tendrá lugar en el futuro>> (Daniel 2:44, 45).
Daniel tuvo otra visión de cuatro bestias que representaban los mismos reinos mencionados anteriormente y habla del reino del Anciano que es Dios.
<<En esta visión nocturna, vi que alguien con aspecto humano venía entre las nubes del cielo. Se acercó al venerable Anciano y fue llevado a su presencia, y se le dio autoridad, poder y majestad. ¡Todos los pueblos, naciones y lenguas lo adoraron! ¡Su dominio es un dominio eterno, que no pasará, y su reino jamás será destruido!>> (Daniel 7:13, 14).
Miqueas, profetizando de la futura restauración de Sión dice: <<Con las ovejas heridas formaré un remanente, y con las desterradas, una nación poderosa. El SEÑOR reinará sobre ellas en el monte Sión desde ahora y para siempre>> (Miqueas 4:7).
Es importante saber el significado de la palabra <<reino>> usado en la Biblia. La palabra griega basileia, reino, significa: (1) majestad, poder real, reino real, reino, (2) el territorio gobernado por un rey, (3) el reino real o reino de Dios.[2]
Las palabras hebreas Melukah y Mamlakah, reino, tanto como la palabra griega basileia pueden significar: (1) algo abstracto, la majestad o la autoridad ejercitado por el rey, (2) o pueden describir algo concreto, el territorio y los súbditos y posesiones bajo el dominio del rey.[3]
¿En qué sentido utilizó Cristo la palabra <<reino>> cuando habló del <<reino de Dios>>? En el Antiguo Testamento el sentido abstracto es predominante y cuando habla del reino de Dios, se refiriere a su mando, su autoridad, no a un territorio.
Debemos tener cuidado en asociar el uso moderno de la palabra <<reino>>, que casi siempre significa el territorio, con el uso bíblico, que puede ser el territorio, pero muchas veces se refiere a la autoridad ejercitado por el rey.
Miraremos entonces a algunos versículos en el Nuevo Testamento para entender más acerca del reino de Dios.
El mensaje del ángel Gabriel a María dice: <<Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David, y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin>> (Lucas 1:31-33).
Cristo es quién reina eternamente sobre el trono de David.
Juan el Bautista predicó: <<El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!>> (Marcos 1:15).
Cuando Cristo comenzó su ministerio público también predicó: <<Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca>> (Mateo 4:17). Y <<Jesús recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, y sanando toda enfermedad y dolencia entre la gente>> (Mateo 4:23).
<<Pero si expulso a los demonios con el poder de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el reino de Dios>> (Lucas 11:20).
<<Busquen el reino de Dios, y estas cosas les serán añadidas. No tengan miedo, mi rebaño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino>> (Lucas 12:31, 32).
Hay parábolas describiendo el reino de Dios.
En una respuesta acerca de si son pocos los que van a salvarse, Cristo dijo: <<Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos>> (Lucas 13:28-30).
<<Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo iba a venir el reino de Dios, y él les respondió: —La venida del reino de Dios no se puede someter a cálculos. No van a decir: “¡Mírenlo acá! ¡Mírenlo allá!” Dense cuenta de que el reino de Dios está entre ustedes>> (Lucas 17:20).
<<Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él>> (Lucas 18:17).
<<Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin>> (Mateo 24:14).
<<Mi reino no es de este mundo —contestó Jesús—. Si lo fuera, mis propios guardias pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo>> (Juan 18:36).
Los apóstoles también predicaban acerca del reino de Dios (Hechos 8:12; 14:22; 19:8; 20:25; 28:23, 31).
No es posible aquí desarrollar completamente el tema del reino y la relación que tiene con la Iglesia, pero podemos anotar algunas cosas: (1) La Iglesia no es el reino de Dios. (2) La Iglesia es una manifestación concreta del reino de Dios en la tierra en nuestro tiempo y de la soberanía de Dios en nuestros corazones. (3) Bajo el viejo pacto, la forma de la expresión del reino de Dios era la congregación (hebreo, qahal, griego, ecclesia, español, iglesia) de Israel.
(4) El reino de Dios es la autoridad ejercitado por el rey, mientras que la Iglesia es la comunidad humana bajo tal dominio. (5) Se puede encontrar el reino de Dios dondequiera que Dios reina sobre los corazones humanos y dondequiera que se haga su voluntad. Antes de la creación de los seres humanos, Dios reinó sobre los ángeles en el cielo y sigue reinando sobre ellos, pero ellos no son parte de la Iglesia que es el cuerpo de Cristo.[4]
- La Iglesia e Israel.
Hay opiniones muy contrarias en cuanto a la Iglesia e Israel. Los dispensacionalistas miran a la Iglesia e Israel como dos entidades separadas eternamente y dicen que Dios trata a los dos grupos en maneras distintas.
Para ellos la época de la Iglesia no fue anticipada por los profetas. Ellos dicen que la Iglesia comenzó porque Israel rechazó al <<reino de Dios>>. Ellos esperan el reino de Dios para los Judíos en el futuro.
Pero podemos observar que los escritores del Nuevo Testamento consideran muchas promesas dadas a Israel en el Antiguo Testamento como cumplidas en la Iglesia.
El profeta Jeremías profetizó la restauración de Israel del cautiverio. Habló de un nuevo pacto con el pueblo de Israel. <<Vienen días, —afirma el SEÑOR— En que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y con la tribu de Judá. No será un pacto como el que hice con sus antepasados el día en que los tomé de la mano y los saqué de Egipto, ya que ellos lo quebrantaron a pesar de que yo era su esposo —Afirma el SEÑOR—. Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel —Afirma el SEÑOR—: Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo>> (Jeremías 31:31-33).
Pablo, escribiendo a la iglesia de Corinto, nos demuestra claramente que el nuevo pacto, del cual habló Jeremías, es para la Iglesia. La Iglesia ahora es el pueblo de Dios.
<<Él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, no el de la letra sino el del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.
>>El ministerio que causaba muerte, el que estaba grabado con letras en piedra, fue tan glorioso que los israelitas no podían mirar la cara de Moisés debido a la gloria que se reflejaba en su rostro, la cual ya se estaba extinguiendo. Pues bien, si aquel ministerio fue así, ¿no será todavía más glorioso el ministerio del Espíritu? Si es glorioso el ministerio que trae condenación, ¡cuánto más glorioso será el ministerio que trae la justicia! En efecto, lo que fue glorioso ya no lo es, si se compara con esta excelsa gloria. Y si vino con gloria lo que ya se estaba extinguiendo, ¡cuánto mayor será la gloria de lo que permanece!
>>Así que, como tenemos tal esperanza, actuamos con plena confianza. No hacemos como Moisés, quien se ponía un velo sobre el rostro para que los israelitas no vieran el fin del resplandor que se iba extinguiendo. Sin embargo, la mente de ellos se embotó, de modo que hasta el día de hoy tienen puesto el mismo velo al leer el antiguo pacto. El velo no les ha sido quitado, porque sólo se quita en Cristo. Hasta el día de hoy, siempre que leen a Moisés, un velo les cubre el corazón. Pero cada vez que alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado. Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu>> (II Corintios 3:6-18).
Al instituir la cena del Señor, Cristo confirma que el nuevo pacto es para ahora, no para el futuro y que es para la Iglesia. <<Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes>> (Lucas 22:20).
El libro <<Hebreos>> habla que Cristo es mediador de un nuevo pacto y cita a la profecía de Jeremías, dando a entender que el nuevo pacto es para la Iglesia. <<Al llamar nuevo a ese pacto, ha declarado obsoleto al anterior; y lo que se vuelve obsoleto y envejece ya está por desaparecer>> (Hebreos 8:8-13).
En el capítulo 9 de Hebreos, el autor habla de la necesidad de la muerte de un testador para que un testamento tenga validez. Entonces dice que era necesario que Moisés tomara la sangre de becerros y rociara el libro de la ley para que el primer pacto tuviera validez. Así el nuevo pacto tiene validez porque Hebreos dice: <<Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, ya no para cargar con pecado alguno, sino para traer salvación a quienes lo esperan>> (Hebreos 9:28).
En Romanos capítulo 11 el olivo representa el pueblo de Dios. La raíz y tronco representan las generaciones pasadas. Israel era la comunidad del pueblo de Dios. Las ramas representan los miembros comenzando con aquellos que vivían cuando Pablo escribió y continúa hasta hoy. Cuando Cristo, la simiente de Abraham, vino a llevar la bendición prometida a todas las naciones, Israel no respondió con fe. Pablo dice que las ramas <<fueron desgajadas por su falta de fe>> (Romanos 11:17-24).
Por supuesto, los que creyeron continuaron como parte del olivo. Los gentiles, siendo del olivo silvestre, fueron injertados por causa de su fe en Cristo. Los gentiles y los judíos que aceptaron a Cristo estaban llegando a ser miembros de la Iglesia, Israel del nuevo pacto. Así que es obvio que los que llegan a ser parte de la Iglesia son el pueblo de Dios. Israel, los que creen y son parte del pueblo de Dios, no existe aparte de la Iglesia. Los que no tienen fe están desgajados; los que llegan a tener fe están injertados. Judíos o gentiles deben tener fe para ser parte del pueblo de Dios.
Pablo dice: <<Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo>> (Efesios 2:14), y <<Para reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo mediante la cruz>> (Efesios 2:16), y <<Los gentiles son, junto con Israel, beneficiarios de la misma herencia, miembros de un mismo cuerpo y participantes igualmente de la promesa en Cristo Jesús mediante el evangelio>> (Efesios 3:6).
Cristo dijo <<Tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traerlas. Así ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor>> (Juan 10:16). Estas palabras concuerdan con el mensaje de Pablo y demuestra que Cristo siempre tenía un plan para un solo rebaño que se llama la Iglesia su cuerpo. No hay un plan para el pueblo de Israel y otro plan para la Iglesia.
En la carta de Pedro, él aplica el versículo citado de Éxodo 19 a los creyentes que están en la Iglesia. Dios dijo a Moisés que dijera al pueblo de Israel: <<Si ahora ustedes me son del todo obedientes, y cumplen mi pacto, serán mi propiedad exclusiva entre todas las naciones. Aunque toda la tierra me pertenece, ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa>> (Éxodo 19:5, 6). Entonces Pedro refiere a la profecía prometida a Israel en Oseas 1:10 como cumplida en la Iglesia.
<<Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Ustedes antes ni siquiera eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios; antes no habían recibido misericordia, pero ahora ya la han recibido>> (I Pedro 2:9, 10).
El sermón de Pedro en Hechos 2:16-40 cita la profecía de Joel 2:28-32 como cumplida, que el Espíritu sería derramada sobre toda la humanidad.
Pedro predicó después de haber sanado a un mendigo lisiado y dijo que los profetas anunciaron las cosas que estaban observando. <<Dios cumplió lo que de antemano había anunciado por medio de todos los profetas: que su Mesías tenía que padecer>> (Hechos 3:18). <<Moisés dijo: “El Señor su Dios hará surgir para ustedes, de entre sus propios hermanos, a un profeta como yo: presten atención a todo lo que les diga. Porque quien no le haga caso será eliminado del pueblo.” En efecto, a partir de Samuel todos los profetas han anunciado estos días. Ustedes, pues, son herederos de los profetas y del pacto que Dios estableció con nuestros antepasados al decirle a Abraham: “Todos los pueblos del mundo serán bendecidos por medio de tu descendencia.” Cuando Dios resucitó a su siervo, lo envió primero a ustedes para darles la bendición de que cada uno se convierta de sus maldades>> (Hechos 3:22-26).
Pedro, sí, vio el cumplimiento de las profecías en la obra de Cristo y para la Iglesia.
En Hechos 4:23-31, los creyentes estaban orando porque estaban sufriendo la persecución de los judíos y citaron el Salmo 2:1-2 como cumplido en las circunstancias que estaban viviendo.
En Hechos 15 en el concilio de Jerusalén varios apóstoles hablaron y Jacobo dijo que las palabras de los profetas concuerdan con todo lo que los demás habían dicho. Luego cita Amos 9:11, 12, pero habla de <<los profetas>> en plural. La decisión grande que tenían que tomar en el concilio era si los gentiles tenían que ser circuncidados y obedecer la ley de Moisés para ser parte de la Iglesia. La conclusión del concilio era que no. Otra vez vemos que la profecía no pasó por alto a la edad de la Iglesia sino que se aplicó a la Iglesia.
Hay tantos ejemplos más que no podemos ver ahora. El Nuevo Testamento está lleno de citas de versículos de profecías cumplidas. Puede mirar las notas de referencia que están abajo en la mayoría de Biblias para ver la enorme cantidad de veces que el Nuevo Testamento cita al Antiguo Testamento.
En el camino a Emaús después de la resurrección, Cristo dijo: << ¡Qué torpes son ustedes y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas! ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria? Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras>> (Lucas 24:25-27).
Cristo mismo dice que los profetas hablaron de él. No puedo comprender que los dispensacionalistas creen que la Iglesia es un paréntesis en el plan de Dios para los judíos y que los profetas no esperaron ni hablaron de ella.
En resumen, podemos decir que la Iglesia ocupa el lugar en el nuevo pacto que Israel ocupó en el viejo pacto. En el Antiguo Testamento Israel era el pueblo de Dios, compuesto mayormente de la nación de Israel con algunos no judíos que aceptaron a su Dios. En el Nuevo Testamento la Iglesia es el pueblo de Dios, compuesto mayormente de gentiles pero incluye a algunos judíos que creen en Cristo. Cualquier futuro de Israel nacional sería por medio de una conversión a Cristo. La Iglesia es el pueblo de Dios y no hay ningún plan aparte para el pueblo judío. Hay un solo rebaño, un solo cuerpo, un solo pueblo de Dios.
[1] Edward J. Young, Th.M., Ph.D., The Messianic Prophecies of Daniel 18
[2] Arndt & Gringrich, Greek English Lexicon of the New Testament 134
[3] Geerhardus Vos, The Kingdom and the Church 21, 22
[4] Millard J. Erickson, Christian Theology 1052
Enseñanzas Básicas de Nuestra Fe – Estudios por el profesor Int. Delmar
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