Los Pactos, Cómo Dios se relaciona con nosotros
Guía de estudio
Estudios para el profesor Delmar IntVeld
Recomendaciones
El nuevo libro de Delmar IntVeld, Los Pactos , trata de un aspecto olvidado y malentendido de la relación entre Dios y su pueblo.
Más específicamente, trata de la continuidad entre los pactos tocados en el Antiguo Testamento (El Pacto con Abraham, el Pacto con Moisés en el Monte Sinaí, el Pacto con David) y el Nuevo Pacto iniciado por la venida de Cristo. Cada uno es desde una perspectiva cuádruple: sus promesas, condiciones, consecuencias y resultados, con la documentación amplia, tanto para el medio de las referencias bíblicas como las conclusiones teológicas. Se guía al lector por las comparaciones y conclusiones.
Se trata de un argumento poderoso que el Nuevo Pacto es el avance natural del plan de Dios de los pactos más antiguos con Israel detallados en el Antiguo Testamento. Esto contrasta con la tesis más que el dispensacionalismo de que hay una discontinuidad entre los pactos antiguos que pertenecen solamente a Israel y la Iglesia (El Nuevo Pacto). Esta es una distinción que hace falta enfatizar dentro de la teología evangélica.
Aún no hay un error en los detalles. Una contribución muy valiosa al tema.
Dr. Clarence B. Bass
Profesor Emérito de Teología
Bethel Seminary
Contenido
Introducción
2 El Pacto Con Moisés En El Monte Sinaí
5 << Seré su Dios y ustedes serán mi pueblo >>
Introducción
Un estudio de los pactos es muy provechoso para entender el plan eterno de Dios para formar un pueblo para sí mismo. El propósito de Dios es tener una relación de pacto con nosotros, es decir, que <<Dios sea nuestro Dios y nosotros seamos su pueblo>>. Aprenderemos que Dios tiene únicamente un plan para los judíos y los gentiles.
¿Conoce usted lo que significa estar en una relación de pacto con Dios? ¿Conoce usted lo que Dios espera de usted en esa relación de pacto? Aunque haya diferencias entre los pactos, vemos un propósito unificador en la frase usada frecuentemente: <<Yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo>>. Dios ha revelado claramente que él ha creado al hombre porque quiere tener un pueblo propio. Él quiere que la gente responda a su amor y misericordia en arrepentimiento y fe. Él quiere que nosotros le sigamos en obediencia como SEÑOR.
En muchas iglesias evangélicas hoy en día, se invita a la gente a pasar al altar y repetir una oración de salvación y entonces se les dice que son salvos. El problema es que con frecuencia no son llamados al arrepentimiento y no se les dice que Dios debe reinar sobre sus vidas. Muchas personas repiten la oración de salvación porque no quieren ir al infierno, pero no se han arrepentido, no han hecho un compromiso con el Señor y con frecuencia no vuelven a la Iglesia ni hacen cambios en su estilo de vida. Algunos pueden estar arrepentidos y llegar a conocer al Señor, pero muchos no han tenido una conversión genuina y tienen una seguridad falsa de su salvación.
La relación de pacto en la cual entramos implica que tenemos responsabilidades. No debemos decir: <<sálveme Señor, pero no me diga cómo debo vivir>>. Debemos entregarnos completamente al señorío de Cristo.
Cuando recibimos nuevos miembros en nuestras iglesias, generalmente no les enseñamos nada acerca del Antiguo o Nuevo Pacto ni del hecho de que establecemos una relación de pacto con Dios. Hablamos de la salvación por Cristo, el bautismo y la membresía, pero generalmente no hablamos de la relación de pacto con Dios.
Creo que en nuestro mensaje falta algo importante porque tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento hablan en términos de una relación de pacto. Hablamos de recibir la salvación, pero no de nuestras obligaciones.
Cuando Dios creó a Adán y Eva, los puso en el huerto de Edén y tuvo comunión con ellos. Su pecado de desobediencia causó el rompimiento de esa comunión. Cuando Dios llamó a Abraham, hizo un pacto con él. Podemos comprender mejor el propósito de Dios para el mundo, nuestras vidas y nuestra salvación al estudiar este pacto así como los otros que se dieron antes del Nuevo Pacto y después estudiar la relación (de pacto) que tenemos ahora en éste.
Un pacto es un acuerdo entre dos o más personas generalmente escrito y sellado, especialmente para el desempeño de una acción.
El sustantivo hebreo para pacto (Berith) en el Antiguo Testamento se usa para dos relaciones legales: (1) un acuerdo entre dos contratantes humanos que voluntariamente aceptan los términos del acuerdo, o (2) un contratante superior que impone un acuerdo unilateral que el contratante inferior debe aceptar. El Pacto con Abraham es como la segunda relación en la que Dios es el contratante superior.
Dios no entra en ningún pacto de igualdad con los seres humanos. Dios dicta los términos del contrato o pacto y los seres humanos están obligados a aceptar los términos.
Los pactos, como un hilo unificador, nos ayudan a entender el mensaje de la Biblia. Los pactos: (1) contienen promesas, (2) contienen condiciones, (3) tienen consecuencias cuando se rompe el acuerdo por la desobediencia, y (4) revelan el propósito de Dios. Al examinar cada uno de los pactos, miraremos las promesas, las condiciones, las consecuencias y el propósito de estos.
Enseñanzas Básicas de Nuestra Fe – Estudios por el profesor Delmar IntVeld
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