… una oración de alabanza a Dios
Veo una orquídea, una rosa, los peces tropicales, exuberantes selvas y bosques, hombres, mujeres y niños, y digo: “Oh, Dios mío, esa belleza sólo puede ser de Ti”. Es bueno lo que has hecho.
Veo los cielos y las estrellas y los universos más allá, y digo: “Oh, Dios mío, aun a esos los empequeñeces con Tus poderes omnipotentes.
Veo este vasto mundo de la tierra, la naturaleza y los animales aquí abajo y en lo alto del cielo, y digo: “Oh, Dios mío, eres tan creativo, más allá de todo lo que sabemos. Es bueno lo que has hecho.
Miro mis propios ojos, las partes delicadas complejas. Todo eso funciona, y digo: “Dios mío, puedo ver. Eres mucho más que inteligente, eres sabio.
Miro mi cuerpo y el de mi esposa, y digo: “Oh, Dios mío, nos has hecho muy bien. Me gusta ser yo. Es bueno lo que has hecho.
Me veo a mí mismo, puedo ver, puedo tocar, puedo pensar, puedo elegir y rechazar, puedo amar y perdonar, tengo sentimientos de alegría y satisfacción. Todo lo que soy es tan bueno, y digo: “Oh, Dios mío, querías todo lo que era bueno para mí, querías que te eligiera en amor a Ti.”
Veo los colores y huelo la riqueza de la tierra, los aromas y los sabores que ella exuda, todo eso es un deleite para mis sentidos, y digo: “Oh, Dios mío, te importa cómo puede ser mi vida aquí”. Es bueno lo que has hecho.
Miro el pecado y las perversiones, cómo el mal convierte el bien en un dolor feo y horrible, la luz en oscuridad, y digo: “Oh, Dios mío, sabías que todo esto vendría”.
Miro la Biblia, examino Tu Palabra traída al hombre, Tu plan para las edades que ha sido revelado, y digo: “Oh, Dios mío, tú me conocías aun antes de que yo naciera. Planeaste rescatarme.
Miro Tu plan de salvación en Jesús, preparado antes de que hubiera polvo, y digo: “Dios mío, Te importó lo suficiente como para morir por mí. Es bueno lo que has hecho.
Miro mi pecado, mi rebelión, mi orgullo y mis pies inclinados al mal que hunden cualquier bien que yo me propusiera, y digo: “Oh, Dios mío, sólo Tú puedes perdonarme, salvarme, darme el poder para hacer el bien.
Observo todo esto, lo que está delante de mí ahora con los valores de la eternidad a la vista, y digo: “Oh, Dios mío, estás preparando un lugar para que yo esté contigo para siempre. Aleluya. Es bueno lo que has hecho.
Yo miro. Veo. Siento. Pienso. Elijo. Te elijo a Ti. Eres bueno. Eres tan maravilloso. Moriste y resucitaste por mí. ¿Cómo no puedo seguirte con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente, con todas mis fuerzas? ¿Cómo puedo no esforzarme por amar a mis vecinos tanto como a mí mismo? Lo haré.
Tu Espíritu está dentro de mí. Te seguiré. Yo amaré.
* Este artículo se basa sobre I Look Oh My God publicado en inglés:Abril 24, 2019.
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