¡Pura misericordia! Sé cómo se siente. Lutero de Alemania, Martín, lo expresó:
Comprendí que la justicia de Dios es aquella justicia por la que, mediante la gracia y la pura misericordia, Dios nos justifica por la fe. Entonces sentí que había renacido y que había atravesado las puertas abiertas del paraíso. — Martín Lutero, citado por David Zahl, Justifícate; Christianity Today, enero-febrero 2017; p.37 (publicado en inglés).
No existe la manera en la tierra de que cualquiera de nosotros pueda vivir para merecer el perdón de Dios—Su gracia y Su misericordia. No hay manera en el infierno. No hay manera en todo el universo condenado por Dios [Leer: Romanos 5:12; Siendo condenado por Dios] —porque no es lo suficientemente bueno para la santidad, Dios Santo. Sin Cristo, ¿qué soy? Ciertamente no soy santo—sin culpa. ¿Cómo puedo esperar merecer algo de Dios?
Él me eligió. Con todo lo que hay en Sus dominios—me eligió a mí. ¿¡Cómo puedo no responder a eso!? La gracia asombrosa era todo lo que Él necesitaba dar para salvar a un pecador como yo. Él bajó a morir por mí. Mi respuesta de confesión y reconocimiento es todo lo que Él requiere.
Por eso caigo cara en tierra (en mi corazón, mi posición más humilde) abrumado, y tan agradecido le hablo a Dios en oración (desde lo más profundo de mi ser), apenas pudiendo elegir las palabras porque el pensamiento inunda mi alma:
Gracias. Gracias. Gracias, Dios, Padre mío. Cuán inmerecidamente acudo a Ti, alegrándome de mi elevada posición en Ti porque me has perdonado todo mi pecado. Gracias, gracias, gracias. Gracias por hacerme Tu hijo para siempre, para no ser condenado nunca más. Para siempre ser amado y aceptado en Tu Reino en el Cielo. Vaya. Qué asombroso es Tu amor por un pecador, tal como soy yo.
Basado en el artículo Through Grace and Sheer Mercy, publicado en inglés: 31 de diciembre, 2016.
PARA MÁS:
Juan 3:3
“Jesús le contestó:
«En verdad te digo
que el que no nace de nuevo
no puede ver el reino de Dios».“
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