Es bastante aleccionador leer en la Biblia y reconocer quienes somos, aquí en la tierra. Nosotros las criaturas terrenales nacemos bajo el juicio de Dios. Indignos de Él, hemos sido condenados a una eternidad sin Él. Será una vida sin Dios, para siempre. Puedes escoger la vida con Dios, o puedes escoger la vida totalmente vacía de las gracias, la bondad, de Dios nuestro Creador. Es nuestra elección. Pero, únicamente los caminos de Dios nos llevan a Él mismo.
Jesucristo vino a la tierra como el único “Dios-hombre” para hacer posible que la humanidad sea perdonada por Dios. Podemos elegir seguir el camino de Dios o hacer nuestro propio camino. Pero sólo el camino de Dios a través de Cristo nos hará aceptables a un Dios perfecto. Es un camino un poco estrecho, ¿verdad? Pero es el camino que Dios ha trazado. Esa fue su idea, no la nuestra. ¿Por qué luchar contra tu Creador?
Cuando elegimos entregar nuestra vida a Cristo, Él nos cambia completamente (2 Corintios 5:17). En un instante, en aquel momento específico en el tiempo, somos cambiados para siempre. Para siempre. ¡Y nada puede cambiar eso! (Romanos 8:..35….) Todavía nos vemos igual, olemos igual, y tenemos los mismos males humanos, pero en ese momento en el tiempo – Dios acciona un interruptor, hace que nuestro espíritu viva, y Él, nuestro Creador, EL CREADOR, nos hace criaturas completamente nuevas. ¡Él hizo todo lo que hay, en cualquier lugar! Y Él ha elegido hacer esto EL CAMINO para toda su creación. Su elección, no la nuestra. Nosotros somos la arcilla, y ÉL es el alfarero. Somos como un trozo de arcilla en su mano, pero Él tiene planes para cada uno de nosotros.
“…Son planes para lo bueno y no para lo malo,
para darles un futuro y una esperanza.“ — Jeremías 29:11
Cuando elegimos aceptar el don de Dios, suceden cosas buenas. Cosas reales. Cosas eternas. En el momento en que decimos sí al regalo de salvación de Dios (su perdón de nuestros pecados), desde ese momento Él nos acepta como su hijo. En ese momento ya no somos meras criaturas de Su creación, sino que somos Sus hijos e hijas de carne y hueso. A partir de ese momento, ya no somos simplemente seres humanos normales.
En ese momento, somos hechos criaturas totalmente nuevas por dentro, destinados a vivir y reinar con Cristo:
- Ya no tenemos que ceder al pecado (Romanos 6).
- Ya no estamos bajo ningún tipo de condena de Dios (Romanos 8:1).
- (Así que no escuches las mentiras de Satanás cuando te sientes condenado cuando pecas. ¡Eso NO es Dios hablándote de tu culpa! Dios nos llama al arrepentimiento, sí. Pero Él no nos condena ni nos avergüenza).
- Y el Espíritu de Dios en ese instante hace que nuestro espíritu (antes muerto) esté vivo, y de alguna manera, a partir de entonces, Él vive dentro de nosotros. No es necesario entenderlo, como tampoco ningún científico entiende lo que es la electricidad. Simplemente creen en ella, observan lo que hace, y se dejan llevar por ella. Confíen en Dios y acérquense a Él.
- “Todas las cosas han cambiado….” Una vez que ese cambio ocurre, entonces comienza un proceso de crecimiento y aprendizaje. Y ahí es donde estamos todos hasta que tengamos un nuevo cuerpo y una nueva tierra. Como dicen, “¡No es fácil!”
Y aunque “no es fácil…”, ahora podemos hablar con Dios, momento a momento, y Él escucha y se preocupa y nos responde, porque ahora somos sus hijos e hijas.
Los cristianos (“pequeños Cristos”; seguidores de Cristo) siguen siendo humanos, sujetos a esta experiencia terrenal, y no pueden parar: ¡enfermedades, dolencias, problemas económicos, accidentes, calamidades, muerte e impuestos! “Pues él da la luz de su sol tanto a los malos como a los buenos y envía la lluvia sobre los justos y los injustos por igual. ” (Mateo 5:45). ¡Así que no hay garantías sobre ninguna parte de nuestra vida aquí—excepto que Él nos ama y cuida de nosotros en medio de todo lo que permite que venga a nuestro camino, y nuestra eternidad con Él nunca puede ser quitada de nosotros, nunca (Romanos 8:…v35…)!
Hay muchas promesas a las que aferrarse, y Él está íntimamente involucrado en nuestro día a día, y Dios responde a la oración—pero en ninguna parte dice Su Palabra que podemos simplemente orar y todo será entonces de color de rosa. La vida sucede y los problemas vendrán hacia nosotros.
Pero en medio de todo lo que experimentamos: Su Espíritu consuela, guía, convence de pecado, perdona, restaura, responde a la oración, sana, fortalece, da sabiduría; y el fruto del Espíritu es estupendo: amor, alegría, paciencia, perseverancia…(Gálatas 5:22, 23…). La vida cristiana es un proceso de aprender a ser quienes somos.
—Adaptado del artículo original, Carta a Danny. (en ingles).
Basado en el artículo Being Who We Are, publicado en inglés: 31 de mayo, 2017.
PARA MÁS:
Sé un poco más cristiano
Deja un comentario