La historia de los adventistas del séptimo día[1]
Por Dr. Donald T. Moore
Las iglesias adventistas son el producto de unos grandes avivamientos durante la primera mitad del siglo XIX en los EE.UU., especialmente en Nueva York y Nueva Inglaterra. La portavoz inicial lo fue Guillermo Miller (1782-1849), un agricultor que temía a Dios y un veterano de la Guerra de 1812. En sus estudios privados de la Biblia y su concordancia se convenció que los 2,300 días proféticos en Daniel 8:14 se referían a 2,300 años los cuales comenzaron en el año 457 a.C. cuando el decreto del rey Artajerjes permitió la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén. Los mismos terminarían en 1843 o 1844 con la segunda venida de Cristo. Con la propagación de estas predicciones en el verano de 1844 había 50,000 adventistas confesos según los estimados más conservadores. A pesar de su predicción del regreso de Cristo en marzo de 1843, Cristo no vino. Luego Miller aceptó una nueva cronología y fijó el 22 de octubre de 1844 como la fecha alterna para la venida.
Cuando Cristo tampoco regresó en octubre, ocurrió el Gran Chasco entre los adventistas, una dilución tan grande que trajo como secuela una división del movimiento. Un grupo se llamaba los adventistas de la puerta abierta y el otro, los de la puerta cerrada. La primera facción continuaba profetizando fechas para el advenimiento de Cristo y predicando su pronto regreso mientras la segunda enseñaba que en general el tiempo para el arrepentimiento y la conversión de los inconversos había terminado. Como consecuencia dejaron de evangelizar a los pecadores. Entre los adventistas de la puerta cerrada fue Elena Harmon de 17 años, quien tuvo una visión que según ella reveló que el tiempo de la probación había terminado ese 22 de octubre y que Cristo vendría en el futuro inmediato. Cuando eso tampoco ocurrió, el líder Hiram Edson recibió la impresión de que lo que pasó ese día fue un cambio en la misión de Cristo del Lugar Santo al Lugar Santísimo en el santuario celestial. Con su nueva misión Jesús comenzaba la “expiación final” para los pecadores. Estos adventistas aceptaron esta doctrina del santuario celestial y por primera vez comenzaron a evangelizar activamente.
A finales de los 1840 y a principios de los 1850 este movimiento adventista también aceptó la doctrina del sábado, el séptimo día, como santo. José Bates, un agricultor adventista y capitán de la marina, tuvo contacto con los bautistas del séptimo día y se convenció de que ese día era todavía obligatorio para los cristianos.
Elena G. Harmon de White (1827-1915), ahora la esposa del pastor y periodista Jaime White, tuvo una visión que confirmó oficialmente la enseñanza del séptimo día. Esta señora, aunque baja de estatura, era la fuerza más importante dentro del adventismo que lo propulsaría durante los próximos 65 años. Era una gemela que nació en Gorham, Maine. Tuvo una vida activa pero normal hasta un día una piedra le dio un golpe duro en la cabeza. Por poco la mató y evidentemente la dejó con el cerebro seriamente afectado, pues ya que no podría continuar sus estudios formales, permanecía inválida en la casa.
En enero de 1845, 3 meses después del Gran Chasco, ella tuvo su primera visión que confirmó la enseñanza de la puerta cerrada. Así comenzó su carrera como la mensajera del Señor. Junto con su esposo pasó su larga vida estableciendo iglesias adventistas en tres continentes. Tenía visiones frecuentes aunque en los últimos años éstas cedieron a visitas de ángeles a las 3 de la madrugada; éstos le decían qué escribir. Normalmente las visiones ocurrían después de discusiones y servían para confirmar ciertas interpretaciones o posturas.
En 1862 la Iglesia Adventista del Séptimo día se incorporó y se establecieron sus oficinas centrales en Battle Creek, Michigan. Aunque Jaime, su esposo, murió en 1881, Elena seguía como una líder anciana y consejera hasta su muerte a la edad de 87 años en 1915. No obstante su larga vida, nunca vio el regreso de Cristo que hacía tiempo predecía.
Después de 1900 las oficinas centrales se trasladaron a Washington, D.C. y durante el siglo XX el adventismo se dedicaba a la predicación de su mensaje por todo el mundo y a la construcción de escuelas, misiones y obras médicas. Llegó a Puerto Rico en 1901 y hoy cuenta con iglesias con sus escuelas a lo largo de la isla y el Hospital Bella Vista y la universidad Antillian College en Mayagüez. En los EE.UU. tiene un extenso sistema escolar con dos universidades, una en Loma Linda, California y la otra Andrews en Michigan. En todo el mundo hay unos 4.000.000 de miembros.
Las dos décadas entre 1970 y 1990 fueran años de crisis interna para el movimiento adventista. La primera crisis comenzó cuando el Dr. Desmond Ford, un respetado erudito adventista australiano, anunció que la doctrina de la entrada de Cristo en el Lugar Santísimo del santuario celestial el 22 de octubre de 1844 no era bíblica. Tal afirmación atacaba al mismo corazón del adventismo. Por lo tanto, la Iglesia lo destituyó aunque eso no acabó con su poderosa influencia dentro del movimiento.
Una segunda crisis se debió a los descubrimientos del anciano Walter Rae, un ministro adventista de Long Beach, California, el cual había sido un fuerte propulsor de la inspiración divina de las revelaciones de Elena de White. Descubrió que como parte de sus propias escritas ella había parafraseado enormes cantidades de los escritos de otros líderes cristianos. Eso significaba que no era una humilde profetisa casi analfabeta que apuntaba mensajes angelicales, sino que sabía leer muy bien y que consultaba más de 1,200 libros de su propia biblioteca.
Estos hallazgos crearon consternación dentro de los círculos de la Asociación General Adventista. Como consecuencia, un comité especial se reunió en Glendale, California en 1980 y reconoció su significado. No obstante, pasó casi toda la sesión buscando cómo revelar estos descubrimientos acerca de la señora de White para evitar la destrucción de la fe de los feligreses.
Además Robert Olson y Ron Graybill del departamento de los fideicomisarios del Patrimonio White admitieron equivocaciones en los escritos y las enseñanzas de la Señora de White. Informaron públicamente que aun para algunas visiones la profetisa copiaba de los escritos teológicos de otros eruditos. Nunca antes se había dado esto a conocer públicamente.
Todo esto trajo como secuela la modificación de las creencias adventistas acerca de ella. Ahora negaban su inspiración verbal, pero afirmaban a que Dios la permitía usar su cultura para mejor comunicar el mensaje divino.
La tercera crisis dentro del movimiento adventista ocurrió debido al escándalo sobre los proyectos financieros del Dr. Donald Davenport, que le llevaron a la bancarrota en 1983. Había pedido prestado dinero de los oficiales de los más altos niveles de la Asociación General y aunque se les reembolsó los dólares que les debía, otros adventistas nunca recuperaron su dinero.
Las enseñanzas distintivas de los adventistas
El día de reposo. Según los adventistas, la Biblia obliga la observancia del sábado desde el viernes “de puesta del sol a puesta del sol” del sábado. Durante esas 24 horas no se permite hacer nada más que lo esencial para vivir, aunque se exceptúan las prácticas religiosas de esta restricción. No se permite escuchar ni la televisión ni los programas seculares de la radio; están prohibidos el deporte, los estudios de la escuela y el trabajo profesional a menos que sea el servicio médico o eclesiástico.
Las leyes alimenticias del Antiguo Testamento y el vegetarianismo. Según los adventistas, las leyes alimenticias de Levítico 11 siguen vigentes hoy. Por lo tanto, se prohíbe comer cerdo, reptiles, pescado sin escamas, ciertos mariscos, ciertas aves y ciertos mamíferos. Animan a que los miembros se mantengan una dieta vegetariana, pues creen que es más aceptable que la carne. Prohíben el alcohol, el tabaco y las drogas ilegales y desaniman el uso del café y el té.
La expiación de Cristo y el santuario. Cristo no consumó su expiación en la cruz, pues es un evento continuo. Por lo tanto, para los adventistas la palabra expiación incluye el juicio investigador, no sólo la muerte de Cristo. Este punto de vista les permite a acomodar su doctrina de la entrada de Cristo al Lugar Santísimo en 1844 para comenzar el juicio investigador[2]. Suelen enseñar que desde el tiempo de su ascensión al cielo Cristo administraba únicamente en el Lugar Santo, pero ahora investiga las obras en el Lugar Santísimo. Pues los pecados perdonados no son borrados sino registrados en los libros en dicho Lugar celestial, y ahora Cristo está investigando y borrando los pecados. Eso quiere decir que el Señor está purificando “el santuario celestial, quitando de los libros del cielo el registro de sus pecados. Esta obra [de juicio]… implica separar a sus verdaderos seguidores de los que simplemente hacen profesión de cristianismo…” y ha de ser completado antes de la segunda venida de Cristo a la tierra. La norma del juicio será la ley de los Diez Mandamientos.
La redención o salvación. Se sostienen dos enfoques acerca de la redención y ambos apoyan sus interpretaciones en los escritos de Elena de White, la cual vacilaba entre la postura perfeccionista y la justificación por la fe. El ala izquierda sostiene que la salvación viene únicamente por la aceptación de Cristo, pero que los frutos del Espíritu incluyen la observancia del sábado, la obediencia a las leyes alimenticias y otra conducta exigida por los adventistas. El ala derecha enseña que en el momento de la conversión Dios perdona los pecados ya cometidos y a la vez provee al pecador una oportunidad de vivir sin pecar. Por supuesto esta perfección se desarrolla durante un período de tiempo a través de una relación siempre más allegada a Cristo. Además algunos enseñan que Cristo nació con la misma tendencia a pecar que todo ser humano, y de esa manera él nos demuestra que el creyente puede lograr vivir sin pecar.
Cabe señalar que enseñan también que la salvación es por gracia pero hay que mantenerla por nuestras obras de las leyes y reglas del movimiento[3].
La misión divina de Elena de White como la mensajera de Señor. El ala derecha depende más de los escritos de la profetisa que de la Biblia y los considera igual si no superior a la Biblia. Aunque niegan esto, en la práctica usan sus escritos más que la Biblia. Se dan tres razones para la importancia de los mismos: son más contemporáneos que los escritos bíblicos, se conservan los manuscritos originales, y están más detallados y más fáciles de leer que los escritos bíblicos.
El ala izquierda conserva una postura más ambivalente hacia Elena de White. Pues afirman que no la necesitan, que reconocen sus equivocaciones y su práctica de copiar de otros escritores, pero la justifican a ella. Pues lo que hizo no era peor de lo que hicieron los escritores bíblicos cuando bajo la inspiración divina usaron otras fuentes. No obstante, a veces dan la impresión de que se sienten vergüenza de ella.
La declaración de fe aprobada por la Asociación General en Dallas en 1980 publicada bajo el título “Creencias Fundamentales de los Adventistas del Séptimo Día” incluye la creencia en la inspiración divina de la Mensajera del Señor[4], aunque se deja la aplicación en las manos del creyente adventista. Probablemente la mayoría la aceptan en principio sin dudas. No obstante, selectivamente escogen de sus escritos. Además, los adventistas tienden a creer en la obediencia de todos sus dictados como necesarios en el desarrollo y crecimiento espiritual, es decir en la santificación.
El sueño del alma. El alma de todo difunto está inconsciente o muerta hasta la resurrección en la segunda venida de Cristo, pero eventualmente los malvados serán destruidos para siempre.
La profecía. Normalmente sus campañas evangelísticas son seminarios proféticos, que se llevan a cabo en un lugar que no sea templo adventista, para introducir las otras doctrinas adventistas. Después de su acostumbrada presentación de los conferenciantes únicamente como ministros del evangelio, proceden a enseñar una interpretación de la profecía que surgió el siglo pasado.
En cuanto a los libros de Daniel y Apocalipsis se enseña que cada “día” profético equivale a un año. Por lo tanto, la profecía de los 2300 días de Daniel 8:41 se extendió desde 457 a.C. hasta 1844 d.C. cuando Cristo entró el Lugar Santísimo del santuario celestial para investigar a los santos y ofrecer la expiación “final”. Creen que solamente los adventistas se componen la iglesia remanente de Apo. 12:17, pues sólo ellos guardan todos los Diez Mandamientos y tienen un profeta de los últimos días que es el “Espíritu de Profecía” (Apo. 19:10). Todas las demás iglesias forman parte de Babilonia (Apo. 18). En el final de los tiempos el “protestantismo apóstata” se unirá con el catolicismo y el espiritismo para gobernar el mundo.
Bajo el liderato de los EE.UU. esta coalición malvada regirá el mundo. Pasará leyes exigiendo a todos a guardar el domingo como el día sagrado de reposo, pero en realidad la observancia del domingo es la marca de la bestia (Apo. 13:16-18). Debido a esas leyes la iglesia adventista tendrá que esconderse para evitar la persecución y así culminará el tiempo de la probación para la humanidad, pues se salvan los que guardan el séptimo día y se pierden los demás. Luego descienden las últimas siete plagas.
Al año después del fin de la probación, las fuerzas de maldad arrinconarán al pequeño remanente. De repente gran oscuridad envolverá la tierra y la voz de Dios anunciará a sus seguidores el día y la hora del regreso de Cristo. Entonces el Señor vendrá literalmente en las nubes de gloria. Tanto los muertos justos como los que crucificaron al Salvador resucitarán. Los ángeles llevarán a los justos recientemente resucitados y los vivos que nunca murieron por las nubes mientras que la gloria de Jesús destruirá a los malvados.
Por siete días los justos viajarán con Jesús en el espacio sobre un mar de vidrio al cielo, más allá que el “abismo” astral en la correa de Orión, pero se pararán temporalmente para observar el sábado en algún planeta habitado. Gobernarán en paz en el cielo por mil años; además examinarán los libros investigadores hasta satisfacerse acerca de la culpa de los muertos malvados. Mientras tanto Satanás andará por la tierra desolada, el abismo sin fondo, con sus ángeles haciendo planes para acabar con la gobernación del Señor.
Al finalizar el milenio Cristo llevará la Jerusalén celestial a la tierra y resucitará a los muertos malvados los cuales Satanás reclutará. Luego se prepararán para atacar a la ciudad santa y avanzan. No obstante, Satanás se ve obligado a someterse a Jesús, el Rey de reyes, y a reconocerle como el legítimo hijo de Dios. Luego fuego del cielo consumirá a los malvados y a los ángeles de Satanás y así serán destruidos para siempre. Después de su destrucción, todo será recreado y los justos vivirán felices en una paz perfecta y eterna.
El evangelio. Según los adventistas el vocablo evangelio se refiere al mensaje completo del sistema doctrinal adventista. Las reuniones evangelísticas adventistas que se llaman “seminarios proféticos” incluyen conferencias sobre la ley y el sábado, el estado de los muertos, el bautismo, la reforma de la salud y finalmente el futuro esperanzador para quienes observan el mensaje adventista. Por lo tanto, para ellos el evangelio abarca la justificación y la santificación, pero principalmente la santificación.
Los adventistas tienden a recalcar lo que el creyente hace para Dios como gratitud de manera que uno gana su favor. Debido a las discrepancias en los escritos de la señora de White, existe un desacuerdo entre los seguidores acerca de la salvación, pues, de un lado en algunos trozos contradictorios manifestó un legalismo extremo y, de otro, enseñaba la justificación por la fe solamente.
La autoridad de Elena de White
Universalmente los adventistas defienden el rol de la señora de White como mensajera del Señor, pues creen que Dios le otorgó el don de profecía. Varias veces el adventismo ha señalado oficialmente su dependencia de la Biblia y de la profetisa de White. La Review and Herald, una revista adventista, insistió que durante sus 70 años de ministerio público ella era una profetisa de la iglesia de Cristo de la misma clase de Samuel, Jeremías y Juan el Bautista. Otra fuente adventista afirma que “Nosotros no creemos que la calidad o grado de inspiración en los escritos de Elena de White sea diferente a la de la Escritura”. La Adventist Reviewpuntualiza que es inválido insistir en “la Biblia solamente”, pues tal afirmación busca desacreditar a Elena de White. Además, se tiene que estudiar la Biblia junto con la historia, la arqueología y los idiomas. También si los estudiosos se utilizan los escritos de Calvino y Lutero, entonces también hemos de usar los de Elena de White. Pero cabe señalar que lo que los adventistas reclaman para ella va mucho más allá de lo que los eruditos protestantes reclaman para los reformadores del siglo XVI.
Como consecuencia, los Adventistas del Séptimo Día añaden los escritos de su profetisa a la Biblia. Aunque técnicamente no forman parte del canon, no obstante, la describen a ella como la única comentarista infalible de la Biblia y el último tribunal de apelación entre el pueblo de Dios. Un presidente anterior de la Asociación General Adventista afirmó que “el Espíritu de Profecía es el único intérprete infalible de los principios bíblicos”.
En su historia el adventismo nunca ha tomado una postura contraria a la de ella. De manera que este movimiento permanece en pie o se cae conforma a su palabra. Se les dice a los nuevos creyentes que Elena de White está en completa acorde con la Biblia y luego suplen un número de pruebas bíblicas para demostrarlo. Después de aceptar esta evidencia, el convertido debe seguir sus escritos sin cuestionarlos[5].
¿Fue Elena de White una verdadera profetisa de Dios? Se puede usar tres criterios[6] para determinar su rol como profetisa. Primero, un verdadero profeta nunca escribe equivocaciones sustanciales acerca de los hechos. Segundo, un profeta verdadero nunca se pone en desacuerdo con la Biblia. Tercero, un verdadero profeta consistentemente mantiene los más altos códigos de ética, especialmente cuando se trata de los mensajes de Dios[7].
(1) ¿Existen errores sustanciales en las enseñanzas de Elena de White? Sí, por ejemplo se equivocó en cuanto a las causas que forman los volcanes, predijo en 1856 que algunos vivos verían las últimas siete plagas y presentaba como realidad la capacidad del hombre y las bestias de producir o generar híbridos. Enseñaba también que la masturbación causaba cáncer, cabezas deformes, ojos pequeños, problemas con la espina dorsal y debilitaba los poderes mentales. En 1884 exhortaba a los adventistas a abstenerse del sexo aun dentro del matrimonio debido a la inminente venida de Cristo[8]. Pero posiblemente su error más grave fue la promulgación entre 1844 y 1851 de la enseñanza de la puerta cerrada cuando reclamaba que Dios le había dado una visión informándola que el tiempo de la probación para los incrédulos terminaba el 22 de octubre de 1844; más tarde se contradijo negando que fuera una visión.
(2) ¿Contradijo alguna vez la Biblia? Sí, cuando afirmaba que Miguel el arcángel (Cristo) bajó del cielo para enterrar a Moisés y cuando enseñaba que Miguel era el Cristo, pues la Biblia enseña que él era uno de los príncipes principales (Dan. 10:13) y que era un arcángel o un principal príncipe celestial, un ser creado, inferior a las tres divinas personas. Además Elena de White dijo que el reino de la gracia fue instituido inmediatamente después de la caída del hombre mientras Pablo y Pedro señalan que fue antes (2 Ti. 1:9; Tito 1:2, Ef. 1:4; 1 Pe. 1:18-20). También contradijo la Biblia cuando mandó traer una ofrenda por el pecado, mientras que Heb. 10:12, 10:18 y 1 Pe. 1:18 señalan que Dios no la requiere hoy.
Enseñaba además que la sangre derramada por Cristo en el Calvario no borraba todos los pecados, pues habría una expiación final posterior en el siglo XIX en el santuario celestial. El Nuevo Testamento señala lo contrario (Ef. 1:7; 1 Jn. 1:9). ¿Fue consumado la expiación de Jesús en la cruz?[9] Elena de White insistía que todavía Cristo estaba haciendo una expiación final por nosotros mientras que el libro de los Hebreos pone en claro que fue consumada (10:18). Afirma ella que Cristo murió con el fin de dar al hombre una segunda oportunidad o tiempo adicional de probación para la salvación (compara Ro. 5:8-11) y no para abolir la ley (compara Ef. 2:15 y 2 Cor. 3:13). Dijo que en esta vida el hombre podría alcanzar un estilo de vida en el cual dejaba de pecar o condición de impecabilidad, pues aquellos que por fe en Cristo obedecían todos los mandamientos de Cristo alcanzaban la misma perfección de la cual gozaba Adán. Es decir, según la señora de White, Cristo murió para hacer posible una vida en la cual podríamos dejar de pecar. La profetisa también enseñó que no todos nuestros pecados fueron expiados en el Calvario, pues eso se haría durante el tiempo designado antes de la segunda venida.
¿Pueden los cristianos reclamar ser salvos? La Señora de White dijo que nunca se debe enseñar a los que aceptan al Salvador a decir o sentir que fueran salvos — no obstante su sinceridad. Pero la Biblia afirma que sí los cristianos podemos tener la seguridad de nuestra salvación[10]. Concluimos, pues, que la profetisa Elena de White contradijo varias doctrinas bíblicas tanto básicas como no tan fundamentales.
(3) ¿Fue la conducta de Elena de White siempre a la altura ética que se requiere de alguien que reclama ser una mensajera del Señor? Según las investigaciones de varios líderes adventistas[11], Elena de White en conjunto con sus secretarias parafraseó gran segmentos de los escritos de otros teólogos. La profetisa los usó para sus propios propósitos. Por ejemplo, más del 50% de su famosa historia de La gran controversia fue copiada de otros escritores. Copiaba de autores de salud, historia, doctrina y teología e incluía algunos trozos plagiados entre lo que ella reclamaba ser visiones de Dios. Aunque se argumenta que en esto ella siguió las normas y prácticas del siglo XIX, ¿cómo se puede reclamar como revelación trozos plagiados de los escritos de otros teólogos? Además, muchos segmentos fueron compilados por las secretarias y otros miembros de su familia.
Cabe señalar, también, que Elena de White acostumbraba negar que copiara de otros. De hecho afirmaba que las ideas no eran de ella sino las que Dios abría a ella en visiones. Pero a su hijo Willie le dijo en secreto que Dios le había prometido la sabiduría para escoger de los escritos de otros. La única vez en forma pública que ella no negaba haber copiado fue en la edición de 1884 de La Gran Controversia cuando el Dr. John Kellogg insistía a que ella diera una expresión de crédito en general a otros, pero la profetisa no especificó autor alguno. Además normalmente los adventistas han encubierto información acerca de su plagio aunque el Anciano E. H. Foster, el coordinador del Ministerio de Elena de White en la División del Norte de Europa lo admitió en 1984.
El mensaje de Jehová por boca del profeta Jeremías dirigió palabras acerca de este tipo de profeta cuando dijo: “Por eso me declaro contra esos profetas que se roban unos a otros mis palabras. Yo, el Señor, lo afirmo. Me declaro contra esos profetas que hacen pasar como mensaje mías cosas que ellos inventan. Me declaro contra esos profetas que cuentan sueños mentirosos; que con sus mentiras y habladurías hacen que mi pueblo se extravíe. Yo no los he enviado ni les he dado orden alguna, así que son incapaces de ayudar al pueblo. Yo, el Señor, lo afirmo” (Jer. 23:30-32).
Otro aspecto de su cuestionable proceder fue considerarse superior a las reglas de salud que ella misma rígidamente aplicaba a sus seguidores. No dejaba de comer ni mantequilla ni huevos ni de tomar leche a pesar de que lo denunciaba. Asimismo, seguía comiendo pescado, pollo y carne de res aunque ordenaba a otros a evitarlos. También buscaba la forma de conseguir ostras aunque tuviera que hacer arreglos especiales a través de su nuera para conseguir las frescas.
¿Fue única la señora Elena de White? A veces se usan las síntomas, inusitadas de ella durante sus visiones para evidenciar su rol divino. Estas incluían la aparente falta de respiración, la postración, los movimientos elegantes y la cara levantada hacia arriba y resplandeciente, aunque estuviera inconsciente de la presencia de otros cerca de ella.
Para llegar a una conclusión concienzuda acerca del significado de estos síntomas, hay que tomar en cuenta tres cosas. Primero, la señora tuvo un daño cerebral durante la niñez que por poco la mató. Tales daños a veces han causado fenómenos mentales sorprendentes en las personas. Segundo, hay que recordar su participación activa en el movimiento de Miller, en el cual se manifestaba gran fanaticismo, casos de postración y visiones, excitación, gritos, glosolalia, sanidades, lamentaciones, desmayos y la imposición de manos. Tercero, otros seres humanos del siglo XIX tuvieron visiones. Cuarto, los médicos han dado varias explicaciones por dichas síntomas tales como el auto-hipnosis, la histeria, una enfermedad del cerebro o sistema nervioso y ataques parciales-complejos. Cabe señalar que en general los adventistas confían demasiado en las manifestaciones físicas como prueba de la presencia de Dios en ella.
¿Fue la Señora Elena de White “el Espíritu de profecía” como ella reclamaba? Después de tomar en consideración las fuentes humanas de muchos trozos de sus obras proféticas, algunos adventistas hoy han modificado sus loores a ella. No obstante, aun ellos siguen insistiendo que el don de profecía se manifestó en el ministerio de ella a pesar de que están renuentes a llamarla el “Espíritu de profecía” como antes. Tampoco nosotros podemos aceptar ese reclamo, pues la idea de Juan en Apocalipsis 19:10 es que el testimonio que Jesús dio acerca de Dios — la completa revelación divina — es el mismo espíritu y corazón de todo el mensaje profético en las Sagradas Escrituras. Es la verdadera preocupación o carga del Espíritu que inspira la profecía. Además, como inferencia se puede decir que cualquier testimonio a favor de la persona de Jesús y su obra redentora ha de tener su fuente en el Espíritu que origina la profecía (compara la traducción de la Versión Popular y las 7 cartas a las iglesias que son la voz del Espíritu Santo [Apo. 2:7]).
La Reforma en la salud
Entre las muchas reglas de la profetisa adventista existe una categoría que tiene que ver con la reforma en la salud. Se relaciona con tres doctrinas principales. Primero, para la señora de White las leyes sobre los alimentos del Antiguo Testamento (Lev. 11) están vigentes para todo ser humano. Hoy se prohíbe comer algunos mariscos, muchas aves y algunos mamíferos. Para apoyar esta creencia los adventistas suelen citar pasajes tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Pues Dios hizo una distinción entre los comestibles y los impuros cuando permitió siete de los primeros entrar el arca de Noé en vez de solamente dos. Además Cristo y sus discípulos comían alimentos limpios, como la visión de Pedro sugiere.
La segunda doctrina relacionada con la reforma de la salud se nota cuando los adventistas subrayan una preferencia espiritual para la comida vegetariana. De hecho la señora de White dijo que los que comían carne no serían trasladados al cielo.
Tercero, los adventistas creen que puesto que su cuerpo es el templo de Dios (1 Cor. 3:16-17), están prohibidos el tabaco, el licor y el uso ilegal de las drogas. Además se debe abstenerse de las bebidas con cafeína como el café y el té. También, se acostumbran limitar el uso de drogas legales, tratan de disfrutar del aire puro del campo y el ejercicio con el fin de preparase para los últimos días en la tierra.
Como neotestamentarios sabemos que el mensaje de la reforma de salud no es necesario para la salvación o la santificación. Sabemos también que el sistema ceremonial del Antiguo Testamento fue preparatorio para la provisión espiritual de Cristo y que Levítico 11 fue una parte de la ley ceremonial que anticipaba la venida de Cristo. A pesar de las afirmaciones adventistas, no existe evidencia alguna en los manuscritos que Marcos 7:18-19 fuera una inserción o interpolación en el texto. Concluimos, entonces, que Jesús declara todos los alimentos limpios. Además hay textos adicionales en el Nuevo Testamento que ponen en claro que las leyes sobre los alimentos del antiguo pacto no fueron incorporadas en el nuevo pacto[12] (Col 2:16-23, I Tim 4:1-4, 1 Cor 10:25-31, Ro. 14:1-3)[13].
Cabe señalar también que para ser consistentes en la aplicación de las leyes de salud los adventistas no podrían enterrar a un cadáver antes de pasar las 24 horas y las parejas tendrían que abstenerse de las relaciones sexuales durante el período de la menstruación. Además, la misma señora de White no acataba a sus propias enseñanzas acerca de los alimentos, como ya se ha señalado.
En cuanto al vegetarianismo y la evidencia bíblica, está claro que Abraham sirvió carne a los dos ángeles (Gén 18:7-8). Jesús comió carne después de su resurrección (Lu 24:42-43), la sirvió a sus discípulos (Jn 21:11-15) y a la multitud de 5,000 hombres. También los judíos comían carne de oveja, cabra, ciertos aves y carne de res (Lu. 15:27-30). Además la condenación de Pablo en cuanto a las enseñanzas acerca de los alimentos aplica igualmente a los que imponen un dieta vegetariana para fines espirituales (1 Ti. 4:2-3).
La reinterpretación del acontecimiento del 22 de octubre de 1844
Los fundadores del adventismo transformaron el Gran Chasco en la doctrina del santuario la cual señala que Cristo al terminar sus actividades en el Lugar Santo en el templo celestial el día 22 de octubre de 1844 entró en el Lugar Santísimo a la misma presencia de Dios. Allí Jesús comenzó a “investigar” a los justos y hace expiación final por los pecados. Se llama esto el juicio investigador.
Primero, notemos que esta enseñanza contradice las mismas palabras de Jesús cuando declara que los que le escuchan y creen en él y su Padre ya han pasado de la muerte a la vida eterna y no “viene a juicio” para ver si es condenado (El Nuevo Testamento por Pablo Besson) o no “incurre en juicio” (Biblia de Jerusalén) o “no es juzgado” (Nuevo Testamento por Nácar y Colunga). Es cierto, no obstante, que nos presentaremos ante el tribunal de Cristo para recibir nuestras recompensas como discípulos fieles (2 Cor. 5:10). Además una investigación para determinar quiénes se salvan es innecesaria, pues Jesús mismo como el buen pastor dice, “… conozco mis ovejas” (Jn 10:14) y Pablo afirma que “Conoce el Señor a los que son suyos” (2 Ti. 2:19).
¿Qué enseña la Biblia acerca del ministerio de Cristo en el cielo? Cristo comenzó su ministerio en el Lugar Santísimo cuando ascendió al cielo en el primer siglo (c. 30 d.C.). Fue consumada toda la expiación en la cruz, pues pagó todo el precio de rescate cuando derramó su sangre preciosa en la cruz (1 Pe 1:18-19; Heb. 1:3; 9:26-28). Luego, Jesús se sentó en el trono celestial donde ha estado desde su ascensión (1 Cor 15:25-27; Ef. 1:20-22; Heb. 8:1) que evidentemente fue cuando, según Pedro, comenzaron los últimos días (Hch 2:16-17). Según Hebreos 9:11-12 y 24-26 Cristo entró en el Lugar Santísimo cuando ascendió al cielo. A pesar del argumento adventista de que “ta hagia” (santo) no se refiere al Lugar Santísimo, es la misma palabra que se usa para referirse al lugar donde entraba el sumo sacerdote con la sangre de animales (Heb. 9:7). Comprendido así, Hebreos 8-10 establece claramente que Cristo entró en el Lugar Santísimo cuando ascendió y se sentó en el trono celestial a la diestra de Dios Padre, pues ya había consumado una vez y para siempre todo sacrificio expiatorio necesario para nuestros pecados.
Concluimos, pues, que los setenta años del ministerio de la señora Elena de White con sus 2,000 visiones, sus 80 libros, sus 200 tratados y folletos y sus 4,600 artículos publicados en diversos periódicos fue la mayor influencia en la creación del Adventismo del Séptimo Día que, según ella, constituye el verdadero pueblo cristiano, la iglesia remanente de los últimos días. Lamentablemente, todas estas enseñanzas de una mensajera confusa han dejado al pueblo adventista confundido acerca del verdadero evangelio de Cristo. Aunque el adventismo, a lo menos desde 1890, enseña la Trinidad, la suficiencia de la expiación de Cristo a su manera, no obstante, equivocadamente instruyen a sus conversos a salir de la confusión de la gran Babilonia mientras que ellos mismos se encuentran confundidos acerca las enseñanzas verdaderas de la Biblia.
Dr. Donald T. Moore
http://www.sanadoctrinaonline.org/
[1]En la preparación de esta Sana Doctrina el libro de Wallace D. Slattery, Are Seventh-Day Adventists False Prophets: A Former Insider Speaks Out (New Jersey, Phillipsburg: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1990) ha sido de gran ayuda.
[2]El número 23 de sus Creencias Fundamentales dice, “Hay un santuario en el cielo, el verdadero tabernáculo que el Señor erigió….En él Cristo ministra en nuestro favor, para poner a disposición de los creyentes los beneficios de su sacrificio expiatorio ofrecido…en la cruz. Llegó a ser nuestro gran Sumo Sacerdote y comenzó su ministerio intercesor en ocasión de su ascensión. En 1844, al concluir el período profético de los 2,300 días, entró en el segundo y último aspecto de su ministerio expiatorio. Esta obra es un juicio investigador que forma parte de la eliminación definitiva del pecado…. En el servicio simbólico [del día de la expiación] el [antiguo] santuario [judío] se purificaba mediante la sangre de los sacrificios de animales, pero las cosas celestiales se purificaban mediante el perfecto sacrificio de la sangre de Jesús. El juicio investigador pone de manifiesto frente a las inteligencias celestiales quiénes de entre los muertos duermen en Cristo y por lo tanto se los considerará dignos, en El, de participar de la primera resurrección. También aclara quiénes están morando en Cristo entre los que viven, guardando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, y por lo tanto estarán listos en él para ser trasladados a su reino eterno. Este juicio vindica la justicia de Dios al salvar a los que creen en Jesús. Declara que los que permanecieron leales a Dios recibirán el reino. La conclusión de este ministerio de Cristo señalará el fin del tiempo de prueba otorgado a los seres humanos antes de su segunda venida”.
[3]Para una refutación de esta postura consulta “La parte nuestra en nuestra salvación”, III: 1 (Mar.-abril, 1988) de La Sana Doctrina.
[4]”Uno de los dones del Espíritu Santo es el de profecía. Este don es una de las características de la iglesia remanente y se manifestó en el ministerio de Elena G. de White. Como mensajera del Señor, sus escritos son una permanente y autorizada fuente de verdad, y proveen consuelo, dirección, instrucción y corrección a la iglesia. También establecen con claridad que la Biblia es la norma por la cual deben ser evaluadas todas las enseñanzas y toda experiencia” (Creencias Fundamentales, Número 17).
[5]Desde el punto de vista de la lógica este argumento se clasifica como una falacia circular (Petición de Principio). El mismo tipo de razonamiento falaz se ve cuando se compara las “Creencias Fundamentales” números 1 y 17, el cual señala que los escritos de Elena G. de White “establecen con claridad que la Biblia es la norma por la cual deben ser evaluadas todas las enseñanzas y toda experiencia.”
[6]El libro Creencias de los Adventistas del Séptimo Día: Una exposición bíblica de 27 doctrinas fundamentales (Edición Revisada; San Juan, P.R.: Asociación Publicadora Interamericana, 1988) establece 4 principios para probar el don profético: (1) El mensaje, ¿está de acuerdo con la Biblia? (2) ¿Suceden las predicciones? (3) ¿Se reconoce la encarnación de Cristo? (4) El profeta, ¿lleva “fruto” bueno o malo? (pág. 258-59). Otro adventista coincide esencialmente con estas cuatro pruebas (White, Arturo L. “E. G. de White: Inspiración e historia.” Suplemento de la Revista Adventista, enero de 1982.
[7]Eso no quiere decir que los profetas son perfectos, pues se sabe de los pecados de algunos como David, Moisés y Pedro,
pero ellos se arrepintieron (compare también 1 Reyes 13:1-26).
[8]Compara con 1 Tim. 4:1-4.
[9]Vea “La Muerte de Cristo ¿qué significa para nosotros?” III: 7 (Nov.-dic, 1988) de La Sana Doctrina.
[10]Ver “La vida eterna ¿incierta o segura?”, III: 3 (Mayo-junio 1988) y “La vida para siempre ¿condicionada?” VI: 2 (Mayo-junio 1991) en La Sana Doctrina.
[11]Incluyen a Walter Rae, Ronald L. Numbers, Ron Graybill y Donald MacAdams.
[12]Esta cuestión sobre los alimentos limpios nos obliga a hacer una pregunta de gran importancia para la correcta interpretación bíblica, ¿qué parte del antiguo pacto es vigente hoy? La mejor contestación es la siguiente. Puesto que somos pueblo de Dios del nuevo pacto o del Nuevo Testamento, sólo es vigente el nuevo. Pero, ¿qué parte del antiguo se incorpora al nuevo? Incorpora la parte del antiguo que fue incluida explícitamente en el Nuevo Testamento por medio de la repetición, y la parte del antiguo que fue cambiada es vigente tal y como fue modificada. Excluye como obligación de todo cristiano, por lo tanto, las secciones del antiguo no mencionadas en el nuevo y cualquier parte ya cumplida, aunque no prohíbe su observación voluntaria.
[13]Ver “Los alimentos y el Cristiano” II: 2 (Feb.-mar. 1987) y “La sanidad del cuerpo y la salud en la Biblia” II: 4 (Mayo-junio 1987) de La Sana Doctrina.