La película Apocalypto, de Mel Gibson, es un buen punto de partida para comenzar a desglosar esta pregunta. Más allá de que la imaginación juega un rol gravitante en todo el film, la producción muestra acertadamente la corrupción y decadencia de la civilización maya en Mesoamérica.
Las imágenes revelan lo que ya la arqueología trajo a luz, el derramamiento de sangre perpetrado con el fin de apaciguar a los dioses en los sacrificios rituales donde se practicaba la extirpación del corazón aun latiente de las víctimas (sin anestesia, por supuesto). La crueldad alcanzada por estos nativos americanos, expresada en la explotación de los clanes más débiles, el genocidio infligido sobre los enemigos derrotados, su mal uso de los recursos naturales y su inclinación guerrera insaciable, hubieran causado su extinción tarde o temprano, sin necesidad de la ayuda de los conquistadores. Conste que no sólo los mayas sino todas las culturas indígenas destacables de la historia del continente americano se caracterizaron por los mismos rasgos.
La obra de Mel Gibson cae en el mismo error que el hombre del renacimiento al idealizar la existencia de una pequeña tribu de nativos en un claro del bosque torrencial, viviendo la vida perfecta en comunión con la naturaleza, produciendo hijos en familia y divirtiéndose en buena medida. Claro, luego llegan los malos (los mayas) y destruyen la aldea forestal, matando indiscriminadamente y llevándose los sobrevivientes para ser sacrificados en la gran pirámide dedicada al dios Sol. La inclusión del concepto del salvaje noble en la película fue necesaria para elaborar el consabido conflicto entre el bien y el mal, pero en realidad Gibson no tiene la más mínima base histórica para pensar que la tribu idílica del bosque no había alcanzado el mismo nivel de corrupción que los mayas.
Es este tipo de escenario el que arroja luz sobre la clásica objeción al cristianismo expresada en lo que yo llamo “las preguntas del pagano”: ¿Qué pasa con los que nunca escucharon de Cristo? ¿Irán al infierno?
La Biblia es diáfana respecto a esto. Dice que todos los hombres suprimen y rechazan la luz de la creación y adoran a la criatura en lugar del Creador (Ro.1:18, 21-25, 28). El juicio pronunciado sobre los hombres es determinado en base a la naturaleza de la personas. Todos los hombres son pecadores por naturaleza. Todos están bajo la ira de Dios (Ef. 2:3).
La doctrina del pecado original comprende la imputación del pecado de Adán a toda la humanidad. Luego de la imputación sigue la condenación de Dios y el juicio de la muerte (ver Sal. 51:5; 58:3; Ro. 5:12-21; 1 Co. 15:22). Nosotros pecamos porque somos pecadores.
Lo que somos por naturaleza determina el juicio sobre nosotros. Mejor dicho, no estamos condenados por lo que hacemos, estamos condenados por lo que somos (pecadores). Por lo tanto es erróneo enseñar que estamos perdidos si rechazamos a Cristo. El incrédulo es condenado por lo que es, o sea por su naturaleza. Es pecador, por lo tanto, está bajo la ira de Dios.
De ahí que: Todas las religiones (no cristianas), pre-cristianas y pre-colombinas incluidas, son condenadas en la Escritura por las siguientes razones:
a) Son religiones paganas idólatras que no representan la búsqueda de Dios por parte del hombre, sino el rechazo de Dios por parte del hombre (Ro. 1:18-25).
b) En realidad adoran a Satanás y sus demonios (1 Co. 10:19-22).
c) No pueden hallar a Dios por medio de la sabiduría de este mundo (1 Co. 1:18-31)
Los paganos no adoran al verdadero Dios en el marco de sus religiones falsas. Por consiguiente, debemos rechazar la falsa idea de que todas las religiones son diferentes caminos que conducen a Dios. Todos los incrédulos son idólatras.
¿Puede el hombre encontrar a Dios tomando como punto de partida la Creación?
Proposición: La revelación general no es suficiente para salvar a los hombres.
La revelación general es ese testigo mudo (no verbal) de la creación que señala hacia la existencia y el poder de Dios, y hacia la condición de criatura pecaminosa de cada hombre. La revelación general confronta a los humanos en todo momento con el mundo en derredor y con la voz de su propia conciencia (Ro. 1:18-28; 2:14-15).
Mientras que esta revelación es suficiente para condenar a todos los hombres por el hecho de que los deja sin excusas (Ro. 1:20), la Escritura nunca dice que es suficiente para salvar a nadie.
En la Biblia la salvación está ligada directamente con el evangelio, y el evangelio viene a nosotros únicamente por la revelación especial de Dios, o sea las Escrituras (Ro. 10:17).
La información histórica
La evidencia muestra que el hombre por sí solo, por más que esté en contacto con la naturaleza, no busca a Dios.
¿Siguen los aztecas con sus ritos paganos luego de tantos siglos? Sí. Gracias a la ley y las autoridades que no siguen arrancándole el corazón vivo a sus enemigos o sacrificando vírgenes al por mayor. Gracias a las leyes con base en los principios judeo cristianos, uno puede ir de paseo a Hawai sin peligro de que sus hijas menores sean empujadas al cráter de un volcán. ¿Siguen los mayas realizando ofrendas a sus dioses para que hagan llover? Sí.
¿Siguen los incas con sus ritos paganos del pasado? Sí. Claro, ya no matan y momifican a las vírgenes de 12 años de edad en adoración al dios Sol.
¿Siguen los indios americanos danzando y golpeándose la boca para producir su sonido de guerra o hacer llover? Por supuesto que sí, aunque lo hagan como atracción turística. Muchos de ellos aun invocan al Gran Espíritu. Es cierto que ya muchos han sido alcanzados por el evangelio de Cristo, pero no ha sido a través de la contemplación de la naturaleza, sino por los esfuerzos misioneros.
Ni que hablar de los hindúes con su panteón-zoológico de dioses. Los británicos ilegalizaron y persiguieron a los adoradores de Kali, de lo contrario sus sacrificios humanos hubieran continuado hasta el presente.
¿Sigue África sumida en la más oscura superstición, paganismo y brutal violencia en muchas regiones? Sí.
¿Buscan a Dios los indios amazónicos o siguen atravesándose la piel con huesos y adornitos varios? ¿Siguen los indios de Centro y Sudamérica sonándoles la maraca a los enfermos? ¿Siguen algunos caribeños danzando con sus caretas puestas y usando las gallinas de matraca y desparramando plumas en sus ritos religiosos? Sí.
El destino de los paganos de las religiones mundiales
La ausencia de revelación especial de ninguna manera los salva de no perecer.
El hecho de que ellos perecen físicamente revela que Dios los ve como pecadores y que confrontan una eternidad sin Cristo en la segunda muerte (Roo. 2:11-12,16; 3:23; 5:12; 6:23).
Las Escrituras muestran que todos los inconversos serán lanzados al lago de fuego cuando Cristo retorne en poder y gloria (Mt. 25:41,46; Ap. 21:6).
2 Tesalonicenses 1:8 nos dice el destino de aquellos que no conocen a Dios es el infierno eterno.
La única solución
Los paganos del mundo deben indefectiblemente escuchar o leer acerca del Señor Jesucristo por medio del hombre como instrumento para poder ser salvos.
El evangelio no viene a nadie por medio de los ángeles, de visiones o sueños.
Dios ha designado a la Iglesia el privilegio y la responsabilidad de diseminar el evangelio (Mt. 28: 19-20; Mr. 16:15; Ro. 10: 13-17). <>
Pablo Santomauro fue subdirector de CIR. “Apología Cristiana”, CIR, P.O.Box 846, Montebello, Cal. 90640-EE.UU. URL de CIR: (en españo
l). El Centro de Investigaciones Religiosas (CIR) es una organización interdenominacional especializada en la apologética de sectas. Fue pastor ordenado, autor profuso de artículos relacionados con la disciplina de la apologética cristiana y conferencista especializado en sectas y religiones comparada.