Sermón sobre 1 Juan 1:1-10 ~ “Si confesamos nuestros pecados”
~ por John Abels con todos los derechos reservados.
El Señor Jesucristo desea que cada un de sus hijos tenga comunión con el. En la misma manera como padres quieren regocijarse con sus hijos, así el Señor desea tener comunión íntima con los suyos. 1 Juan es una carta familiar escrita por el Padre a sus hijitos. Esta palabra “hijitos” es una palabra muy tierna. No se usa aquí para mostrar nuestra posición como “hijos de Dios” sino para mostrar lo cercano al Padre al ser “renacidos” del Padre. En este libro encontramos el tema de la comunión. El Señor Jesucristo ya se ha ido; ha ascendido a la gloria con su Padre. El amó a los suyos mientras el estaba aquí en la tierra, y ahora muestra su deseo de seguirles amando, de seguir teniendo comunión con ellos hasta que estén con el en la gloria.
En este libro, Juan nos está hablando. Te está hablando a ti y a mi. El había tenido comunión con el Padre. Ahora nos lo muestra; nos lo enseña y nos dice como llega a la vida de uno.
V. 1 “Lo que era del principio” Juan se refiera al tiempo cuando Jesús andaba aquí en el mundo. El se hizo Dios en carne. Juan 1:14 “Aquel verbo fue hecho carne.” Jesús vino a este mundo hace 2000 años tomando la forma de humanidad, y Juan está hablando acerca de esto.
Jesús había llamado a Juan, el escritor de este libro como discípulo. Juan había caminado y había hablado con el unos tres años. Ahora, Juan nos lo introduce, “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado.” Juan nos muestra aquí la autoridad por la cual habla. Su información no solo vino por medio del oído sino por los ojos. Y no solamente le había visto de lo lejos; Juan había vivido con Jesucristo tres años. El había contemplado este hombre. El le conoció muy bien. Juan nos está diciendo aquí que el y los demás discípulos podían verificar el hecho de que Jesucristo era el mismo Dios.
En aquel entonces había un problema bastante grande. La doctrina falsa ya había entrado. Algunos ya enseñaban que la salvación venía por el conocimiento. Algunos negaban que Jesús era hombre. Otros negaban que Jesús era Dios. La verdad es que siendo Dios, no era menos hombre, pero a la vez el hecho de ser hombre, tampoco lo hizo menos Dios.
Es cierto que ustedes y yo nunca hemos visto a Cristo; no le hemos contemplado como Juan, pero el dice, “Lo hemos contemplado.” Sigue diciendo, “Y palparon nuestras manos tocante al verbo de vida.” Después de la resurrección, cuando Tomás dudaba, apareció Jesús y le dijo, (Juan 20:27,28 LEE). Tal vez Tomás no le tocó, o a lo mejor si, y también los otros discípulos. Porque este versículo dice que sus manos tocaron al hijo de Dios. Que prueba más grande necesitamos nosotros que este testimonio de que Cristo resucitó de entre los muertos.
V. 2 LEE Cristo es la vida eterna. Era Dios hecho carne, quien vino a este mundo para revelarnos Dios mismo y redimir el hombre de su pecado.
V. 3 LEE Ahora Juan llega a esa parte de su discurso que habla de comunión con el Padre, con el Hijo, y compañerismo con otros de la misma fe. La palabra “comunión”, en el original era una palabra muy especial. Quiere decir; tener algo en común; una sociedad. Para los creyentes, compañerismo significa el hecho de compartir las riquezas del Señor. Esto lo hacemos en los servicios de la iglesia. Compartimos por medio de las ofrendas, en el tiempo quieto de la oración, cuando tomamos la Santa Cena, cuando estudiamos la Palabra de Dios, cuando tenemos tiempos de compañerismo en los hogares. Durante estos tiempos hablamos de las cosas del Señor y podemos orar juntos.
En este capítulo Juan comparte con nosotros sus maravillosas experiencias que ha tenido con el Señor. Juan nos dice que es una cosa muy gloriosa.
V. 4 LEE Y ahora, ¿porqué tenemos esta comunión? La respuesta; para aumentar nuestro gozo. La verdad es que la mayoría de nosotros, los creyentes somos muy infelices, o a lo menos así dan a parecer nuestras caras. Dios dice que si nuestra comunión con el y nuestro compañerismo con otros es grato, entonces el resultado visible sería gozo _ gozo radiante, que pasará de nosotros a otros. Los incrédulos creen que si uno quiere de veras estar muy triste, o tener un parecer muy serio, debe hacerse cristiano; pero en realidad, asistiendo a la iglesia, o a un tiempo de compañerismo, debe ser motivo de mucho gozo para uno. Cuando uno comparte las cosas del Señor y tiene compañerismo, debe haber gozo _ verdadero gozo. Solamente puede pasar esto cuando uno tiene verdadera comunión con Dios.
V. 5 LEE Dios es luz, que quiere decir, Dios es santo. Esto es un punto muy importante. Es verdad que Dios es amor, y Juan nos lo dice muchas veces, pero Dios es santo. La luz habla de la gloria del Señor, la gloria del universo creado por El, de su hermosura y maravilla. La luz revela todo. Revela nuestras imperfecciones. La luz habla de la pureza de Dios. La luz guía al hombre. Dios es luz. Cristo Jesús es la luz del mundo.
Parece que nosotros no poseemos estas cualidades de luz. ¿Entonces, cómo podemos tener comunión con El? En él no hay tinieblas, pero a veces hay pecado en nosotros. ¿Que vamos a hacer?
V. 6 LEE Ahora el hombre quiere vencer la dificultad que vimos en v. 5 porque no somos luz como El es. En este versículo, el hombre anhela tener comunión con Dios, pero a la vez anda en tinieblas. Haciendo eso, dice Juan, mentimos y nos hacemos mentirosos. El autor de este libro habla mucho del amor, y nos lo muestra por su vida, pero es muy franco en su modo de hablar. Este verso contiene palabras muy fuertes. Hay personas hoy día que dicen algo como, “Bueno, yo tengo buena comunión con El”, pero a la vez andan en el pecado y no lo quieren confesar y abandonar. Juan sigue diciendo en…
V. 7 LEE ¿Vez? En v. 6 el llama a los que dicen que andan en comunión, pero que en realidad andan en pecado _ mentirosos e hipócritas. Ahora en el v. 7 Juan explica que Cristo murió para salvarnos de la culpa del pecado. Si has sido salvo, si has sido redimido por la sangre de Cristo, entonces El llevó tus culpas; esto lo llamamos la justificación. El te hizo limpio, igual que si nunca hubieras pecado, y así nos ve Dios por medio de la sangre de Cristo. Entonces diariamente El nos salva de los pecados. Esto lo llamamos la santificación. Necesitamos este crecimiento en la gracia ahora más que nunca. Entonces, por fin, El nos salvará de la pena del pecado cuando la muerte llega. Dios ya ha preparado el futuro para nosotros. Estaremos con El si somos salvos ahora. Más adelante, en capítulo 3, Juan añade 3:2 LEE Uno de los himnos favoritos de la fe es “Oh, que amigo nos es Cristo”, y es la verdad, pero el nos ha dicho en Juan 15:14, “Sois mis amigos, si hacéis lo que os mando.” Viene la pregunta; ¿Le estamos obedeciendo? ¿Le estamos siguiendo? Si anduviéramos debajo de esa luz iluminadora, veríamos nuestras imperfecciones. Podríamos entonces confesarlas y lograr una comunión más íntima con El y con otros creyentes. La luz nos puede mostrar el peligro y el mal, pero si seguimos en las tinieblas nunca nos daremos cuenta. Me hace pensar en la historia de un hombre que había dormido muy cómodo en una cueva toda la noche. Cuando amaneció y la luz comenzó a entrar a la cueva, casi se murió de susto cuando vio a un oso acostado detrás de el. Ahora, díganme, ¿Que trajo a ese oso a la cueva? ¿La luz? ¡Claro que no! La luz solamente lo reveló. Es en la misma manera que cuando nosotros dejamos que la luz del Señor entra a nuestra vida, esa luz iluminará nuestro ser, y manifestará nuestros pecados. Entonces será nuestro deber salir de en medio de ellos tan pronto que sea posible. Si andamos en la luz como el está en la luz, ¿qué pasará? Veremos todos los males que hay en nosotros que debemos confesar. Gracias a Dios por la sangre de Cristo, el Hijo de Dios, que no solo nos limpia del pecado, sino que sigue limpiándonos de todo mal.
V. 8 LEE Este texto contiene palabras suaves que quieren decir que mentimos. Es todo. Hay algunos en este mundo _ aun creyentes _ que quieren hacerse igual a Dios. Creen ponerse al nivel de Dios en sus acciones. Piensan que son perfectos. Se acuerdan en el v. 6, al hombre que quiere bajar a Dios a su nivel, el nivel del hombre, al decir que había comunión entre Dios y el cuando en realidad estaba viviendo en tinieblas. Aquí vemos lo opuesto. El hombre que dice que ha llegado a la perfección. Dice que no tiene pecado. Pero, ese hombre se engaña a si mismo. Si tu crees que puedes llegar a ser como Dios, de estar sin pecado, estás engañándote a ti mismo.
¿Ahora, viene la pregunta, ¿Qué debemos hacer con el problema de nuestro pecado si de veras queremos tener comunión con Dios? La respuesta en …
V. 9 LEE La palabra “confesar” significa varias cosas para diferentes personas. Déjenme decirles que en éste versículo no quiere decir que uno no debe ir a otra persona y decirle su pecado. No quiere decir aquí, que uno debe ponerse de pie en la iglesia y hablar de sus acciones en el pasado. No, definitivamente no. En esta instancia tiene el sentido de “decir la misma cosa”. En otras palabras, cuando uno confiesa, toma el punto de vista del Señor, y se mira a si mismo, en la misma manera Dios lo ve. Entonces te ves a ti mismo como Dios te ve, con el mal que has cometido. Quizá hablaste mal, un chisme, o tienes rencor contra alguien, pero ahora lo ves en la misma manera como Dios lo ve. Ahora, confesar ese pecado significa que tu concuerdas con el Señor Jesucristo y dices la misma cosa _ que es pecado. Estás diciendo, Señor, es cierto que yo cometí tal cosa, y está mal.
Pero el problema que tenemos es el mismo problema que tiene toda la humanidad. Queremos hacer excusas y disculpar nuestro comportamiento. Queremos justificarnos. Queremos defender nuestra posición. Decimos algo así: “Señor, si esto o el otro no hubiera pasado” o “Señor, si no hubiera estado enfermo o cansado, etc.” y seguimos disculpándonos. La verdad es esta. Queremos confesar nuestro pecado, pero no queremos dar razón porque los cometimos. Eso es un error. Dios dice que es pecado. Tenemos que confesarlo _ decir la misma cosa que el dice _ y eso es decir que ES PECADO. Si confesamos nuestros pecados, el es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Una vez Cristo se puso a lavar los pies de sus discípulos. Esto era nada más una purificación física. Ahora, Jesús está a la diestra de Dios, intercediendo por nosotros. El es nuestro mediador (1 Timoteo 2:5) y cuando le llevamos nuestra petición de confesión, inmediatamente nos limpia. Algunos confesamos diariamente; otros piensan que casi nunca pecan. Quisiera decirles, que cuanto más estudiamos la Palabra de Dios, y cuanto más nos acercamos a la Luz del Mundo, quien es Jesús, más reconocemos nuestros pecados.
Si, Cristo de veras anhela tener comunión con sus hijos. Y nosotros también debemos anhelar lo mismo. Sin embargo, no podemos bajar a Dios a nuestro nivel, ni tampoco podemos alcanzar su nivel en cuanto a la santidad. Tenemos que acercarnos a El reconociendo nuestros pecados. Tenemos que confesar nuestros pecados. Tenemos que decir, es cierto Señor, yo he cometido tal cosa y me arrepiento de ella. Para tener comunión verdadera con El tienes que confesar y después confiar en su Palabra. 1 Juan 1:9 LEE
Por John Abels con todos los derechos reservados. Publicado con permiso.