Si dice….
“No hay Dios”.
Algunos ateos categóricamente declaran que no hay Dios y todos los ateos, por definición, así lo creen. Y sin embargo, esta afirmación es lógicamente indefendible. Una persona tendría que ser omnisciente y omnipresente para poder decir de su propio recurso de conocimiento que no hay Dios. Solamente alguien que sea capaz de estar en todo lugar el mismo tiempo- con un conocimiento perfecto de todo lo que hay en el universo- puede hacer tal declaración basada en los hechos. Para decirlo de otra manera, una persona tendría que ser Dios para decir que no hay Dios. Este punto puede recalcarse vigorosamente preguntándole al ateo si jamás ha visitado La Biblioteca Nacional de España en Madrid. Mencione que la biblioteca en la actualidad contiene más de un millón de volúmenes de libros. También indique que centenares de miles de estos fueron escritos por eruditos y especialista en varios campos académicos. Entonces haga la siguiente pregunta: “¿Qué porcentaje de este conocimiento colectivo registrado en estos volúmenes en esta biblioteca están dentro de los recursos de su conocimiento y experiencia?” El ateo probablemente contestara, “No sé. Quizás una fracción de un por ciento. “Entonces puede preguntarle.” ¿Cree Usted que es lógicamente posible que Dios exista en el 99.9 % que queda afuera de los recursos de su conocimiento y experiencia?” Aun si el ateo rehúsa admitir la posibilidad, usted ha logrado su objetivo y él lo sabe.
Si dice….
“No creo en Dios porque hay tanto mal en el mundo.”
Muchos ateos consideran el problema del mal como una prueba irrecusable de que Dios no existe. A menudo dicen algo como: “Yo sé que no hay Dios porque si existiera, nunca hubiera permitido que Iltre. asesinara a seis millones de judíos.” Un buen enfoque a una razón como esta es decir algo como L “Puesto que usted sometió el asunto, la responsabilidad queda en usted de probar que en realidad el mal existe el mundo. Permítame entonces preguntarle: ¿Por cuales criterios juzga usted que algunas cosas son males y que otras no son malas?” El ateo quizás conteste con evasivas diciendo: “Yo solo sé que hay cosas que son malas. Es obvio. “No acepte tal respuesta evasiva. Insista en que le diga como sabe que algunas cosas son malas. Debe forzarle de que él luche con esto por unos momentos, indíquele que es imposible distinguir el mal del bien a menos de que tenga un punto infinito de referencia que sea absolutamente bueno. De otra manera una persona es como un barco sin compás en el mar durante un noche nublada (i.e., no habría manera de distinguir el norte del sur sin el punto absoluto de referencia de la aguja del compás).
La referencia infinita para distinguir el bien del mal solo se puede encontrar en la persona de Dios, porque Dios solo puede agotar la definición del “bien absoluto.”
Si Dios no existe, entonces no hay absolutos morales por los cuales uno tiene el derecho de juzgar algo (o alguien) como ser malo. Más específicamente, si Dios no existe, no hay una base máxima para juzgar los crímenes de Hitler. Comprendida por esta luz, la realidad del mal realmente requiere la existencia de Dios, más bien que refutarla.
En este punto, el ateo quizás puede hacer la objeción que si Dios en realidad existe, entonces, ¿por qué no ha tratado con los problemas del mundo? Usted puede desarmar la objeción al indicar que Dios esta tratando con el problema del mal, pero de una manera progresiva. La falsa suposición de parte del ateo es que la elección de dios para tratar con el mal es hacerlo cuanto antes en un solo acto. Dios, sin embargo, trata con el problema del mal por toda la historia humana. Un día en el futuro, Cristo volverá, le quitara el poder a los perversos, y considerara responsables a todos los hombres y mujeres de todo lo que hicieron durante su vida en la tierra. La justicia finalmente prevalecerá. Los que entren en la eternidad sin haber confiado en Cristo por la salvación comprenderán lo eficaz que Dios ha tratado con el problema del mal…
Si el ateo contesta qué no debería tomar toda la historia humana para que un Dios Omnipotente resolviera el problema del mal, usted quizás pueda contestarle diciendo: “Bien, hagámoslo a su manera. Hipotéticamente hablando, digamos que en este mismísimo momento, Dios declara que todo el mal del mundo ahora simplemente cesara de existir. Todos los seres humanos en el planeta- incluso nosotros los presentes- simplemente se desvanecerían al olvido. ¿Seria preferible esta solución para usted?
El ateo quizás razone que seguramente habrá una mejor solución obtenible. Puede aun sugerir que Dios hubiera podido crear al hombre de tal manera que nunca hubiera pecado, así evitando completamente el mal. Esta idea puede contestarse señalando que tal argumento significaría que el hombre ya no es hombre. Ya no tendría la capacidad de escoger. Este argumento requeriría que Dios creara robotes que actuarían solamente de maneras planeadas.
Si el ateo persiste y dice que debe haber una mejor solución al problema del mal, sugiérale una prueba sencilla. Déle unos cinco minutos para que formule una solución al problema del mal que (1) no destruiría la libertad humana, (2) que causaría que Dios no violara Su naturaleza, (e.g., Sus atributos de absoluta santidad, justicia, y misericordia) de alguna manera. Después de cinco minutos, pregúntele cual fue su decisión. No espere una respuesta completa.
Su meta, por supuesto, no es de simplemente derribar el sistema de creencia del ateo. Después de demostrar las imposibilidades lógicas de sus alegaciones, comparta con el una evidencia lógica para la redención en Jesucristo, y los beneficios que trae. Quizás por su testimonio y oraciones, sufren el ateismo se trastorne por medio de una fe en Cristo (Christian Research Journal, Vol.11, NQ3. Winter/Spring 1989).
Notas:
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