Por César Vidal Manzanares
Las referencias históricas sobre Jesús son relativamente abundantes. Aparte de los cuatro Evangelios canónicos – Mateo, Marcos, Lucas y Juan – el Nuevo Testamento contiene otros veintitrés escritos en los que se recogen datos sobre la vida y la enseñanza de Jesús. A estas fuentes se añaden distintos escritos apócrifos de valor desigual y referencias patrísticas datables todavía en el siglo I. Sin embargo, precisamente por la extracción de esas fuentes – cristianas y heréticas – resulta de interés preguntarse si hay más fuentes históricas que mencionen a Jesús y, sobre todo, si esas fuentes son distintas de las cristianas. Realmente Jesús es un personaje del que tenemos noticia únicamente a partir de los escritos de sus seguidores – ortodoxos o desviados – o, por el contrario, ¿aparece Jesús en fuentes históricas distintas de las cristianas?
I.- FUENTES CLÁSICAS
Ya vimos que las primeras referencias a Jesús que conocemos fuera del marco cultural y espiritual del cristianismo son las que encontramos en las fuentes clásicas (parte I de este estudio) A pesar de ser limitadas, tienen una importancia considerable porque surgen de un contexto cultural previo al Occidente cristiano.
II. – FLAVIO JOSEFO
A mitad de camino entre el mundo clásico y el judío estudiamos (parte II) la figura de Flavio Josefo. Nacido en Jerusalén el año primero del reinado de Calígula (37-38 d. C.), este historiador fue protagonista destacado de la revuelta judía contra Roma que se inició en el año 66 d. de C. Fue autor, entre otras obras de la Guerra de los judíos y de las Antigüedades de los judíos. En ambas obras encontramos referencias relacionadas con Jesús
III.- FUENTES RABÍNICAS
Con todo, posiblemente la colección más interesante de textos relacionados con Jesús se hallen en las fuentes rabínicas (parte III. Este conjunto de fuentes reviste un enorme interés porque procede de los adversarios espirituales de Jesús y del cristianismo, porque resulta especialmente negativo en su actitud hacia el personaje y, de manera muy sugestiva, porque estas fuentes vienen a confirmar buen número de los datos suministrados acerca de él por los autores cristianos.
Así, en el Talmud se afirma que Jesús realizó milagros. De la misma manera, se reconoce la respuesta que tuvo en ciertos sectores del pueblo judío al señalar que sedujo a Israel lo que se relaciona con la causa de la muerte de Jesús. En armonía con distintos pasajes de los Evangelios, el Talmud nos dice que Jesús se proclamó Dios e incluso se señala que anunció que volvería por segunda vez. De enorme interés son también las referencias a la interpretación de la Torah que sustentaba Jesús, ya que se acusa específicamente a Jesús de relativizar el valor de la Torah lo que le habría convertido en un falso maestro y le habría convertido en acreedor a la última pena.
IV.- CONCLUSIONES
Resumiendo pues puede señalarse que efectivamente contamos con fuentes históricas distintas de las cristianas para conocer la vida y la enseñanza de Jesús. Todas ellas eran hostiles – a lo sumo, indiferentes – pero, de manera muy interesante y sugestiva, corroboran la mayoría de los datos de que disponemos gracias al Nuevo Testamento y a otras fuentes cristianas.
Su judaísmo, su pertenencia a la estirpe de David, su autoconciencia de mesianidad y divinidad, la realización de milagros, su influencia sobre cierto sector del pueblo judío, su afirmación de que vendría por segunda vez, su ejecución a instancias de algunas autoridades judías pero a mano del gobernador romano Pilato, la afirmación de que había resucitado y la supervivencia de sus discípulos hasta el punto de alcanzar muy pronto la capital del imperio son tan sólo algunos de los datos que nos proporcionan – no con agrado, todo hay que decirlo – las diferentes fuentes no-cristianas.
En ese sentido cabe decir, simplemente a título comparativo, que, por el número de noticias, por su cercanía en el tiempo al personaje y por la pluralidad de orígenes, Jesús es uno de los personajes que mejor conocemos de la Antigüedad.
V.- BIBLIOGRAFÍA COMENTADA
Las referencias a Jesús fuera del Nuevo Testamento no han recibido, por regla general, toda la atención que merecen. La causa de ese comportamiento se encuentra no pocas veces en la mera ignorancia de las fuentes semíticas acerca del cristianismo primitivo a pesar de su abundancia e importancia. Por supuesto, tal conducta carece de excusa a partir de estudios como los de H. Laible, Jesús Christus im Talmud, Leipzig, 1900 y R. T. Herford, Christianity in Talmud and Midrash, Londres, 1905. Me he referido a estas fuentes rabínicas con cierta extensión en El judeo-cristianismo palestino en el siglo I: de Pentecostés a Jamnia, Madrid, 1995 y las he traducido en parte en El Talmud, Madrid, 2001.
De menor interés pero generando verdaderos ríos de tinta ha sido la aproximación a los textos de Flavio Josefo referidos a Jesús. Entre ellos cabe destacar sin pretender ser exhaustivo las obras de W. E. Barnes, The Testimony of Josephus to Jesus Christ, 1920 (a favor de la autenticidad de las referencias flavianas sobre Jesús); C. G. Bretschneider, Capita theologiae Iudaeorum dogmaticae e Flauii Iosephi scriptis collecta, 1812. pgs. 59-66 (a favor); B. Brüne, “Zeugnis des Josephus über Christus” en Tsh St Kr , 92, 1919, pgs. 139-47 (a favor, aunque un autor cristiano eliminó parte de lo contenido en el texto); F. F. Bruce, ¿Son fidedignos los documentos del Nuevo Testamento?, Miami, 1972. pgs. 99 ss (a favor pero sosteniendo que un copista cristiano eliminó parte del contenido original); F. C. Burkitt, “Josephus and Christ” en Th T, 47, 1913, pgs. 135-44 (a favor); A. von Harnack, Der jüdische Geschichtsschreiber Josephus und Jesus Christus, 1913, cols. 1037-68 (a favor); R. Laqueur, Der Jüdische Historiker Josephus, Giessen, 1920, pgs. 274-8 (el testimonio flaviano procede de la mano de Josefo pero en una edición posterior de las Antigüedades); L. Van Liempt, “De testimonio flaviano” en Mnemosyne, 55, 1927. pgs. 109-116 (a favor); R. H. J. Shutt, Studies in Josephus, 1961, pg. 121; C. K. Barret, The New Testament Background, Nueva York, 1989, pgs. 275 ss (el texto aparece en todos los manuscritos de las Antigüedades, aunque seguramente presenta omisiones realizadas por copistas cristianos.
Originalmente se asemejaría a las referencias josefianas a Juan el Bautista); S. G. F. Brandon, Jesus and the Zealots, Manchester, 1967. pg. 121, 359-68 (a favor de la autenticidad pero con interpolaciones); Idem, The Trial of Jesus of Nazareth, Londres, 1968. pgs. 52-55; 151-2; L. H. Feldman, Josephus, IX, Cambridge y Londres, 1965, pg. 49 (auténtico pero interpolado); R. Götz, “Die urprüngliche Fassung der Stelle Josephus Antiquit. XVIII 3, 3 und ihr Verhältnis zu Tacitus Annal. XV, 44” en ZNW, 1913, pgs. 286-97 (el texto sólo tiene algunas partes auténticas que, además, son mínimas y, en su conjunto, fue reelaborado profundamente por un copista cristiano); J. Klausner, Jesús de Nazaret, Buenos Aires, 1971, pgs. 53 ss (no hay base para suponer que todo el pasaje es espurio pero ya estaba interpolado en la época de Eusebio de Cesarea); T. W. Manson, Studies in the Gospel and Epistles, Manchester, 1962. pgs. 18-19; H. St. J. Thackeray, O.c. p. 148 (el pasaje procede de Josefo o un secretario pero el censor o copista cristiano realizó en él pequeñas omisiones o alteraciones que cambiaron el sentido del mismo); G. Vermés, Jesús el judio, Barcelona, 1977, pg. 85 (es improbable la interpolación por un autor cristiano posterior); P. Winter, On the trial of Jesus, Berlín, 1961, pgs. 27, 165, n. 25 (sostiene la tesis de la interpolación); E. Schürer, “Josephus” en Realenzyclopädie für die protestantische Theologie und Kirche, IX, 1901, pg. 377-86 (es falso); W. Bauer, New Testament Apocrypha, I, 1963, pgs. 436-7 (es falso); H. Conzelmann, “Jesus Christus” en RGG, III, 1959, cols. 619-53 y 662 (pretende, lo que es más que discutible, que el pasaje refleja el kerigma de Lucas); F. Hahn. W. Lohff y G. Bornkamm, Die Frage nach dem historischen Jesus, 1966, pgs. 17-40 (es falso); E. Meyer, Ursprung und Anfäge des Christentums, I, Sttutgart-Berlín, 1921. pgs. 206-11 (es falso).
Finalmente, los textos recogidos en autores clásicos como Tácito, Suetonio o Plinio gozan de una aceptación prácticamente generalizada.
César Vidal Manzanares es un conocido escritor, historiador y teólogo.
© C. Vidal, 2003, España.
Deja un comentario