La doctrina en términos de la Iglesia Católica
Una gran cantidad de católicos en el mundo creen, porque así han sido instruidos por su iglesia, que existe un lugar intermedio entre el cielo y el infierno que se llama “Purgatorio”, y la gran mayoría de ellos, conocedores que no son merecedores de ir al cielo directamente al morir, cifran sus esperanzas en ir a tal lugar, como antesala del cielo, para purgar sus culpas, y poder ser así, merecedores del cielo. Esta doctrina afirma también que es posible que, los que han muerto como justificados y se encuentran en el purgatorio, pueden quedar absueltos de sus pecados por las oraciones, limosnas y buenas obras que los familiares vivos hagan (en especial la Misa).
Esto es lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica (Mons. Román Arrie Villalobos):
- “Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo” (1030)
- “La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados…” (1031)
¿Qué es el Purgatorio? En realidad, ni siquiera para los teólogos catolicorromanos está bien claro este asunto. La explicación aceptada es que es un lugar o estado en que las almas de los justificados, purificadas de forma incompleta acaban de purgar sus faltas (en referencia a los pecados llamados veniales). Es un lugar dónde los muertos tienen que sufrir por los pecados que no alcanzaron a pagar en vida.
Tampoco hay una explicación muy clara acerca de cómo es el Purgatorio, y nuevamente ni los mismos teólogos católicos han podido ponerse de acuerdo acerca de este asunto, por lo tanto la Iglesia Católica no se ha atrevido a emitir un dogma conciso y claro, oficial, sobre cómo es el purgatorio, cuánto tiempo duran las almas que van allí, si es un lugar literal o solamente un estado, cuál es la verdadera naturaleza de los sufrimientos allí, etc.
Hay tendencias variadas respecto a esto, se habla de que es un lugar literal, una especie de prisión para los difuntos; otros dicen que no, que es un estado purificador del alma, sin necesidad de referirse a un determinado lugar.
Base y origen de esta doctrina
El catecismo católico enseña que esta doctrina se basa en tres cosas: Las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia y la Tradición; las insinuaciones que de ella se encuentran en las Sagradas Escrituras; y, la razón.
Por Magisterio se entiende lo que los oficiales de la iglesia han establecido mediante decretos, bulas papales, encíclicas, etc. Y por tradición se entiende por todo aquello escrito por los “Padres de la Iglesia” y que ha sido práctica de los “fieles” con o sin autorización de la iglesia.
La enseñanza del purgatorio, según la Iglesia Católica, también se encuentra en las Sagradas Escrituras, aunque la misma iglesia sostiene que solamente en forma sugerida o insinuada, porque no hay declaraciones contundentes y claras que describan el purgatorio, su duración, y la naturaleza de los castigos imputados allí.
Finalmente se dice que se acepta la lógica y la razón humana para sustentar la doctrina del purgatorio. Ejemplo de esto es como las religiones de otras civilizaciones, como la egipcia, babilonia, persa, etc., hablan de diversas sanciones para después de la muerte y antes de la felicidad celestial.
La Iglesia Católica basa fundamentalmente esta doctrina en 2 de Macabeos 12:39-45 que se encuentra en su Antiguo Testamento, que dice:
“Al día siguiente, como era necesario, vinieron los de Judas para recoger los cadáveres de los caídos, y con sus parientes depositarlos en los sepulcros de familia. Entonces, bajo las túnicas de los caídos, encontraron objetos consagrados a los ídolos de Jamnia, de los prohibidos por la Ley a los judíos; siendo a todos manifiesto que por aquello habían caído. Todos bendijeron al Señor, justo juez, que descubre las cosas ocultas. Volvieron a la oración, rogando que el pecado cometido les fuese totalmente perdonado; y el noble Judas exhortó a la tropa a conservarse limpios de pecado, teniendo a la vista el suceso de los que habían caído, y mandó hacer una colecta en las filas, recogiendo hasta dos mil dracmas, que envió a Jerusalén para ofrecer sacrificios por el pecado; obra digna y noble, inspirada en la esperanza de la resurrección; pues si no hubiera esperado que los muertos resucitarían, superfluo y vano era orar por ellos. Más creía que a los muertos piadosamente les está reservada una magnífica recompensa. Obra santa y piadosa es orar por los muertos. Por eso hizo que fuesen expiados los muertos, para que fuesen absueltos de los pecados”.
Con este pasaje la Iglesia defiende su doctrina argumentando que tiene el ejemplo en la acción de Judas Macabeo y sus hombres de mandar ofrendas a Jerusalén para expiación de los pecados de los fallecidos, así como de levantar oraciones por ellos. Del Nuevo Testamento se enfocan en 1 Corintios 3:10-15, dice:
“Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire como sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”.
El pensamiento común católico es que este pasaje es una especie de descripción del Purgatorio. Otros pasajes que se toman para apoyar esta doctrina son: Mateo 12:31-32; Lucas 12:47-48; 2 Timoteo 1:16-18.
En cuanto a las enseñanzas basadas en decretos, encíclicas, bulas, etc., la teología católica tiene bastantes argumentos que usan en defensa del purgatorio. Las principales son las siguientes, entre otras:
El Concilio de Florencia:
“Además, si habiendo hecho penitencia verdaderamente, murieran en la caridad de Dios antes de haber satisfecho con frutos dignos de penitencia por los pecados de comisión y de omisión, sus almas, después de la muerte, son purificadas con penas purgatorias; y para ser librados de estas penas, les aprovechan los sufragios de los fieles vivos, a saber, los sacrificios de la misa, las oraciones y las limosnas, y otros oficios de piedad que suelen hacerse, según las instituciones de la Iglesia, por unos fieles en favor de otros fieles” Denz. 693 (1304)” (Pozo, op. cit., pág. 521)
El Concilio de Trento:
“Ya que la Iglesia Católica, instruida por el Espíritu Santo, siguiendo los escritos sagrados de la antigua tradición de los Padres, ha enseñado en los concilios sagrados, y muy recientemente en este concilio ecuménico, que hay purgatorio, y que las almas detenidas allí pueden ser auxiliadas por los sufragios de los fieles, y principalmente, por el sacrificio aceptable del altar, el santo concilio manda a todos los obispos que se esfuercen diligentemente para el fin de que la sana doctrina del purgatorio, transmitida por los Padres y los sagrados concilios, sea creída y mantenida por los fieles de Cristo, y enseñada por doquier y predicada. Las cuestiones más sutiles, y aquellas que no contribuyen a la edificación y para las cuales no hay, en la mayoría de los casos, un aumento en la piedad, deberán ser excluidas de la instrucción popular a la gente iletrada”. (Los Cánones y Decretos del Concilio de Trento. Tan Books and Publishers, Inc. Rockford, IL; Imprimatur 1941, XXV Sesión, diciembre de 1563, página 214).
Como se ha mencionado antes hay diversidad de “fuentes” donde se apoya esta doctrina por parte de otros concilios como el Concilio II de Lyon, bulas papales como el Benedicto XII y Clemente VI. También se encuentran los escritos de los Padres de la Iglesia como: Tertuliano, San Ambrosio de Milán, San Agustín.
¿Por qué los evangélicos no aceptan esta doctrina? Los principales argumentos por los cuáles los evangélicos no aceptamos esta doctrina son:
- El Libro de 2 de Macabeos forma parte de un conjunto de siete libros denominados Apócrifos. Estos libros no son aceptados como libros canónicos de la Biblia debido a que sus enseñanzas no son un tanto oscuras, basadas en leyendas y no se presentan así mismos como inspirados (un ejemplo de esto último es 2 de Macabeos 15:39). Otras razones importantes para no aceptar estos libros son: Ni Cristo ni ninguno de los autores del Nuevo Testamento hicieron referencia hacia estos libros en sus enseñanzas; los judíos de Palestina nunca aceptaron los libros apócrifos como parte de las Escrituras; la iglesia primitiva tampoco los aceptó como inspirados y muchos líderes cristianos hablaron en contra de ellos (Jerónimo, Orígenes, Atanasio y Cirio de Jerusalén); finalmente estos libros recién fueron declarados dogmáticamente como inspirados por la Iglesia Católica durante el Concilio de Trento en el siglo XVI evidentemente con la intención de contrarrestar la Reforma Protestante.
2. Haciendo un breve análisis de 2 de Macabeos 12:39-46 se pueden notar contradicciones marcadas en el pasaje como el hecho de que las personas que habían muerto se les había encontrado imágenes de idolatría, y que esta era la razón por la que “habían caído” ¿Por qué alguien que murió cometiendo “pecado mortal” estaría en el purgatorio? Otra contradicción es la que se refiere acerca de la ley judía, leyendo libros como Levítico y Deuteronomio no hay ninguna referencia hacia levantar ofrendas y sacrificios a favor de los muertos, siempre es a favor de los vivos. Finalmente se nota que el escritor de este pasaje parece estar interpretando las ideas de otra persona que le contó esta historia.
3. En el resto del Nuevo Testamento, y la Biblia en su totalidad no hay ni una sola mención específica respecto de esta doctrina.
4. Los pasajes usados, como 1 de Cor. 3:10-15; Mateo 12, Lucas 12, etc., sencillamente son mal interpretados y en algunos casos desviados de su verdadero significado. Han sido tomados arbitrariamente y se les ha dado una interpretación sin tomar en cuenta el contexto y el verdadero sentido que el autor les quiso dar.
Evaluación Bíblica de la doctrina
La Palabra de Dios es muy clara respecto a este tema. No hay una “segunda oportunidad” de ir al Cielo para nadie una vez que su vida en este mundo acaba. El ser humano tiene solo dos opciones: Estar con Dios por la Eternidad (en el Cielo o Paraíso), o estar alejados de Dios para siempre (en el Infierno). Aquí algunos pasajes que hablan de la existencia de estos lugares:
- Lucas 10:20 “…regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos”
- 2 de Corintios 5:1 “…tenemos de Dios…una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos”.
- Mateo 16:23 “…Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno”.
- Salmo 6:5 “…en el Seol ¿quién te alabará?
- Lucas 23:43 “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
Este último verso es uno de los más contundentes con el que se puede refutar bíblicamente esta doctrina falsa del Purgatorio. El mismo Señor Jesús está hablando con un ladrón en sus últimos momentos de la vida y al mostrar éste arrepentimiento por sus pecados es llevado por el Señor directamente al Paraíso. El Señor Jesús no dice nada acerca de que este hombre tenga que “purgar” sus penas de delincuente antes de estar con el Señor en el cielo. Todo lo contrario de lo que dice la Iglesia Católica.
Para terminar, en el libro “Catecismo Popular” (P. Domingo Zugliani) se relata la siguiente historia:
“En el monasterio donde era superiora Santa Gertrudis murió una monja en concepto de santa. Poco tiempo después se le apareció a la superiora toda rodeada de luz tanto que Santa Gertrudis pensó que ya estaba en el cielo y gozando de Dios. Sin embargo se le notaba en el rostro cierta expresión de pena, de tristeza que la Santa no se sabía explicar. Le preguntó: ¿Cómo puedes estar triste en el cielo? – No, contestó, no estoy en el cielo. Todavía no ha terminado mi purgatorio. En esto se abrió la puerta del cielo y apareció N. S. Jesucristo y le hacía ademán al alma para que entrara. Y ella se retiraba, con mucho respeto, pero se retiraba y no quería entrar.
Le preguntó la santa: – ¿Por qué no entras, si Jesucristo te está llamando? – No, contestó ella. Todavía no me he purificado del todo. Aún cuando me obligaran a entrar no entraría porque para poder acercarse a Dios tiene que estar uno más puro que la misma luz”. (Pág. 191-192)
Este relato, supuestamente real, refleja como esta enseñanza está tan arraigada en las creencias de los católicos. Nadie puede estar con Dios a menos que se haya purificado completamente de sus pecados (los “veniales”), cosa que es prácticamente imposible lograr en esta vida, por lo tanto debe haber la oportunidad de que este proceso se termine, en el Purgatorio (en cierta forma una manera de demostrar orgullo). Así la iglesia Católica usa esta doctrina para “animar”a los fieles a vivir una vida de justicia y piedad, pero lo que se logra en realidad es añadir más carga a sus vidas y también pretexto para pecar. La salvación bíblica en cambio, destaca la perfecta obra redentora de Cristo. Él es suficiente para presentar a los pecadores sin mancha delante de Dios (Efesios 1:4); esta salvación también involucra un nuevo nacimiento. Un cristiano que ha nacido de nuevo quiere obedecer a Dios, motivado por su amor por Él y no por temor a un castigo doloroso.
En resumen, la Biblia enseña que la salvación eterna es un don gratuito, no una recompensa meritoria; la salvación es segura; y el pago del pecado es mediante la cruz, no el purgatorio.
SEMBEC
Seminario Bíblico Evangélico de Cuenca
Alumno: Pablo Pazmiño Yencón
Fecha: 01-29-2003
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