Realmente todos tenemos debilidades: prejuicios, pensamientos erróneos, sentimientos y temores difíciles de vencer, inseguridades, el eterno ego, vanidades, ciertos grados de arrogancia y elevados niveles de imagen propia, el pecado nuestro en lo cual facilmente nos caemos, una tendencia de actuar sin buscar la voluntad de Dios, ideas vagas, y ¡quién sabe qué más!
Por eso – la importancia de conocerse bien. Estas ¨cositas¨ (estas criaturas malvadas que muchas veces quisiera disculpar y excusar, o ¡entrenar a ser mascotas!) viven en mi persona, en esa caverna de mi mente y ser, en el pantano de mi carne. Los cristianos somos buenos para ignorar ese pantano nuestro – ¡algunos hasta pensar que no tienen uno! Si no me conozco bien, ¡me espanto al ver las criaturas levantar sus cabezas durante mi santa esfuerzo de ayudar a otro!
Por eso – el buen consejero examina bien a sí mismo. Explora sus pensamientos y sentimientos, teorías y tendencias. Admita que eres así (¡la mayoría ya lo saben!) y trabájalo. No esperas hasta que obtengas ¨la perfección¨ para entonces servir como siervo bueno del Señor. ¡Nunca servirás!
Nadie será perfecto en todo. La madurez es el reconocimiento de sus debilidades y fuerzas, y un conducir apropiado de su vida. Es por nuestras debilidades que a veces podemos ser de más ayuda. Y el Espíritu a veces tiene más poder allí porque estamos concientes de nuestra necesidad (¿nuestra necedad!) y pedimos más de Él. Seguimos adelante – en Él.
PARA MÁS:
“Mejor es…el que se enseñorea de su espíritu que el que toma una ciudad” (Proverbios 16.32).
“Lo que el hombre cree es muy importante, al igual que el desarrollo de su mente. Debemos crecer intelectualmente en Cristo. Es nuestro deber estudiar para presentarnos “a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse” (2 Timoteo 2.15). Dios declaró: “Daré mi ley en su mente” (Jeremías 31.33). Dios le dijo a Josué: “Sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que está en él escrito” (Josué 1.8).” -Billy Graham
“Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera” (Isaías 26.3).
La Biblia menciona la mente del no creyente que es “enemistad contra Dios” (Romanos 8.7), declarando que está cegada debido al pecado (2 Corintios 4.4) y moralmente contaminada (Marcos 7.20-22).
La Biblia menciona también la mente carnal que es característica del cristiano mundano que sigue caminando en la carne (Santiago 4.4), el cristiano incrédulo (Hebreos 3.12) y el cristiano desobediente (Lucas 6.46 y Efesios 2.2). -Ana Forero – Saturday, 7 de March de 2009
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