Los discípulos de Jesús vivieron días emocionantes de liberación al observar la forma de ser de Jesús y sus acciones. Él los liberó de largos años de tradición. Parte de esta liberación se narra en Marcos capítulo 2. Todo el mundo sabía que sólo Dios podía perdonar el pecado, pero de repente Jesús rompe el esquema tradicional y declara por sus hechos que é1 es Dios y que puede hacer lo que él quiere. Todo el mundo sabía que los hombres piadosos se mantenían separados del pecado y de los pecadores. Así enseñaba La Ley y los Profetas. Pero de repente Jesús rompe el esquema y convive socialmente con los peores de la sociedad. Todo el mundo sabía que ser hombre temeroso de Dios implicaba practicar el ayuno. Pero Jesús vivía un estilo de vida de celebración y fiesta. ¿Por qué andar con cara larga y sin aprovechar el vino y los bocadillos deliciosos de la fiesta más grande de la historia? Guardar el Sábado no era una simple tradición. ¡Es uno de los Diez Mandamientos! Pero de repente Jesús declara que el Sábado no fue creado para esclavizar al hombre, sino para su bien, y que no hay nada malo con echar a la basura muchas tradiciones sobre cómo se guarda el Sábado. Después de todo, Él es Señor del Sábado y da libertad a sus discípulos.
¡Qué emocionante debe haber sido vivir esas experiencias con Jesús! Debe haber sido electrizante experimentar la libertad y la afirmación de ese hombre que hacía todo con tanta autoridad. Su vida daba prueba de que no era un rebelde; nunca se había visto un hombre tan sometido a Dios.
Después de pasar cuatro o cinco años vemos a estos mismos discípulos en una discusión acalorada sobre unos miembros desordenados de la iglesia en Jerusalén que se habían ido a Antioquía para escapar de la persecución en Jerusalén.
Ya me lo puedo imaginar: Algún hombre fiel a las Escrituras que había visitado las reuniones de la iglesia en Antioquía traía este informe: “¡Es un escándalo lo que está pasando allá! Está bien que no tienen un Templo allá para continuar, como nosotros hacemos, los ritos y sacrificios. Pero, ¡imagínense! ¡Ni siquiera siguen el orden de culto de la sinagoga! ¡Vi que comen carne de cerdo! Las Escrituras son clarísimas en cuanto a que no debemos comer carne de animales inmundos. En lo personal no lo vi con mis propios ojos, pero ¡oí que hasta comen carne que los paganos han ofrecido a sus ídolos! ¿Cómo puede un seguidor de Cristo comer carne que ha sido ofrecida a un ídolo? Y ¿saben qué? Yo realmente dudo si ellos reconocen a Jesús como el Mesías. Casi no usan ese término. Insisten en llamarlo únicamente ‘Señor’, o se refieren a Él simplemente como ‘Jesús’. Están perdiendo la riqueza de todo lo que significa el término ‘El Mesías’.”
Los discípulos liberados y emocionados de los días de Jesús se estaban convirtiendo en los “Vigilantes de la Puerta” para decirle a Dios lo que podía y no podía hacer. Había que extender el Reino de Dios, pero dentro de las tradiciones de La Ley. ¡No era posible echar por la ventana enseñanzas que venían directamente de las Escrituras! ¿No tenían los salmos para cantar? ¿Quién les dio permiso para cantar esa música griega? ¿Por qué se resisten tanto a adoptar las costumbres sanas que Dios les dio a su Pueblo? Jesús en verdad es el Mesías, y se debe respetar ese título y ordenar sus prácticas religiosas dentro de lo que es la cultura del Pueblo de Dios. Señalaban los buenos ejemplos del eunuco etíope y de Cornelio quienes no eran judíos pero sin embargo hicieron lo correcto y se convirtieron al judaísmo. Si ellos se hicieron prosélitos a la fe judía, ¿por qué esos de Antioquía no hacían lo mismo?
¡Qué rápido olvidaron la diferencia entre lo esencial de la Palabra de Dios y las tradiciones de cómo se aplica esa verdad a la vida diaria! ¡Qué rápido se les olvidó distinguir entre el espíritu y la letra de lo que Dios enseñó a su pueblo! ¡Qué rápido se les olvidó lo fácil que es tragar el camello y colar el mosquito!
¡Cuánto hubiera deseado la iglesia de Jerusalén que no hubiera sucedido lo que se relata en Hechos 11:20! Hechos 11:19 está bien, pero ¿cómo se les ocurre a esos hermanos de Chipre y de Cirene ponerse a hablar con los griegos? “Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos. Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús“.
El significado de Antioquía
El debate que se desató a partir de Hechos 11:20 continua en el Concilio de Jerusalén en Hechos 15, donde se supone que se resolvió una vez para siempre la cuestión de que si era necesario adoptar la subcultura judía para poder ser seguidor de Jesús. La respuesta fue un más o menos rotundo ‘NO’. Digo “más o menos” porque la iglesia judía, no queriendo ser totalmente refutada, logró imponer unas condiciones sin consecuencia (15:28-29). Pablo mismo arroja duda en I Corintios 10 sobre la validez de la prohibición de comer carne sacrificada a ídolos. Pero esa lucha sobre la libertad en Cristo (entre Pablo y los judaizantes, que aseveraban que era necesario adoptar la subcultura judaica para poder seguir a Jesús) siguió por años y ocupó mucha de la energía de Pablo a lo largo de su ministerio.
Lo que sucedió en Antioquía fue la liberación del mensaje de salvación en Jesús de la subcultura judaica. Después de Hechos 15 se reconoció (a veces a regañadientes) que no era necesario guardar La Ley y los ritos del judaísmo para ser cristiano. Desafortunadamente, gran parte de la iglesia de Jerusalén nunca aceptó eso. Todavía al final del ministerio de Pablo la iglesia de Jerusalén obligó a Pablo a cumplir con los ritos y votos judaicos para probar su espiritualidad y autoridad (Hechos 21).
Los Vigilantes de la Puerta
Lo que los judíos nunca entendieron, ni tampoco los líderes religiosos del tiempo de Jesús, ni los líderes de la iglesia en Jerusalén, es que no es posible meter a Dios en una caja para prescribir lo que puede y no puede hacer. Dios siempre fue más grande que su pueblo escogido. Mientras Israel lo llamaba “El Dios de Israel” (y lo fue), Él se daba a conocer como el Dios del Universo, de toda tribu, lengua y nación. Hasta algunos de los Doce Discípulos quisieron encerrar a Dios en la caja del judaísmo, diciendo que era necesario cumplir con La Ley y las tradiciones para adorar a Dios.
Otra vez, es sorprendente la rapidez con que los líderes religiosos se convierten en “Vigilantes de la Puerta” para tratar de controlar lo que Dios puede hacer o no puede hacer. En Antioquía Dios rompió la caja de la iglesia de Jerusalén para moverse por primera vez con poder entre los gentiles. Si la iglesia de Jerusalén hubiera ganado el debate en Hechos 15, la iglesia cristiana no hubiera sobrevivido. Claro, hubiera habido algunas personas, como Cornelio y el etíope, dispuestas a adoptar la cultura judía para poder seguir a Jesús. Pero la gran mayoría de las personas no estaban dispuestas a tener que rechazar su propia cultura y adoptar una subcultura legalista para poder seguir a Jesús.
¡Qué rápido los discípulos se olvidaron de la libertad que experimentaron con Jesús en Marcos capitulo 2! ¡Qué propensos somos nosotros de querer dictarle a Dios cómo pude moverse entre la gente hoy! Si el estilo de culto no cae dentro de la tradición bautista, no puede ser de Dios. Dios tiene que moverse dentro de nuestra caja, porque nuestra caja está basada en la Biblia. Así pensaban también los discípulos de Jerusalén. Pero por alguna razón Dios no se siente constreñido a someterse a nuestros juicios sobre lo que puede o no puede hacer.
Tal como la iglesia de Jerusalén se quedó en los esteros estancados del mar dinámico de lo que Dios estaba haciendo, la iglesia hoy en día que trata de someter la obra de Dios a las formas legalistas que siempre adoptamos, está destinada a estancarse. Claro, era más cómodo aceptar toda la tradición y regirse por ella. La iglesia en Jerusalén nunca tuvo que luchar con el problema de la carne ofrecida a ídolos. La Ley lo prohibía. La iglesia de Corinto, por el contrario, tuvo que luchar con muchas decisiones morales porque no estaba sometida al legalismo del judaísmo. Pero Pablo prefirió más esa lucha en libertad a un legalismo que contesta todas las preguntas. “No hagas esto … no hagas aquello… “.
La iglesia Actual
La pregunta que la iglesia actual tiene que decidir es ¿hacia dónde vamos? ¿Hacia Jerusalén o hacia Antioquía? ¿Vamos a tratar de imponerles una subcultura evangélica a los no creyentes como condición previa para poder escuchar el evangelio? Para que los reconozcamos como seguidores verdaderos de Dios, ¿será necesario que se conformen a la subcultura evangélica con su lista de “no haga esto… no haga aquello?” Dios se está moviendo poderosamente en México, pero si insistimos en nuestras cajitas, Él nos dejará a un lado y utilizará otros instrumentos menos legalistas. Es difícil. Estoy seguro que la iglesia de Jerusalén luchó mucho con todo eso. Ellos tenían las Escrituras de su lado. Casi todas las formas de la religión judía venían directamente de las Escrituras. ¿Cómo podría Dios desechar todo eso? Nunca entendieron la ilustración del remiendo nuevo en vestido viejo ni el vino nuevo en odres viejos (Marcos 2: 21-22).
Le urge a la iglesia aprender a distinguir entre forma y función. La iglesia de Jerusalén y la iglesia de Antioquía llevaban a cabo las mismas funciones. Las dos adoraban a Dios. Pero la forma de la primera fue mediante los ritos y ceremonias del Templo y siguiendo el modelo de la sinagoga. La forma en que adoraba la iglesia de Antioquía fue sin ritos, probablemente con música mucho más alegre que la música judaica, y con un vocabulario muy diferente porque sus miembros no salían de la tradición religiosa judaica. Una función de las dos iglesias fue ayudar a sus miembros a vivir vidas santas. Pero las formas en que lo hacían eran muy diferentes, porque uno usaba la Ley y la otra tuvo que avalarse de las enseñanzas de Cristo y los apóstoles para saber qué era bueno y qué era malo.
No cometamos el mismo error que cometió la iglesia de Jerusalén. Gocémonos con lo que Dios está haciendo en nuestro derredor. Si no nos sentimos cómodos con alguna forma, está bien. No lo usemos. Pero si otros se sienten cómodos, no los juzguemos mal. “Tú, ¿quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. ” Romanos 14:4-5
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