Tomado de: Lawrence J. Crabb, Jr., Effective Biblical Counseling, The Zondervan Corporation,1971, pp. 168-169.
Déjame ilustrar cómo podría operar la consejería de Nivel I. Supongamos que notas que un amigo se ve un poco decaído en la Escuela Dominical. No tienes alguna idea clara acerca de las circunstancias que lo pueden estar agobiando. Recuerda que lo que parece a ti ser un semblante decaído puede ser en realidad la expresión observable de un caso fuerte de demasiado café en el desayuno.
Tal vez tu primera respuesta a la situación sería una oración simple: “Señor, si tú quieres usarme en su vida como un hermano que lo anime yo estoy dispuesto. Hazme sensitivo sin ser irrespetuosamente intrusivo.” ¿No sería bueno si los cristianos rutinariamente estuvieran buscando oportunidades para animar? La mitad de la lucha en desarrollar consejería de Nivel I en la iglesia local es estimular una actitud continua de ayuda en cada miembro entre sí.
Regresando a nuestro ejemplo, después de la clase te acercas a tu amigo y das un saludo cálido y casual.
“¿Qué tal? ¿Cómo van las cosas?” No empieces con: “Te ves mal, ¿Qué te pasa?”, al menos de que conozcas bien a la persona y puedes estar relativamente seguro que él va a apreciar tu pregunta personal. Si la pregunta inicial es motivada por interés y amor genuino en lugar de por un “deseo de saber lo ajeno” o simple cortesía, la respuesta probablemente indicará hacia el problema si es que lo hay. Recuerda, el problema puede que sea mejor resuelto con un Alka-Seltzer.
Tal vez tu “aconsejado” en potencia te responde con “Este no es uno de mis mejores días, pero estaré bien, ¿Cómo estás tú?” Supongamos que notas un sentido de desánimo en su tono de voz y manera. ¿Qué dice un consejero de Nivel I en éste punto? Piensa en lo que dirías TU. Recuerda, todo lo que estás tratando de hacer es entender y expresar amor y reforzar la verdad liberadora de que el amor de Cristo es plenamente suficiente para llenar las necesidades de uno de seguridad.
Las siguientes respuestas son buenos ejemplos de qué cosas NO debes decir.
- “Bueno, todos tenemos días así.” Esta repuesta termina efectivamente la conversación al no tomar a la persona con suficiente seriedad como para evitar los clichés sin significado.
- “¿No es bueno saber que todas las cosas ayudan a bien?” Las verdades espiritualmente dadas como medicina instantánea tienen el efecto de introducir sentimientos bajo tierra donde permanecen sin resolver y frecuentemente producen problemas psicológicos. (“Si todas las cosas ayudan a bien entonces no debiera estar alterado; simularé que no lo estoy.”)
- “Espero que las cosas mejoren, estoy seguro de que así será”. No se comunica interés alguno en la persona. La esperanza cristiana se presenta como una fuente de deseos vacía desprovista de contenido fundamental.
- “¿Qué pasa?” Si conoces bien a la persona, ésta puede ser una buena respuesta, pero aún así es probablemente demasiado directa. La mayoría de las personas no están dispuestas a revelar conflictos significativos rápidamente. Una pregunta directa como ésta puede asustar a la persona hacia una respuesta así cómo, “Nada, en realidad, por lo menos nada que una buena cena no puede arreglar.”
- “¿No van bien los negocios?” Antes de que sepas donde está el problema, el introducir un área específica de conflicto es pura adivinación y tiende a hacerte parecer insensitivo. Aun si tuvieras un motivo para creer que la preocupación involucra su negocio, es mejor darle la oportunidad de especificar el conflicto exacto.
Tomado de:
Lawrence J. Crabb, Jr.,
Effective Biblical Counseling,
The Zondervan Corporation,1971,
168-169.
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