Tomado de: William Backus, Telling the Truth to Troubled People (Diciendo la verdad a gente con problemas), Bethany House Publishers, 1985. pp. 236-237.
Preparando para Ministrar en Consejería
Mucha gente que va a la iglesia no nota que sus pecados de orgullo y enojo tienen una base común con los pecados del desviado sexual. Y los consejeros cristianos, al aconsejar solamente en la iglesia con aconsejados cristianos, no se escapan de tener que ayudar a gente con enredos en su sexualidad.
Si tú, como consejero, no puedes aceptar genuinamente a esta gente como tus hermanos y hermanas, tu trabajo con ellos se echará a perder.
Ponte en Contacto con tus Propios Deseos Pecaminosos
“Yo sé que en mi, esto es, en mi carne, no habita cosa alguna buena,” escribió nuestro hermano Pablo. Pudo haber escrito también, “En mi carne mora el potencial requerido para cometer cualquier pecado en los libros.”
Antes de que empieces a trabajar con gente sexualmente desviada, debes de ponerte en contacto con tus propios sentimientos, pensamientos, fantasías, y deseos desviados. Pueden o no ser sexuales, pero serán pecaminosos. Enfréntalos francamente y honestamente. Este es el primer paso en el arrepentimiento. Deja que el Espíritu Santo te convenza. Y, al recibir el perdón de Dios gracias a Jesús, vuelve a resistir con la verdad su ataque, para que no traigan su fruto podrido en tu comportamiento.
No olvides examinarte por el pecado de orgullo, de pensar que de alguna manera eres superior porque tus impulsos sexuales no son “pervertidos”. Y busca cualquier resonancia dentro de ti hacia las sugerencias sexuales desviadas, al justificarte diciendo que “no están tan desviadas como las de otra persona”.
Algunos cristianos pueden encontrar en sus basureros mentales los impulsos sexuales para cometer todos los comportamientos desviados que han oído y algunos que no han oído. Otros, tal vez, no están conscientes de estos impulsos, pero casi todos han experimentado lujuria en alguna forma. Y, de acuerdo a la Palabra de Dios, la lujuria es desviada y pervertida. Así es. Lo que alguno llaman “lujuria normal” es, desde un punto de vista bíblico tan desviado como cualquier otra perversión sexual.
Tomado de:
William Backus,
Telling the Truth to Troubled People
(Diciendo la verdad a gente con problemas),
Bethany House Publishers, 1985. pp. 236-237.
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