Me asombra la credulidad de la gente común. Personas como yo. Nada extraordinario. (E incluso por los que se creen poco comunes, que dicen: “¡No me digas cómo tengo que pensar!”) De alguna manera, hoy en día, todo es válido.
Las consecuencias de apoyar la maldad
Apoyar la maldad tiene consecuencias a los ojos del Señor, Dicho crudamente: Si apoyas lo que en realidad es malo a los ojos del Santo Santo Dios, no eres digno de entrar en el Cielo de Dios. No cumples con el estándar del Santo Santo Reino de Dios. ¿Crees que entrarás de todos modos?
Los peligros de asociarse con el error
Cuando se trata de una creencia por ahí, el error es “cualquier creencia que no es bíblica”. Un cristiano no quiere empezar a creer en algo que contradiga la Biblia, algo “no bíblico”.
Entrar en error Cualquier error que sea atroz para Dios es progresivo. El error tiene etapas, como la etapa 4 del cáncer.
El mundo de ilusión de algunos quienes asisten a la iglesia
El mundo de ilusión de algunos quienes asisten a la iglesia
Algunos de los que “están entre nosotros” (¿pero quienes no son parte de nosotros? – 1 Juan 2:18-19) han desarrollado una actitud contra la que Juan advirtió: muchos no pueden aceptar la enseñanza bíblica de que Dios está tan, tan, tan, tan en contra del pecado.
Tentando a Dios
Pablo advirtió a la Iglesia Primitiva, y a nosotros, por supuesto: No tientes al Señor. Pero… ¿qué significa esto?
Advertencias con relación a la negación de Cristo
En la Biblia se nos dan muchas advertencias, diciendo: no niegues tu fe. Será más y más difícil permanecer fiel a Él en estos Tiempos Finales. Se nos dice que lo sigamos y que “aguantemos hasta el final”. Sé el que aguanta y vence. ¿Has puesto tu fe en Jesucristo? Jesús me salvó—y ahora le pertenezco. ¿Le has pedido que te perdone y te acepte en su Reino? ¿Vives hoy para Él?
¿Cuánto es suficiente?
¿Qué hay de ti y de Dios? ¿Qué es “suficiente” – para que Jesús te apruebe? ¿Aprobar de tu arrepentimiento? ¿Aprobar de tu vida? ¿Qué es suficiente para que Cristo te salve realmente? Una cosa es “desear” y realmente querer la oferta de salvación de Dios, pero otra muy distinta es realmente… negar, aceptar y seguir.