Enseñanza bíblica sobre los dones

UNA TEOLOGÍA DE LOS DONES

Los capítulos 14 al 17 de San Juan nos dicen algo al respecto. Jesús es quien pide la presencia del Espíritu Santo para que esté “con los suyos” luego que él volviera al cielo, que no los abandonara, que sea el Parakleto, (alguien enviado para estar al lado de). Esta promesa se ve cumplida el día de Pentecostés y es exclusiva para quienes son hijos de Dios, no para el mundo, pues el mundo no discierne las cosas que son espirituales.Para poder comprender mejor el tema de los dones del Espíritu es primordial ir un poco más atrás y definir bien el tema de la presencia del Espíritu Santo en nuestro medio; quién lo envió, por qué razón, y cuál es su obra hoy en la tierra.

Este pasaje también nos aclara la misión del Espíritu Santo, mencionándonos algunas:

1. Nos enseñará todas las cosas de Dios
2. Nos recordará todo lo que Cristo dijo
3. Dará testimonio de Cristo (hablará en su nombre)
4. Convencerá al mundo de pecado, justicia y juicio
5. Nos guiará a toda la verdad

Estas y muchas otras cosas más dijo Jesús haría el Espíritu Santo, y la Biblia misma nos corrobora que es así, que estas promesas se están cumpliendo aún hasta el día de hoy.

Había una condición que era indispensable para que el Espíritu Santo pudiera obrar entre los creyentes, y por la cual Jesús mismo intercede ante el Padre, y es la “unidad de sus discípulos”, la “unidad de los cristianos”.

Para llevar a cabo su obra, el Espíritu Santo, capacita a los creyentes (Ef. 4:11-12) dándoles dones para que estos sean utilizados en el engrandecimiento del Reino de Dios.Estos dones los reparte el Espíritu como él desea (1 Co. 12:11). No somos nosotros los que elegimos tal o cual don porque nos gusta tenerlo, o por estar de moda.

Al observar las distintas listas de dones notamos una gran variedad de los mismos. Esta diversidad es sumamente necesaria para la correcta edificación del cuerpo de Cristo. Edificación que se da cuando todos y cada uno individualmente los administran para el bien del otro. Los dones son dados por Dios para provecho y edificación personal y de toda la Iglesia.

¡Qué ridícula sería la Iglesia si solamente todos predicamos, o todos hablamos en lenguas! Pero Dios, en su divina sabiduría, por medio del Espíritu Santo provee una diversidad de dones a su pueblo para que el crecimiento sea correcto “y lleguemos a la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef. 4:13).

Los dones son dados con dos finalidades específicas: Una tiene que ver con una relación vertical y la otra con una relación horizontal. Los dones son para glorificar a Dios y ministrar/servir/bendecir al prójimo (1 P.4:10-11).

Todos los dones deben ser utilizados para cumplir con este propósito, de lo contrario no seríamos buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Por lo tanto, quien utiliza algún don para beneficio propio se está desviando de la Palabra. Probablemente esto estaba ocurriendo en la iglesia en Roma, y a quienes Pablo alerta sobre el asundo (Ro 12)

Vale la pena aclararlo: Todo cristiano recibe por lo menos un don y debe usarlo para los propósitos mencionados. Todos los dones son de igual importancia, por lo que no debemos exaltar unos y menospreciar otros (Ro 12:3). Debemos esforzarnos en descubrir cuál es el don que poseemos -si aún no lo sabemos-, y poner manos a las obras.