Su educación acerca de la consejería es probable que jamás llegue a ser completa. Las páginas de este libro pueden haber considerado los problemas más comunes que la gente trae a la consejería, pero ningún libro o serie de libros pueden tratar con todos los temas de consejería.
Los problemas frecuentes están combinados. Las personas con problemas matrimoniales pueden también estar deprimidos, ansiosos, y luchando para salir adelante en una forma financiera. La pareja que viene por ayuda para tratar con un niño rebelde puede sentirse atrapada entre generaciones; su preocupación puede ser porque también tienen padres de edad avanzada con problemas de ajuste. El hombre que busca ayuda con sus decisiones vocacionales también puede tener problemas con conflictos interpersonales, desánimo, baja autoestima, y un problema con el beber.
A veces los problemas presentados están teñidos de circunstancias únicas. Aún si no tiene prejuicios, puede necesitar de entendimiento extra para aconsejar a personas que no pertenecen a su grupo étnico, trasfondo cultural, orientación sexual, o nivel socioeconómico. Puede desear tratar a todas las personas por igual, pero su trabajo no puede ignorar los problemas únicos que vienen a las personas que están físicamente imposibilitadas, mentalmente atrasadas, incapaces de hablar su idioma, o atados a un familiar que necesita cuidado constante.
El aconsejar como practica personal probablemente difería de la consejería que lleva a cabo en una iglesia, prisión, comunidad militar, o un hospital psiquiátrico. En todas estas situaciones, los principios de consejería pueden ser los mismos, pero necesitan ser adaptados a cada individuo y a cada escenario. Los consejeros no son robots; necesitan ser responsables, sensibles y flexibles.
Tomado de:
Gary Collins
Christian counseling,
(Consejería Cristiana)Dallas: Word Publishing, 1988.
pp. 574-575.
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