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Capítulo 6
Una Familia Que Nunca Se Formó
La Historia De La Mujer Samaritana
Juan 4:1-42
Por el Dr. Jorge E. Maldonado, DownloadPDF
La Samaritana y los Samaritanos
La historia de los samaritanos empieza con la conquista del reino norte de Israel por Salmanasar rey de Asiria en el año 722 antes de Cristo. (El reino sur se llamaba Judea.) La historia de la conquista y el nacimiento del pueblo samaritano están en 2 Reyes 17.
El pueblo samaritano era una raza mixta de gente de Babilonia, Cuta, Ava, Jamat y Sefarvayin. Recibieron su nombre de la ciudad capital del reino norte de Israel. Cuando ocuparon la tierra después de la conquista, Dios mandó leones para devorar a la gente porque no adoraban a Él. El rey de Asiria mandó a un sacerdote de Israel de regreso a su tierra para enseñarles como adorar al Señor. Sin embargo, cada grupo se fabricaron sus propios dioses y asignaron sacerdotes para ofrecer sacrificios en los altares paganos (2Reyes 17:29-33). Sefarvayin practicaban el sacrificio humano quemando a sus hijos como sacrificios a sus dioses.
Observamos el nacimiento del sincretismo de los samaritanos en el versículo 33, “Aunque adoraban al Señor, servían también a sus propios dioses, según las costumbres de las naciones de donde habían sido deportados.” Por lo menos los israelitas que se quedaban en la tierra mantenían una relación estrecha con sus familiares de Judá y algunos seguían adorando al Señor (2 Reyes 23:19-20; 2 Crónicos 30:1-5; Jeremías 41:4-13).
Eventualmente Judá fue conquistado por Nabucodonosor, rey de Babilonia y llevó a los judíos al cautiverio por 70 años. Luego, durante el reino de los persas, (537 antes de Cristo) los judíos regresaron para reconstruir el templo destruido por Nabucodonosor. Chocaron con los samaritanos sobre la construcción del templo.
Los samaritanos construyeron su propio templo en el Monte Gerizim. En los tiempos del Nuevo Testamento seguían adorando en el Monte Gerizim, el monte que la samaritana menciona en Juan 4:20. Sus escrituras consistían en solamente el Pentateuco, los primeros 5 libros de la Biblia. Rechazaron lo demás de las escrituras de los judíos, nuestro Antiguo Testamento. Insistían que el Monte Gerizim era el único lugar correcto para adorara Dios. Basaron su argumento en las bendiciones y maldiciones que Moisés mandó al pueblo a proclamar después de haber entrado en la tierra para conquistarla (Deuteronomio 11:29; 27:1-10).
Moisés mandó al pueblo a proclamar las maldiciones (Deuteronomio 27:14-26; 28:15-68) y bendiciones (Deuteronomio 28:1-14) entre Monte Gerizim y Monte Ebal. En un escenario espectacular con Josué como su líder el pueblo de Israel cumplió con lo que Moisés le ordenó (Josué8:30-35). En esta ceremonia, Josué cumplió con los mandatos para los futuros reyes de Israel (Deuteronomio 17:18, 19).
En los tiempos de Jesús, los samaritanos eran una raza odiaba por los judíos. Ya había siglos de pleitos entre los dos pueblos. Para la samaritana, era aún más difícil siendo una mujer y una mujer viviendo en inmoralidad con una historia de fracasos familiares.
Jesús anunció que él era el esperado mesías (Juan4:26) y que pronto venía un tiempo en que la adoración de Dios no sería centrado en un templo sino en el pueblo mismo (Juan 4:21-24). En Efesios 2:11-21Pablo nos da un panorama espectacular y ampliado de esta realidad. “De los dos pueblos:
“Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba, pues anuló la ley con sus mandamientos y requisitos. Esto lo hizo para crear en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad al hacer la paz, para reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo mediante la cruz, por la que dio muerte a la enemistad. Él vino y proclamó paza ustedes que estaban lejos y paz a los que estaban cerca. Pues por medio de él tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu.
Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular. En él todo el edificio,bien armado, se va levantando para llegar a ser un templo santo en el Señor. En él también ustedes son edificados juntamente para ser morada de Dios por su Espíritu.” Efesios 2:14–22
En este pasaje, la palabra traducida templo santo es la misma palabra para el lugar santísimo adentro del templo. ¡Que increíble imagen! Somos juntos ahora el lugar santísimo. Dios mismo mora en nosotros por medio del Espíritu Santo.
- Sichen
- Monte Gerizim
- Monte Ebal
- El pozo de Jacob
- Sicar
(1000 Bible Images, 2009)
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