La Biblia fue escrita en un lapso aproximado de 2000 años, en una cultura, la mayoría de las veces, muy diferente de la nuestra. Para evitar mal interpretar su mensaje, es necesario conocer con el mayor detalle posible, todos los datos que podamos recabar, que nos ayuden a entenderlo con más claridad.
Conocer el lugar donde fue escrito o al que se refiere el pasaje, el contexto que rodeaba la situación, quién fue su autor, quienes los personajes que intervienen, en caso de haberlos. Intentar entender que quiso decir el escritor en ese momento y que pudo significar para aquellos, a quienes el texto estaba destinado primariamente, puede resultarnos de mucha ayuda.
De más está mencionar, que aún después de realizar todo el trabajo de investigación, será el Espíritu Santo, el que arroje verdadera luz sobre el pasaje.
Pablo
Atenas
Areópago
Estoicos
Epicúreos