LA IGLESIA Y LA CONSEJERIA
por Gary R. Collins, Ph.D.
Hace muchos años, Wayne Oates escribió, “El pastor, independientemente de su entrenamiento, no goza del privilegio de elegir si va a hacer consejería con su gente o no. Ellos inevitablemente traen sus problemas a él para pedir su guianza y cuidado sabio. El no puede evitar esto si permanece en el ministerio pastoral. Su elección no es entre aconsejar o no, sino entre aconsejar de forma disciplinada o indisciplinada.”
No es fácil aconsejar de manera disciplinada y habilidosa, especialmente cuando los problemas son tan diversos, las necesidades tan grandes, y las técnicas disponibles de consejerías frecuentemente tan confusas y contradictorias.
Literalmente hay miles de métodos de consejería ahora en uso. De las imprentas salen libros y artículos sobre terapia y ayuda de personas con una regularidad perturbante. Parecen haber tantas teorías y acercamientos a la consejería como hay de consejeros. Con toda esta orientación y actividad, aún los profesionales de tiempo completo se pueden sentir abrumados.
Sería de ánimo si éstas publicaciones, teorías, y ayudas de entrenamiento de consejeros ayudaran a los consejeros a ser más efectivos, pero algunos de los libros de consejería son de validez dudosa. Escritores con buenas intenciones pero ingenuos han propuesto “nuevos métodos” simplistas que dicen ser distintivamente cristianos pero no son efectivos. Algunos libros recientes han agregado confusión al atacar las profesiones de consejería y algunos sermones emocionales, a veces en televisión nacional, han engañado a la gente a pensar que la consejería nunca se necesita.
A veces la consejería no ayuda. Aún consejeros bien entrenados y experimentados quiénes se mantienen al día de la literatura profesional y aplican las técnicas mejor demostradas, encuentran que los aconsejados no siempre mejoran. A veces los individuos empeoran a raíz de la consejería. No es sorprendente, por lo tanto, que algunas personas se den por vencidas y concluyan que la consejería es en realidad un desperdicio de tiempo.
Si todos se dieran por vencidos, sin embargo, ¿a dónde iría la gente con sus problemas? Jesús, quien es el ejemplo del cristiano, pasó muchas horas hablando con gente necesitada en grupos y de cara a cara. El apóstol Pablo, quien era muy sensitivo a las necesidades de individuos en dolor, escribió que aquellos que eran fuertes deben llevar las cargas de los más débiles. Probablemente Pablo se refería acerca de aquellos que tenían dudas, temores, y estilos de vida pecaminosas, pero su preocupación compasiva se extendía a casi cada problema que pueda ser encontrado por consejeros hoy en día.
Los escritores bíblicos no presentan el ayudar a la gente como una opción. Es una responsabilidad para cada creyente, incluyendo el líder de la iglesia. A veces la consejería puede parecer un desperdicio de tiempo, pero está mandado bíblicamente, y puede ser una parte efectiva, importante, y necesaria de cualquier ministerio.
No se debe asumir que todos los pastores y demás líderes cristianos tienen don en esta área, y son llamados a aconsejar. Debido a sus temperamentos, intereses, habilidades, entrenamientos, o llamados, algunos cristianos evitan la consejería, prefiriendo dedicar su tiempo y dones a otros ministerios. Esta es una decisión legítima, especialmente si se hace consultando a unos cuantos creyentes.
Cada uno debemos tener cuidado, sin embargo, de no abandonar rápidamente una forma de ministrar a otros personalmente enriquecedor, potencialmente poderoso, y basada bíblicamente. No es fácil aconsejar, pero ha aumentado la evidencia de que personas de una variedad de trasfondos pueden aprender habilidades de consejería. Dios puede usarte como consejero.
La consejería intenta proveer ánimo y guianza para aquellos que se enfrentan a pérdidas, decisiones, o desilusiones. La consejería puede estimular el desarrollo y crecimiento de la personalidad; ayudar a la gente a hacerle frente mejor a los problemas de la vida, a conflictos interiores, y a emociones que hieren; asistir a personas, miembros familiares, y parejas casadas a resolver tensiones interpersonales o a relacionarse efectivamente; y asistir a personas cuyos estilos de vida son auto-derrotistas y causan tristeza. El consejero cristiano busca traer a la gente en una relación personal con Jesucristo y ayudarles a encontrar perdón y alivio de los efectos destructores del pecado y culpabilidad. Últimamente, el cristiano espera ayudar a otros a llegar a ser discípulos de Cristo y discipuladores de otros.
Al centro de toda ayuda verdaderamente cristiana, privado o público, está la influencia del Espíritu Santo. Su presencia e influencia hacen que la consejería cristiana sea verdaderamente única. Es El quien da las características de un consejero más efectivas: amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, fidelidad, gentileza, y auto-control. El es el consolador quien nos enseña “todas las cosas”, nos recuerda los dichos de Cristo, convence a la gente de pecado, y nos guía hacia toda la verdad. A través de la oración, meditación en las Escrituras, confesión continua de pecado, y un compromiso diario y deliberado a Cristo, el consejero-maestro viene a ser un instrumento a través del cual el Espíritu Santo puede trabajar para confortar, ayudar, enseñar, convencer, o guiar a otro ser humano. Este debería ser la meta de cada consejero – pastor o líder, consejero profesional o no profesional – el ser usado por el Espíritu Santo para tocar vidas, para cambiarlos, y traer a otros hacia una madurez espiritual y psicológica.
Tomado de… Christian Counseling: A Comprehensive Guide (Consejería cristiana: una guía comprensiva), por Gary R. Collins, Ph.D., Word Publishing, 1988. pp. 15-20.
1. . http://new.institutointerglobal.org/2014/09/08/la-iglesia-y-la-consejeria1/
2. http://new.institutointerglobal.org/2014/09/08/la-iglesia-com…nidad-sanadora2/
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