
Juan 6:37
«…los que el Padre me ha dado vendrán a mí, y jamás los rechazaré».
Las Escrituras dejan muy claro que cuando nosotros, cualquiera, viene a Dios en sinceridad y verdad, inclinando nuestro corazón a Él en confesión y arrepentimiento para la salvación – – – – somos hechos salvos, redimidos, y se nos otorga la vida eterna en ese mismo momento.
Los primeros pasajes sobre la seguridad del creyente nos muestran sin lugar a dudas que estamos seguros en Él:
Juan 6:35-40
35 Jesús les respondió: —Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca volverá a tener hambre; el que cree en mí no tendrá sed jamás. 36 Pero ustedes no han creído en mí, a pesar de que me han visto. 37 Sin embargo, los que el Padre me ha dado vendrán a mí, y jamás los rechazaré. 38 Pues he descendido del cielo para hacer la voluntad de Dios, quien me envió, no para hacer mi propia voluntad. 39 Y la voluntad de Dios es que yo no pierda ni a uno solo de todos los que él me dio, sino que los resucite, en el día final. 40 Pues la voluntad de mi Padre es que todos los que vean a su Hijo y crean en él tengan vida eterna; y yo los resucitaré en el día final.
En este único pasaje, Jesús mismo afirma una y otra y otra y otra vez, que Su pan de vida es para siempre:
«…El que viene a mí nunca volverá a tener hambre; el que cree en mí no tendrá sed jamás».
«…los que el Padre me ha dado vendrán a mí, y jamás los rechazaré».
«…la voluntad de Dios es que yo no pierda ni a uno solo de todos los que él me dio, sino que los resucite, en el día final».
«…40 Pues la voluntad de mi Padre es que todos los que vean a su Hijo y crean en él tengan vida eterna; y yo los resucitaré en el día final».
– De Juan 6:35-40
Lee Romanos 8:28-39
… 38 Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. 39 Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor.
Sólo asegúrate de que eres un verdadero creyente.
Es el Espíritu Santo (Filipenses 1:6) quien comienza una nueva obra en nosotros – desde el mismo momento de la salvación en Cristo. Y Dios promete (Filipenses 1:6) que continuará esa buena obra en nosotros hasta Su regreso.
En el momento de la salvación:
En un abrir y cerrar de ojos, el nuevo creyente pasa
de muerte – a vida,
de condenación – a no condenación,
de un destino en el infierno – a un destino en el cielo,
de mera humanidad – a ser un hijo de Dios.
– Fuente: Ese Momento Preciso
Basado en el artículo The Security of the True Believer,
publicado en inglés: 2 de marzo de 2018.
PARA MÁS:
Cuando nosotros, cualquiera, viene a Dios con sinceridad y verdad, dándole todo lo que somos, inclinando nuestro corazón ante Él en confesión y arrepentimiento de pecado – somos hechos salvos, redimidos, y se nos da vida eterna en ese mismo momento. Él nos salva – no nosotros mismos.
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Lo que Dios asegura – no lo puedes “perder”
La fe vencedora de los seguidores de Cristo Jesús
Usted Nunca Puede Perder Su Salvación, ¡Y Aquí Está El Porqué! | por Andrew Farley | crosswalk.com | Autor de El mensaje de la gracia, y El tú perfecto: La invitación de Dios a vivir desde el corazón (enlaces en inglés)
Extracto: ¿Cómo podemos estar seguros de que Pablo no estaba hablando a creyentes que habían perdido su salvación? Observe el contraste entre «ustedes» y «nosotros» en el pasaje:
4 Pues, si ustedes pretenden hacerse justos ante Dios por cumplir la ley, ¡han quedado separados de Cristo! Han caído de la gracia de Dios.
5 Sin embargo, los que vivimos por el Espíritu esperamos con anhelo recibir por la fe la justicia que Dios nos ha prometido.
– Gálatas 5:4-5 NTV
Filipenses 1:6
6 Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva.
Juan 6:37-40
37 Sin embargo, los que el Padre me ha dado vendrán a mí, y jamás los rechazaré. 38 Pues he descendido del cielo para hacer la voluntad de Dios, quien me envió, no para hacer mi propia voluntad. 39 Y la voluntad de Dios es que yo no pierda ni a uno solo de todos los que él me dio, sino que los resucite, en el día final. 40 Pues la voluntad de mi Padre es que todos los que vean a su Hijo y crean en él tengan vida eterna; y yo los resucitaré en el día final.
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Exponiendo un corazón dicótomo
“Creyentes” condenados por Dios
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Una perspectiva simple de la vida (publicado en inglés: Simple View of Life)
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